Hace unos días en una tertulia radiofónica la pregunta que se puso sobre la mesa fue, ni menos ¿qué es ‘la realidad’?
La Real Academia de la Lengua Española incluye 3 posibles significados. Primero, existencia real y efectiva de algo. En segundo lugar, verdad, lo que ocurre verdaderamente. Y para terminar, lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio.
En mi opinión las tres son deficientes. La primera, por aquello que nos enseñaron de pequeños, de que lo definido no puede entrar en la definición, así que definir la realidad como existencia real, ni aclara ni aporta nada. La segunda, porque vincula realidad con verdad y esa relación es inexistente. Y la tercera, porque se define de forma negativa, es decir, no se dice lo que es, sino lo que no es.
Platón, allá por el siglo IV a. C., distinguió dos tipos de realidades, la ideal y la sensible o imperfecta. Mientras la primera es inalcanzable, la segunda la captamos a través de nuestros sentidos, y este es el significado más se ha extendido.
Pero su aventajado alumno, Aristóteles, no estuvo de acuerdo. Negó la existencia de una realidad ideal y también la sensible, ya que nuestros sentidos nos engañan en multitud de ocasiones. Lo que para unos es verde, otros lo ven rojo; lo que para unos es una melodía agradable, para otros resulta insufrible; un mismo olor puede ser repulsivo para unos y excitante para otros; un mismo alimento estar muy salado para estos y soso para aquellos, incluso, al tocar un objeto puede que a unos le resulte sedoso y mientras para otros es repugnante. Por eso el filósofo griego dijo que se capta no a través de los sentidos sino de la razón.
En el siglo XVIII el prusiano Immanuel Kant fusionó las ideas griegas afirmado que por los sentido sólo percibimos la apariencia de las cosas y luego la razón las procesa para construir nuestra manera de ver el mundo, por lo tanto existirían tanta realidades como seres humanos.
En la Alemania de los años 20, hizo su aparición una nueva teoría. De la mano de Fritz Perls[1], comenzó lo que hoy se conoce como Teoría o terapia psicológica de la Gestalt (forma o figura). Esta terapia defiende que todo aquello que llamamos ‘ser humano’ constituye una unidad inseparable e indivisible de su biología con el entorno en el que vive, incluyendo ese entorno desde su constitución física hasta su formación académica, su nivel económico, la cultura en la que ha sido educado...; y es ésta íntima relación la que nos define, la que nos hace únicos. Por ello es que cada uno ve la realidad de una forma diferente, por ello es que al observar la figura que ilustra el texto, unos verán un pato y otros un conejo ¿Qué es lo real, el conejo o el pato? ¿Qué es más verdad, el pato o el conejo? ‘La locura de una persona es la realidad de otra’, afirma el popular director de cine estadounidense Tim Burton.
El filósofo español Xavier Zubiri (1898-1917) aceptaría está postura de la Gestalt, pues para él la realidad se actualiza constantemente. Por tanto nuestra realidad a los 20 años no es la misma que cuando ya nos acercamos a los 70. No lo es, porque nosotros hemos cambiado y también lo ha hecho todo nuestro entorno.
Y volviendo a los significados que Real Academia admite de realidad. Ya dije que la primera no aporta nada, la segunda menos, si cabe, ya que esa relación con la verdad es inexistente, y con relación a la tercera que opone ‘realidad’ a lo fantástico e ilusorio, la pregunta es ¿por qué admite entonces expresiones como realidad virtual, realidad aumentada, realidad social...?
En la novela 'El último encuentro’, el novelista húngaro Sándor Márai (1900-1989) narra la reunión para cenar de dos amigos de la juventud que vuelven a encontrarse tras 40 años sin verse. Uno de ellos viajó hasta el Extremo Oriente y el otro, el anfitrión, permaneció todos esos años en su propiedad, la mansión es la que se desarrolla el encuentro.
Uno a la pregunta de su amigo sobre qué cree él que es la realidad, responde: La realidad no es lo mismo que la verdad. La realidad son sólo detalles. Y cada uno nos fijamos en unos detalles mas que en otros.
[1] Nacido en julio de 1938 en un gueto judío de Berlín, pronto se interesó por la psicología y el psicoanálisis y en 1936 durante un congreso al que fue invitado en Praga expuso unas tesis que causaron gran conmoción entre psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas.
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