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Comisquis haylos
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Comisquis haylos

Actualizado 26/04/2023 08:22
Raúl Izquierdo

Pues sí, pensaba yo que no tanto, pero haberlos haylos. Y ciertamente, su existencia tiene ventajas y desventajas para el global de la sociedad, aunque lo primero que tenemos que hacer es definir sus características principales para así saber a qué especimen nos vamos a enfrentar. Un comisqui come pocas cosas o dicho de otra manera, hay muchas cosas que no le gustan. Ciertamente hay gustos igual que hay colores, pero a un comisqui no le gustan cosas que a la mayoría de los mortales sí les gusta. La sensación principal frente a un comisqui es que no disfruta con la ingesta de alimentos y que el ejercicio de sentarse a una mesa a banquetear le produce un sufrimiento físico y psicológico. Evidentemente, algo no anda bien, porque los seres humanos estamos hechos para que las actividades que tienen que ver con nuestra superviviencia las podemos realizar con placer y gusto. Un comisqui tratará de argumentar, a veces de forma extraña y elaborada, por qué no le gusta tal producto o tal alimento.

Muchas veces, para detectar a un comisqui, solo tienes que ver su cara ante una mesa con alimentos. Es una cara entre limón, susto y asco (perdón por la palabra). Cuando empieza a decir que eso no le gusta, ni lo otro, ni lo de más allá….surge en el anfitrión del evento la tensión normal del que quiere agasajar a todos sus invitados. ¿Qué le pongo entonces? A veces, el comisqui disfraza su comisquidad con problemas intestinales, dolores de barriga o incluso desgana. No siempre se trata de que no le gusten muchas cosas, y a veces hay un tipo de comisqui que lo que no le gusta es la elaboración concreta: sólo me gustan las croquetas de mi abuela, la paella de mi tía Paquita o los calamares recién pescados en el mar Cantábrico.

He conocido comisquis con el espectro de cosas a comer muy limitado, casi reducido a los fiambres y chocolates. Otros son un poco más abiertos y comen algo de carne o de pescado. La tipología del comisqui es múltiple y variada, pero al final es siempre lo mismo. Hay que aclarar que un comisqui no tiene nada que ver con alguien que tiene que tomar una dieta por razones médicas o tiene intolerancias o alergias a alimentos determinados.

Una de las grandes ventajas de tener amigos comisquis es sentarte junto a ellos en cualquier celebración donde haya un menú rico y apetecible, dado que muchas de las cosas que haya para comer, el o la comisqui no las querrá y por lo tanto, uno siempre puede estar al acecho para acercarlas a sus cubiertos. Por ejemplo, ante una buena mariscada, sentarte al lado de un comisqui es un buen indicio de que algún langostino más caerá hacia tu lado. Pero, ¿cómo se alimenta un comisqui? De todo aquello que le gusta y le apetece y con eso, parece que le basta y sobra para funcionar y seguir viviendo.

Pero por otro lado, un comisqui acaba teniendo ciertas dificultades sociales y relacionales. La comida, más allá de ingerir alimentos que suponen nutrientes y vitaminas para el cuerpo, es un encuentro con otros, un tiempo para estar con otras personas, para charlar, compartir la vida, reírse y por qué no, cambiar el mundo. Conozco a comisquis que tienen muy limitada esta dimensión y que no participan en comidas o cenas porque no les gusta el menú que se va a tomar, o no quieren arriesgarse a que no les guste. Es una pena.

También podíamos decir que hay muchos componentes educativos en el mundo comisqui. A comer de todo y bien se va uno acostumbrando desde pequeño, primero viendo comer a los mayores que tienes cerca porque el mejor consejo es un buen ejemplo y por otro lado, insistiendo y poniendo límites al comisqui en cuestión. Un comisqui se va fraguando desde la más tierna infancia… pero es ahí, en la niñez, donde podemos evitar que el niño o la niña comisqui desarrolle su tendencia y se haga un adulto comisqui.

Otro aspecto a tener en cuenta es la toma de conciencia de que hay personas que lamentablemente no pueden comer a causa de la pobreza o pueden comer lo mínimo. No es muy atrevido decir que los comisquis proliferan en el primer mundo, en la cultura del exceso y la abundancia.

A mí me encanta juntarme con gente que disfruta con la comida y que comen de todo o casi todo. Me gusta mucho celebrar cualquier acontecimiento junto a otros con comida y bebida. Creo que estamos hechos para ello, y hasta Jesús en los Evangelios aparece como una persona dispuesta para ser invitado o sentarse en una mesa con sus amigos y allegados. Muchas de las comparaciones que hace el propio Jesús con el Reino tienen que ver con banquetes y fiestas.

Aprendamos a comer de todo, que la madre naturaleza es muy generosa en sus regalos al paladar que la creatividad humana adereza para nuestro deleite. Así que ¡buen provecho!

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