Viernes, 10 de mayo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Torero, torero, torero
X
El apunte de Ana Pedrero

Torero, torero, torero

Actualizado 12/06/2023 09:49
Ana Pedrero

"Y abajo, en el ruedo, sólo Domingo, pisando, posando la huella en la arena que le prestó cuna y sábana, el principio y el fin"

Siempre hay un día en la vida para todo. Un día para nacer, un día para morir, un día para enamorarse, para el primer beso, para el último abrazo, para decir adiós. Un día, una tarde entre todas las tardes, para una despedida. Lo mismo Domingo López Chaves no lo sabía, pero este domingo 11 de junio de 2023, en pleno Corpus ledesmino, era esa tarde. La tarde para decir adiós, para decir gracias, para decir hasta siempre.

Una tarde para emocionarse hasta los tuétanos, hasta la médula; una tarde para soñar el toreo, la bravura del campo charro y del hombre charro; para aprender, para enseñar, para dictar una lección magistral de cómo ponerse en la cara de un toro durante casi tres horas; para redactar el compendio de toda una vida en siete toros, lo aprendido, lo ganado, lo adquirido en un camino donde nadie te ha regalado nada.

Tarde de vivir, de sentir el toreo como un veneno quemándote la sangre, como una lágrima abrasándote los ojos, como una montaña despeñándose por el pecho, arrasando Y abajo, en el ruedo, sólo Domingo, pisando, posando la huella en la arena que le prestó cuna y sábana, el principio y el fin, pañuelo extendido al mundo para una despedida. Qué hermoso.

Quizá no sea bueno escribir en caliente, con esta emoción que ahora siento, esta íntima felicidad, este caminar por el suelo como sin tocarlo, con esta sonrisa de quien sabe que ha asistido a un acontecimiento extraordinario, sobrenatural, la comunión del torero con la bestia, con lo bravo; la comunión del hombre con el hombre, con la mujer, con el cielo y la tierra, como si todo estuviese en orden, en perfecta armonía, como si la última palabra, la que nunca se dice, quedase escrita, suspensa en el aire.

A golpes de corazón, de maestría; a golpes de vida, de temple, de clase, de intuición; a golpes de amor, Domingo López Chaves hoy le ha dicho a Ledesma y a los de su sangre cuánto la quiere; hoy le ha dicho al toreo por qué le ha entregado su vida, su tiempo, tantas cosas, todo.

Hoy era la tarde. La tarde de la vida, del indulto; del milagro, el prodigio, de ver a un hombre entero, inalterable en su sonrisa, después de tres horas cara a cara con el toro. Increíble, tan intenso.

Cuando lo veía salir en volandas tocando el cielo de Ledesma, con el corazón encogido por lo vivido, me preguntaba qué sentiría Mingo en ese momento, si no sería acaso el hombre más feliz, más realizado de la tierra. Quizá no sea bueno escribir en caliente, pero hoy ha sido la tarde de las emociones desatadas, del toreo en mayúscula, de toros rendidos a un torero honrando su sangre, su estirpe brava.

Domingo de tantos domingos, este domingo, este día, esta tarde diseñada a la medida de un sueño, el sueño. Quizá la culpa la tenga escribir en caliente, pero juro que aún abrasan mis mejillas las lágrimas que lloraba cuando Ledesma enloquecía y sacaba a hombros a su torero por última vez mientras bajaban las estrellas a abrazarle. Domingo López Chaves en carne viva, tan vivida; este grito que aún ruge en todas las gargantas.Torero, torero, torero.