Sacan al sol los libros sus páginas y se estiran sus lomos ante los lectores, cálidos y plenos de color, las páginas suaves para la caricia. Y tiene la Plaza nuestra el eco de los autores que llegan con su palabra consoladora, su libro recién salido del horno, crujiente de hojas, la cubierta dispuesta a conquistarnos. Son las Ferias del Libro el encuentro de los ecos que se fijan en la página nuestra mientras un novelista despistado decreta la muerte de la poesía… esa que llena auditorios y se levanta para acusar la injusticia.
Tiene la la Feria del Libro un abrazo de hojas, de flores, de autores que llegan, de libreros que viven en la caseta del encuentro, editoriales grandes, pequeñas, medianas… que se asoman al lector con alegría. Es hasta el tiempo de la discrepancia en el público que escucha… y mientras, la banda municipal suena a domingo, el teatro se despliega para los niños y grandes que se sientan en la Plaza, por fin de todos, por fin recorrida de versos y renglones, novela donde ruedan los directores y narran los novelistas. Qué tiempo despliega nuestra Plaza de todos convertida en relato que se extiende por esta vida de todos y recuerdo a mi hija, tan pequeña que su nariz no llegaba a los libros, feliz de llevarse el botín de su compra, feliz de recorrer el arco iris de esa literatura infantil que sigue fascinándonos. Ahora es ella, pausada y tranquila, la que recorre las casetas y deja a un lado la Tablet para seguir leyendo en papel, el papel del que estamos hechos los que llegamos al calor de la Feria donde se afanan los organizadores que la hacen posible. Y entre bambalinas, puede el cansancio que se conjura con una caña, un café en las terrazas que se nutren de asistentes a una Feria de encuentro, de abrazos, de palabras, de versos trenzados frente a quienes buscamos la firma, el descubrimiento, el reconocimiento, el autor al que seguimos…
Pasan los días de la Feria y soy un títere feliz, un paseante que acarrea la feliz coincidencia de aquellos a los que admiro. Es el prodigio del libro, de la cultura que nos ilumina en una primavera sin más agua que aquella que corre entre las líneas y los versos. Es el tiempo feliz de quienes llegan a hablarnos de la pura belleza, o como mi poeta querida, de los horrores de un mundo que habitamos sin perder la esperanza de que se cure la herida. Bendita Feria y dichosos los que la disfrutamos agradecidos.
Charo Alonso.
Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.
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