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El valor de tu voto
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Al cabo de la calle

El valor de tu voto

Actualizado 27/05/2023 09:19
Francisco Aguadero

Se acabó la campaña de las elecciones municipales y autonómicas del 2023 y hoy, día 27 de mayo, es el día de reflexión previsto en la normativa electoral, sobre qué y a quién vamos a votar mañana domingo. Se puede llamar de varias maneras, pero todos los días en los que hay votaciones electorales tienen un denominador común: el ser una fiesta de la democracia en la que se hace patente el derecho del ciudadano al voto, con el que elegir a los gobernantes. Todos podemos y hasta debiéramos participar en esa fiesta, porque en ello nos va un tipo u otro de gobierno, nuestro futuro.

Cada uno votará en función de sus legítimos intereses, pero todos deberíamos votar en conciencia. Es la hora de expresar con el voto nuestra libre decisión, pero también de ejercer la responsabilidad democrática y mostrar la sensibilidad social, para seguir viviendo en una sociedad más justa, libre, abierta y respetuosa.

Con nuestros votos, hemos de decidir quién o quiénes, desde el poder municipal o autonómico que le entregamos, pensamos que pueden hacer mejor uso de nuestros valores y gestionar nuestros recursos, de forma ética, democrática, transparente y al servicio del bien común. Poniendo soluciones a los problemas de pueblos, ciudades y del campo. Elegir entre quiénes están dispuestos a servir a la sociedad y no que la sociedad les sirva a ellos.

Estamos a un día de las votaciones y, a buen seguro, mucho de ustedes aún tienen pendiente de decidir el voto (uno de cada cinco votantes suele estar indeciso en las vísperas de las elecciones). El voto indeciso es un cierto tormento para el elector e introduce incertidumbre en los resultados, máxime, cuando las encuestas detectan un empate o mínimas diferencias entre los partidos o bloques llamados a gobernar, como es el caso de estas elecciones. El resultado está abierto y todo puede ocurrir. Son los votos de 35.414.655 de electores los que designarán quienes gobernarán en los próximos cuatro años los más de 8.131 municipios españoles, 12 de las 17 comunidades autónomas y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

En tales circunstancias, ¿qué pasa si no voto? En la aritmética y en los números, un voto, por sí solo, no tiene excesivo valor, incluso en circunscripciones muy reñidas o de concejales que van de una a otra opción política, salvo raras excepciones o en municipios muy pequeños donde un voto sí puede ser decisivo. Son cientos o miles de votos los que marcan la diferencia y dan peso a un escaño o concejalía.

Podríamos decir que nuestro voto no va a cambiar nada, pero sí contribuye a que algo cambie. Paradójicamente, ningún grano es imprescindible para hacer un montón de trigo, pero todos los granos no pueden ser prescindibles, porque si empezamos a quitar granos nos quedamos sin montón, aún sin saber cuál de ellos ha hecho que deje de ser montón. Moraleja, puede que un voto no marque la diferencia, pero si muchos no votamos, al final sí se da una diferencia colectiva, decidida por muchas acciones individuales en apariencia inocentes. Es decir, que, aunque individual y personalmente hagamos un daño muy pequeño, las consecuencias colectivas pueden ser importantes y todos tenemos nuestra parte de responsabilidad en ello.

Cuando hablamos de asuntos colectivos o sociales, lo acertado no es pensar en lo nuestro, de forma aislada, sino pensar en nuestra contribución al esfuerzo colectivo de sostener la democracia con nuestro voto. Votar es una forma de defender el sistema democrático y de dar ejemplo. Por eso, una participación baja en los comicios afecta a la legitimidad de las elecciones. Todas nuestras acciones tienen consecuencias. Nuestro voto es un granito de arena, pero sin cada uno de esos granitos la playa deja de existir.

Lo anterior puede llevarnos a pensar que ¿el voto debería ser obligatorio? Mi opinión es que no, pero el debate está abierto y hay países en que sí es obligatorio. En la mayoría de las democracias liberales el voto es un derecho, no una obligación. Y, la abstención consciente, deliberada, no por pereza o por irte de fiesta, puede ser una forma de expresar, políticamente, el rechazo a las propuestas que nos hacen o la oposición al sistema, sin caer en la desobediencia civil. Aun así, el deber ético del voto se sustenta en el ejercicio de una virtud cívica. Al respecto, Aristóteles venía a decir que esa virtud cívica consistía en la cooperación y participación en el gobierno de la pólis, de la ciudad.

En la vida moderna, el voto no es la única forma de llevar a cabo esa virtud cívica aristotélica. Porque en este mundo globalizado y policéntrico en el que vivimos, los humanos no solo somos ciudadano político, también lo somos social, civil, económico, intercultural, medioambiental, solidario, y podemos colaborar de muchas formas. Pero votar es una actividad cívica compatible con el resto de acciones que podamos llevar a cabo en la sociedad.

Atrás queda una de las peores campañas políticas que yo he visto: tensa, fea, dura, desnaturalizada. Porque, siendo una campaña para administraciones locales, desde el primer momento fue nacionalizada, centrándose en aspectos propios de unas elecciones generales, dejando de lado los problemas de municipios y regiones, que es lo que tocaba debatir. Ha estado llena de soflamas, improperios, errores de bulto, negacionismos, bulos, insultos y barbaridades. Empezó pilotando sobre el terrorismo de tiempos pasados, y ha terminado con denuncias de presunta compra de votos canalizados a través de correos.

Afortunadamente, tenemos en España uno de los mejores sistemas electorales del mundo: limpio, claro, creíble, transparente, rápido y de garantías de los procesos electorales. Pero habrá que seguir perfeccionándolo, para que no vuelvan a darse casos de cuatro golfos que vengan a enturbiarlo. Y, tampoco, que se siembren dudas generales sobre el sistema electoral y la limpieza de las elecciones, siguiendo los patrones del trumpismo, que ya sabemos cómo acaba.

Llega el momento de votar. Se acabaron los mítines, los debates y las encuestas. La realidad, la verdad de lo que quieren los españoles para sus municipios y regiones, saldrá el domingo de las urnas. Todos deberíamos ser respetuosos con sus resultados y apechugar con lo que nos toque a cada uno, esa es la ley más sagrada de la democracia.

Escuchemos a la gran Tina Turner en "The best", en su memoria:

https://www.youtube.com/watch?v=47NHukCi9gE

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© Francisco Aguadero Fernández, 26 de mayo de 2023

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