El Gobierno se empeña en decir, un día sí y otro también, que el proceso independentista catalán se ha acabado. Mientras, la empresa demoscópica de la Generalitat recuerda que un 40 por ciento de ciudadanos de aquella Comunidad están a favor de la independencia.
Lo único que ha cambiado son los síntomas, con ausencia calculada de violencia en las calles porque ahora no sirve a lo que, en su propia definición, es un proceso que tiene su desarrollo en el tiempo, con unos momentos de dinamismo y otros de calma chicha.
Lo cierto es que Cataluña, desde el punto de vista institucional, no está mejor que hace tres años, pese a los intentos del ministro Félix Bolaños y otros corifeos de convencernos de lo contrario. ¿Acaso no continúa el desembolso y la ampliación de “embajadas” catalanas en el exterior? ¿Acaso no sigue sin cumplirse la sentencia sobre el castellano en las escuelas? ¿Acaso no se exige la lengua catalana como único vehículo lingüístico de expresión Institucional?
Son dos ejemplos, entre otros muchos, de la real desconexión del Principado con el resto de España en la vida cotidiana, por mucho que se haya rebajado la tensión por conveniencia de sus protagonistas.
Éstos, los separatistas, ya han dicho por activa y por pasiva que volverán a hacer un referéndum insurreccional. Y, eso, por muchas concesiones que vengan recibiendo del poder central, desde indultos a los participantes activos de la insurrección, hasta minimizar los delitos de malversación y desaparecer el de sedición, pasando por aumentar las competencias y los dineros de la Generalitat.
Para comprobar que casi nada ha cambiado al respecto, basta con echar una ojeada a TV-3, que hace poco ha protagonizado otro escándalo más con el acento andaluz y la Semana Santa,
Lo único distinto en el frondoso campo separatista es la división entre los independentistas que quieren conseguir sus objetivos ya mismo y los que, como Esquerra, prefieren hacerlo paso a paso, a base de concesiones del Gobierno de Sánchez, quien necesita sus votos para mantenerse en el poder. De una manera u otra, ahora con menos estruendo que antes, el proceso sigue y cada día va un paso más allá.
Enrique Arias Vega
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