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Política ‘a nivel de usuario’
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Política ‘a nivel de usuario’

Actualizado 26/05/2023 09:09
Manuel Rodríguez Fraile

Hoy es, por fin, el último día de campaña electoral al menos hasta fin de año, y mañana jornada de reflexión pero ¿de reflexión sobre qué?

Dicen que Dios, la Naturaleza si lo prefieren, en su infinita sabiduría nos dotó de 2 orejas y sólo una boca para que escucháramos el doble de lo que hablamos; pero parece que nuestros candidatos desconocen este designio divino. El Dalai Lama decía: Cuando hablas, sólo repites lo que ya sabes; pero cuando escuchas, quizás aprendas algo totalmente nuevo.

¿Cuándo y dónde nuestros candidatos han escuchados las opiniones o propuestas de los que cumpliremos el domingo con nuestro deber ciudadano de ir a votar? Sólo ellos hablan, gritan, se insultan, se desacreditan, repiten como papagayos las consignas del partido. Ellos, sólo ellos, en estos días salen a la calles para fotografiarse en los mercados, el campo, las plazas, las fábricas, con los sanitarios, los agricultores, los ganaderos, hasta con las vacas... con las gentes a las que después deberán gobernar; pero de escuchar nada de nada.

Debatir, lo que se dice debatir, es decir, discutir dos o más personas sobre uno o varios temas exponiendo sus ideas y defendiendo sus opiniones e intereses, no lo hacen mucho. Hablan para las cámaras, para los medios de comunicación que hace de ello un lucrativo espectáculo mediático y nada de argumentar para defender sus propuestas hay que buscar titulares. Nada respetar las opiniones y los turnos de palabra de los otros candidatos, únicamente montar la bronca, enardezcan a sus públicos, si es posibles destrozando a sus oponentes, para que se movilicen y vayan a votarles; lo mismo que hacían los generales con sus tropas antes de la batalla. Dicen que eso es señal inequívoca de que vivimos en una democracia y tal vez así sea; pero la pregunta es ¿en qué clase de democracia?

Desde luego no en una en la que el poder esté en manos del pueblo, porque como pueblo somos cada día más apáticos o, para ser más exactos, menos interesados en la política. Y es que en política interactuamos igual que con nuestros móviles, a nivel de usuario porque es indispensable. Pero son muy pocos los que sabe que pasa ‘dentro’ y, lo que es más preocupante, muchos menos los que tienen interés en saberlo.

Es que tenemos muchas cosas que hacer, muchos problemas en nuestra vida diaria como para perder el tiempo enredándonos en temas políticos. La paradoja es que todas esas cosas y todos esos problemas que tenemos están condicionados por las decisiones que toman nuestros políticos, que como no escuchan terminan haciendo lo que les viene en gana.

Una primera conclusión podría ser que tenemos los políticos que nos merecemos. Políticos sordos a los ciudadanos, porque los ciudadanos no le exigimos que creen espacios y procedimientos para que nos podamos hacernos oír, y no me refiero a huelgas, paros y todo eso que, en mi opinión son fórmulas ya trasnochado.

Me estoy refiriendo a poder participar en la elaboración de los presupuestos locales y autonómicos, a asambleas, jurados y comisiones ciudadanas; cuyas propuestas sean de obligado cumplimiento. Espacios y tiempos para compartir con los políticos, para participar en sus decisiones, para poder ejercer una democracia más directa, más comprometida con el bienestar de todos. Porque si lo que tenemos es una democracia representativa, desgraciadamente nuestros representantes, esos que manejan el poder, no nos representan, salvo honrosas excepciones que seguro que las hay.

‘Representar’ significa sustituir a alguien o hacer sus veces en el desempeño de su función, es decir actuar en n nombre del representado, en nuestro caso de ciudadanía. Porque si un pueblo no se siente representado por sus gobernantes, no se sentirá comprometido con las leyes, reglamentos o normas que estos dicten, sentirán todo ello como impuesto, opresivo, incluso injusto, lo que fomentará el deseo de incumplirlas.

Una buena formación de la opinión pública exige ciudadanos informados y en esto juegan un papel determinante los medios de comunicación social (hoy también las nuevas tecnologías como Internet o las redes sociales); y esto los políticos sabes y por ello tienen interés en manejarlos.

El problema es que los medios de comunicación son empresas privadas y por tanto su principal interés es obtener los máximos beneficios para sus accionistas y eso no se consigue con formación e información a los ciudadanos, sino con diversión, morbo, escándalos y espectáculo. Así que los políticos les dan lo que quieren, un reality show adecuado y orientado a obtener las mayores cuotas posibles de audiencia, sí ‘audiencias’ porque únicamente ellos que hablan mientras nosotros nos limitamos a escuchar en silencio.

Charles Bukowski, uno de los poetas malditos estadounidenses escribió que ‘La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.’

Pues nada más. Mañana sábado reflexionen y el domingo voten. Voten lo que quieran, pero por Dios, voten. Porque si lo hacen tendrán derecho después a quejarse si no les gusta lo que luego suceda y sino, pues a callarse y esperar el próximo show.

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