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LUZ DEL AMANECER

Parlamento

Actualizado 23/03/2023 15:59
Juan Robles

Hemos vivido estos días la presentación y defensa de una moción de censura. Naturalmente se ha presentado en el parlamento nacional de España. Es una buena ocasión para considerar qué es un parlamento y qué es el ejercicio del parlamentarismo. Tenemos que tener en cuenta que, además del parlamento nacional, el más conocido y cercano a nosotros y a nuestra realidad social y política, existen otros parlamentos a diferentes niveles, como son los parlamentos autonómicos, el parlamento europeo y hasta un parlamento que se puede considerar universal: el parlamento de la ONU.

El parlamento es un lugar donde se reúnen diversos ciudadanos para parlamentar, para hablar e intercambiar opiniones sobre las formas de contemplar las realidades de la sociedad. Está claro que la esencia del parlamentarismo es la de hablar civilizadamente, como corresponde a ciudadanos maduros y respetuosos de la normativa vigente en cada caso, para marcar el camino a seguir en la vida política, examinar el cumplimiento o no de las decisiones tomadas, o proponer nuevas vías si las actuales se han demostrado ineficaces o incluso contraproducentes.

Esta vez, en el desarrollo de la moción de censura, un poco extraña por razón del grupo político que la presentaba, así como por proponer como cabeza del plan del posible (más bien imposible) nuevo gobierno alternativo que se proponía estaba don Ramón Tamames, experto economista y con experiencia en diversas ocasiones de intermediar para corregir errores y proponer diversos modos para salir del atolladero en situaciones de difícil salida. Pero tenía un grave inconveniente: su avanzada edad (90 años), que le lleva a ver la realidad de hoy como si no hubiera cambiado desde antaño, o en todo caso con grave dificultad para asumir la presidencia de un nuevo gobierno, en caso de haber triunfado la moción de censura.

En nuestro parlamento, desgraciadamente llevamos ya tiempo en que hemos cambiado el diálogo o la discusión educada y respetuosa, que lleve a hablar de la realidad del día a día que nos afecta, y hemos pasado a abundar en insultos, ataques personales y luchas cuerpo a cuerpo, en lugar de ofrecer propuestas razonables y realizables en la práctica.

En la acción parlamentaria de la moción de censura, daba la impresión de que se había pasado a una nueva práctica de moderación y respeto. Así parecía deducirse de los discursos del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, aunque hablase en forma mitinera e interminable en cuanto al tiempo y, por otro lado, el discurso informado y razonable del aspirante al gobierno alternativo, don Ramón Tamames.

Pero el discurso exaltado del portavoz del partido socialista, Patxi López, y del mismo presidente del gobierno en su última intervención, criticando en forma inadmisible al aspirante, obligó a éste a realizar una fuerte recriminación al gobierno de Sánchez, y a reclamar una mayor obligación de diálogo y encuentro entre los grupos de diferentes tendencias ideológicas.

Problemática es la situación en nuestro país, desde luego, pero esta práctica inmadura e infantil, que sólo piensa en el propio interés, está siendo la práctica ordinaria de muchos países de América, de Asia y aun de Europa. Y en muchos de esos países está presente y activa la obra de la Iglesia misionera. Y los misioneros son conscientes de que están en una situación privilegiada y con posibilidades efectivas para avanzar por caminos de educación y diálogo, y por prácticas de fraternidad cristiana, que cambie la forma social de progreso y convivencia.

Desde las prácticas negativas de la actividad parlamentaria, que podrían provocar una reacción en busca de una mejor orientación social y política, da la impresión de que, en muchas ocasiones, lleva al desentendimiento de la sociedad respecto de la realidad política y del bien común, dando oportunidad en algunos casos a que surjan gobernantes tiránicos o se trasformen los particulares en individuos entregados al abuso económico o a situaciones de abundantes prácticas sexuales desbocadas o a cantidad de maras o de grupos de violencia. Ahí queda el reto.

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