El sobresaliente salmantino que mató 5 toros en Las Ventas
Los festivales benéficos, normalmente auspiciados por la supuesta generosidad de las figuras del toreo empoderan la idea de que el mundo del toro (empresarios, toreros, programadores etc…) es sustancialmente generoso y tendente al altruismo cuando acude al despliegue emocional de un acontecimiento socialmente sensible (catástrofes naturales, ONGes, o puntuales necesidades benéficas). Ahí están los toreros para ayudar.
Pero hay mucha milonga en eso y quiero situar esta palabra fuera del bello significado de la expresión musical argentina. Digo milonga con minúscula, como cosa engañosa, banal o chusca. No es así. La trastienda del mundo del toro suele dar cobijo a personajes codiciosos que tienen como objetivo primordial “llevárselo”. Esa supuesta generosidad y altruismo que decora la imagen externa no es más que un engañabobos, maquillaje, decoración, un camelo. Esencialmente porque ellos mismos, empresarios y toreros no se aplican el cuento. Una cosa parecida al refrán: “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago”.
Toda esta homilía literaria viene a cuento por el desprecio tan llamativo que se le hace a Álvaro de la Calle en su tierra, cuando hace pocos meses era portada en todo el orbe taurino, incluso fuera de nuestro país, por haber sido capaz de estoquear y lidiar cinco toros como sobresaliente en Las Ventas, con el coso lleno a rebosar, en un cartel construido con todo lujo de acontecimiento para Emilio de Justo. Pero ocurre que el hombre compone, pero el toro suele descomponer cuando le viene en gana y de forma inesperada. De Justo fue cogido gravemente por su primero y Álvaro de la Calle (hay que recordarlo) se enfrentó a cinco toros, de Madrid, lidiándolos y matándolos con guapeza y solvencia. Y ¡hála! Para casa. ¡Ahí queda eso!
Consecuencia de la gesta: ni puñetero caso por parte de la empresa, ni una oportunidad como es debido por rescatar del olvido a un torero; intentarlo, por lo menos. Y lo más penoso es el desprecio en su tierra donde se anuncian corridas de toros en Villoria, Béjar, Guijuelo, seguramente Peñaranda. Y nadie tiene la idea “generosa” de anunciar a Álvaro de la Calle.
Digo yo que habrá que decirle a Morante, El Tío de la vara que pone las cosas en su sitio y justicia donde no la hay, que se acuerde de este torero.
Sólo Morante de la Puebla, figura del toreo con mando en plaza, debería colocarse la toga y poner las cosas en su sitio con Álvaro. No hay otra.
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