El salmantino asegura que todos esos factores tienen que ir unidos “a los conocimientos y la preparación específica que pueden llevarte al éxito”
Jero Hernández es el de la voz pausada. La mirada plácida. El tono preciso y el excelente trato que da a quién se cruza en su camino. Así llegó puntual a su cita en las instalaciones de SALAMANCArtv AL DÍA, con una sonrisa plena y palabras agradables para todo el equipo. No miró el reloj. Quiso revivir el momento que se vivió en televisión hace unas semanas en prime time con Rafa Castaño, el sevillano, licenciado en periodismo, que tuvo a todo un país en vilo durante unos minutos y logró llevarse el bote de 2.272.000 euros de Pasapalabra gracias a completar el famoso rosco del tirón. “Fue impresionante”, dice Jero.
Él conoce muy bien las sensaciones, la emoción que allí se vive, porque Pasapalabra llegó a ser “casi como una segunda casa”. Participó en este concurso en dos etapas: en 2015-2016 acumuló más de 120 programas y volvió en 2019 gracias a su participación en una copa que hicieron por comunidades. Él representó a Castilla y León y gracias a ese especial logró volver a concursar y acumuló otros 120 programas. No logró llevarse el bote, pero “estuvo muy cerca”. En esta segunda etapa, peleaba por los 766.000 euros del bote, sin embargo, no logró superar la llamada ‘Silla azul’ del programa tras 120 entregas, precisamente contra el gran Orestes Barbero. Hoy guarda amistad tanto con él como con Rafa, y ha podido felicitarles por este último hito de la televisión que han logrado.
¿Qué cualidades debe tener un concursante de este tipo de programas de televisión?
Los factores son diversos y varían en función de cada concurso, pero un buen concursante debe tener como cualidades la serenidad, la resistencia física, la capacidad de reacción cuando fallas… todo ello unido a los conocimientos y la preparación específica que pueden llevarte al éxito… o no.
¿Cómo son Rafa y Orestes en las distancias cortas?
Son dos personas maravillosas. Rafa es una persona muy capaz, lo ha demostrado. Lo del otro día fue algo impresionante. Por eso viví ese día con tanta emoción y alegría, porque logró su gran sueño, aunque sí quiero decir que hubiera sido igual de merecido si el ganador hubiera sido Orestes. Son los dos amigos, los que hemos pasado por ese trance de estudiar tanto y tener el premio tan cerca podemos intuir bien lo que ambos sintieron. Yo con Orestes compartí muchos programas. Es una de las personas más bondadosas que conozco y como concursante posee un caudal de conocimientos único. La palabra que mejor lo define es el entusiasmo. Es una persona que es pura energía, con muchísimas ganas de aprender y ganas de saber. Le tengo mucho cariño, es una persona muy entrañable y se hace querer. Y Rafa igual. Fue una pena hablar de ganador y perdedor, porque los dos son ganadores, pero ya sabemos que las reglas son así. Uno tiene que ganar y otro tiene que ser eliminado. Fue muy emocionante, la verdad. Llevaban ya varios días con 23-24 aciertos y cuando llevan tantos días así es cuestión de un instante que sucediera lo que pasó. Fue espectacular. Yo me pongo mucho en la piel de los que están allí, al verlos vivo muchos recuerdos. Yo no me llevé el bote, pero estuve en dos tandas muy prolongadas y quedarme a una palabra, a dos, eso me pasó varias veces…
¡Qué coraje! Imagino que esas palabras se quedan guardadas en la memoria…
Sin duda. Recuerdo varias. Por ejemplo, nunca olvidaré la primera vez que me quedé a una. Fue con la S, cesto ordinario hecho de madera de castaño. Era ‘Sarán’. Yo no la sabía, pero luego después revisando mis cuadernos vi que la tenía escrita, y me dio mucha rabia. Y luego otro día que nunca olvidaré fue cuando perdí el bote ante la palabra E, virtud que ayuda a bien hablar lo que conviene, y es una de las que pertenecen a la prudencia. Era ‘Eubolia’, yo dije ‘Elocuencia’ pero según lo dije en esos mismos segundos me di cuenta que no era y me acordé de eubolia. Ya no había remedio porque ya lo había dicho, pensé que fallaría más y no le di importancia hasta que acabé el rosco y acerté todas menos esa… cosas que pasan. De los fallos se aprende mucho, y esas dos palabras creo que no las voy a olvidar jamás.
Más de 200 programas acumulados en diferentes etapas no puede ser fruto de casualidad… ¿cómo se preparaba?
El afrontar estancias tan prolongadas en programas de este nivel es una experiencia muy exigente. En la eliminación de la primera etapa influyó sobre todo el cansancio por compaginar trabajo, viajes, estudio… Fue una prueba de fuego en muchos aspectos. En la segunda oportunidad permanecí otros 120 programas, pero ya pidiendo una excedencia en el trabajo sin el cual no habría podido compaginar ambas facetas. Es imposible. La gente puede pensar que solo es llegar y grabar, pero hay mucho trabajo en medio. Hay que prepararse mucho, y la preparación de unos años para atrás entre los concursantes ha cambiado mucho.
Yo empecé en este mundo en 2008 e íbamos con lo puesto (se ríe). Empecé apuntando en cuadernos de papel, entonces cada programa apunto las palabras raras… y creo que tengo ya veinte cuadernos. Eso ya es un poco obsoleto, yo lo compagino porque me resulta útil, pero además de eso trabajo mucho con las típicas tablas Excel donde tú fichas medallas olímpicas, ganadores de Óscar, las palabras que han salido en los programas y no sabía… y también algo común entre los concursantes para la preparación es la app a la que se refería Rafa hace unos días que se llama ANKI. Es una aplicación para aprender vocabulario, y para Pasapalabra es perfecta. Tú vas fichando palabras, te haces un fichero de miles de palabras que a base de escucharlas y repetirlas vas aprendiendo y sobre todo repasando. La gente se piensa que esto es magia, y que los concursantes tenemos una cabeza privilegiada pero no, es a base de repetir y repetir.
¿Lo más duro de la experiencia era por tanto compaginar las grabaciones con el trabajo y con la vida personal?
Sí, una vez que estás allí lo duro se olvida, porque grabar Pasapalabra es divertido, pero cuando lo compaginaba con el trabajo me resultaba muy duro. Lo mismo me pasó cuando participé en Saber y Ganar. Este programa grabábamos dos días, desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche, y al día siguiente lo mismo. Se grababan tres programas por la mañana y otros tres programas por la tarde, por lo que el esfuerzo es muy grande. Es un reto muy exigente. La gente se piensa que solo es ir allí y grabar, es la parte que no se ve. La de estudiar e intensificar para cada programa, y en mi caso a eso se suma el viajar, la familia, las obligaciones personales… pero merece la pena.
La cuantía económica fue notable, aunque no lograras el soñado bote. En su caso, más de 200.000 euros, sí dan para algún capricho…
Sí, alguno sí, pero sobre todo se destinó a gastos domésticos y de vivienda, y bueno, esas vacaciones durante esos años fueron buenas, no lo voy a negar (sonríe).
¿Y si hubiera ganado un bote como el de Rafa?
Sinceramente no lo sé, una cantidad de dinero tan importante te cambia la vida y más a la edad de Rafa, te hace replantearte todo. Yo no lo sé… la verdad. Seguro que algo compartiría con quién más lo necesite, con colectivos como Cáritas, con los que siempre me gusta colaborar.
Respecto a la cuantía económica, preguntado por la cantidad que se lleva Hacienda cuando se logran superar estos concursos, Rafa habló claro: “Cuánto más tienes, más debes aportar”. Es una afirmación que a muchos les ha sorprendido… ¿cuál es su opinión sobre ello?
Entiendo que se haya manifestado porque es algo que nos preguntan siempre. Es algo curioso. No sabes la de gente que me pregunta sobre ello y siempre digo de verdad, no con ironía, que es algo bueno que Hacienda se lleve la parte correspondiente. Entendí perfectamente lo que dijo Rafa, es que la mitad de ese dinero ha sido para todos los españoles, si queremos tener una sanidad de calidad, una educación de calidad, unos trasportes públicos de calidad… una parte importante viene de los impuestos. Ese millón de Rafa va a destinarse a muchas cosas en beneficio de todos, por eso no me gusta tampoco esa expresión que tantas veces me dicen de que Hacienda quita. No es así.
¿La fama como la lleva?
Es el aspecto más singular y a lo que más me costó adaptarme cuando volví a mi realidad. Aunque varía mucho según las épocas, el cariño de la gente se hace presente en muchos momentos y en muchos lugares, y da pie a muchas anécdotas. Me preguntan por cuestiones de todo tipo, me pitan desde los coches y algún que otro selfie en cualquier parte. La gente por lo general es agradable, pero hay gente que por bien te agarran, te zarandean, te irrumpen estés donde estés, y a eso no me acostumbro.
Pero no tiene ‘haters’, ¿no?
Alguno hay, no lo voy a negar. Alguno he tenido sí. La gente se alegra, te felicita, y tienes más de 90 comentarios de ese tipo y de repente te llega uno durísimo, te descoloca. Recuerdo una vez por Facebook, una señora con su nombre y apellido, que me dejó un comentario tan duro que me dejó echo polvo. Ponía que le daba asco, literalmente. Me descolocó, no entendía nada. No contesté, no dije nada, pero afecta. Ese tipo de comentarios son la minoría, pero los hay, y es muy triste. Mi objetivo no es gustar a toda la gente, yo lo único que hago es disfrutar de las cosas buenas y aprender mucho de los errores. Seguir acumulando experiencias de vida es lo fundamental.
¿Qué retos tiene por delante?
En el tema laboral, ahora mismo estoy en excedencia por motivos personales, pero cuando vuelva al trabajo en la Universidad de Salamanca, donde he trabajado más de 30 años, he solicitado un traslado al servicio de bibliotecas, un nuevo reto, ya que siempre he trabajado en el Gabinete de Protocolo. Y a nivel personal, exprimir la vida con la gente que quiero, con mi familia.
¿Y valora volver a la televisión?
Yo siempre digo de broma que estoy muy visto, pero nunca se sabe, quién sabe… depende. A los que somos veteranos nos suelen llamar para muchas cosas, y si el trabajo y la familia lo permiten… pues nunca digas nunca.
FOTOS Y VÍDEO: VANESA MARTINS