Cuando empezó la moda de los “audios”, no hace tanto, solía hacer la broma, sobre todo a los más jóvenes, de decirles que estaban a punto de inventar/descubrir el teléfono… O les preguntaba que si sabían que ese aparato desde el que mandaban los “guats” también servía para llamar…
Me cayó el karma.
Y es que, la verdad, igual que yo puedo entender que hay nuevos códigos –uno es mandar un “guats” para pedir permiso para llamar, lo que implica que se considera que llamar sin avisar no es educado, no es “poláit”– por mor de la tolerancia y el respeto mutuo, quienes ya solo mandan mensajes de audio deben entender que algunos los consideramos tan invasivos como ellos consideran las llamadas y que, por lo tanto, los escucharemos cuando podamos/queramos/nos acomode.
Vivimos tiempos de renegar de los mayores –yo, que tanto renegué, ya soy de ese grupo, está asumido–, algo que ha ocurrido siempre…
La diferencia que veo –y no niego que también pueda ser asunto de percepción, de mi percepción– es que ahora quienes espetan el equivalente a frases como “esta juventud…”, “¿no les dará vergüenza ir con esos pelos [greñas]?” y similares, parecen ser ahora, también, incluso en mayor grado, los más jóvenes, cuya poca tolerancia al fracaso –percibo– hace que vean mal a quienes no se adaptan a pie juntillas –no nos adaptamos, soy de ese grupo, está asumido– a los nuevos códigos, modas, costumbres… Los suyos.
Cuando no a cualquiera le puedo hacer la broma de decir que soy vegano –porque nací en la vega del Tormes… y en su sacrosanta Universidad estudié Filología–, creo que algo pasa; la bromita –entre filológica y jodona, lo sé– suelo hacerla cuando me estoy comiendo un buen filete, o aunque sea un pescadito de los que prescribe mi dieta, y hay alguien que milita en ese equipo; la gente de mi edad –veganos, vegetarianos u omnívoros– suele reírse; los más jóvenes, no tanto… y, oye, vegano (de vega) está en el diccionario desde siglos antes que vegano de vegan, o sea, que encima, ese calificativocon el que se definen es un imperialista anglicismo; y conste que no uso el más genérico “barbarismo”; suena como más insultante y no los veo aceptando la explicación etimológica… Mamonerías, las justas.
Pues eso, que oye, que bien, que los audios, bien, como también bien entretenerse con tiktok y aprender de los yutúber o los influéncer; venga, vale, no le pongo comillas a los verbos para no hacer tan evidente el uso irónico.
Por mí no hay problema, pero acepten que, si tardo en escucharlo… o en contestarlo, no es mala onda, así que no se molesten… Como a mí no me molesta si me aplican alguna de José Alfredo: “entonces, yo daré la media vuelta” o “si nos dejan, nos vamos a querer toda la vida”…
Hasta el clásico de clásicos “ojalá que te vaya bonito”, del que acabo de enterarme que fue amigo de “la Tota” Carvajal –DEP el mítico “Cinco Copas”– y también portero en sus años mozos; sí, el mismísimo José Alfredo Jiménez terminó eligiendo la música pero empezó bajo los tres palos.
Se lo leí a Villoro, lo siento, no sé si venga en Wikipedia.
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