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Cita en las urnas
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Cita en las urnas

Actualizado 24/05/2023 10:03
Raúl Izquierdo

Don Hilario está sentado en el sillón grande del salón de su casa, ese que tiene en frente de la tele. Es un sillón mullido, y blando, de esos que están hechos a la perfección para que el cuerpo se vaya resbalando y quede al final empotrado, abrazado y casi engullido, abrazado. Ciertamente es un sillón muy cómodo. De la mano derecha le cuelga a don Hilario el mando de la tele, y con una habilidad desarrollada a base de mucho entrenamiento, va dando a los botones sin mirarlos, haciendo ese ejercicio que ahora llaman “zappinear”. Y así, van desfilando ante sus ojos medio abiertos y su desinterés general, una y otra imagen, uno y otro canal. Pero don Hilario se detiene en uno que tienen un telediario, en el que están hablando algunos candidatos a las próximas elecciones municipales. Y ahí se queda, sin saber muy bien por qué, pero lo cierto es que su dedo zappinador se ha detenido como hipnotizado por semejante espectáculo de colores, siglas y personajes.

Palabras, palabras, palabras.... don Hilario se sonríe, porque sabe más el diablo por viejo que por diablo. Don Hilario es un ciudadano interesado en la política, es decir, en los asuntos de la “polis”, de la ciudadanía en general y por eso le interesa la educación, la sanidad, las pensiones, la justicia social, el empleo, el urbanismo, el reparto de oportunidades, las becas, el alumbrado público, los jardines, la situación de la crisis.... ¡claro! Le interesa y tiene opinión sobre los asuntos. Se siente ciudadano, paga sus impuestos, participa en asociaciones, pero está harto de la política y los políticos. Está cansado de oir siempre los mismos discursos, de que tenga que definirse y optar por el color blanco o el negro, cuando la realidad es muchísimo más variada y rica en tonos y matices de colores variados, de claroscuros, de tonos...

Don Hilario sigue contemplando el telediario. Entrevistan a gente por la calle. Parece que habrá un alto grado de abstención, es decir, mucha gente no va a ir a votar. Y don Hilario vuelve a sonreir.... votar es un derecho y no votar también lo es. ¿Qué eso de que si no voy a votar luego no tengo derecho a quejarme ni a decir nada? ¿Queeeeeé? Don Hilario es un hombre involucrado en la sociedad, pero está harto, hartito del panorama de los partidos políticos en nuestro país. ¡Cuánta mediocridad! ¡Cuánto oportunismo! ¡Cuántos intereses ocultos y ya no tan ocultos! Unos y otros, los del blanco y los del negro, cortados con el mismo patrón. Imágenes de cámaras bien colocadas de mítines donde se ve a los palmeros y afiliados que jalean a los suyos detrás y delante del candidato o candidata de turno. Pero apenas hay debate. Apenas hay reflexión. Apenas hay foros de intercambio de opiniones e ideas. Interesa el voto y ya está.

Don Hilario ha participado en movilizaciones recientes. Está sensibilizado y sabe que hay mucha gente que lo está pasando realmente mal y que hay muchas familias que llegan a duras penas a finales de mes y mucha gente que no puede pagar un piso a punto de ser embargado por el banco de turno acechando a la vuelta de la esquina, y tantos jóvenes que han estudiado, se han esforzado, para vivir pendientes de la incertidumbre de la casi nada. Pero don Hilario no quiere entrar más en el juego del blanco o negro cada vez que hay papeletas de por medio. Dicen en el telediario que la abstención puede ser importante. El ciudadano quemado, quemadito, como le pasa a don Hilario. Y en las filas de unos y otras lo mismo de siempre en forma de soplagaitas, adulaorejas, enchufadore y aplaudetodo. También hay bobos de remate con pin del partido. Es un zoológico curioso.

A don Hilario le pasa como a muchos y muchas, que se ve entre la obligación de ir a votar como buen y modélico ciudadano y el asco que le produce toda esta movida. Está entre el “tengo que ir a votar” y “dónde puedo vomitar”. Se mueve ente la ilusión de que se puede avanzar y mejorar en tantos aspectos y la nausea que produce escuchar y ver lo de casi siempre.

Pero don Hilario ya se ha quedado dormido en su magnífico sillón. Cuando se quiera despertar, ya habrán pasado hasta los deportes en el telediario. Eso sí, con el mando en la mano, como no podía ser de otra forma, con el cetro en su sillón real. Lo que sí tenía claro antes de que Morfeo le venciera el pulso, es que votará a quien crea necesario si es que va a hacerlo. No se ata a ningún color ni sigla, como no lo hace a ningún canal concreto. Y eso, bien desarrollado y entrenado, es un arte.

Buena siesta don Hilario.

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