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Pensar el misterio
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Pensar el misterio

Actualizado 15/03/2023 08:46
Juan Antonio Mateos Pérez

Nuestros dioses guardaron la verdad en una profunda oscuridad

HORACIO

Os digo desde el fondo de mi alma: la palabra es un gran fondo de residuos. Lo mejor queda siempre en su interior, muere en su profundidad, como el rescoldo bajo la ceniza

HÖLDERLIN

El vivir humano es un vivir con sentido. La cultura es un esfuerzo común de crear para dar sentido a la existencia, expresándose en muchas facetas, como el arte, el pensamiento o la religión. Viktor Frankl pensaba que la religión cumple funciones fundamentales en la vida de las personas, desde dar cobijo y esperanza hasta orientación y sentido existencial. P. Berger, nos recuerda que la religión es el intento audaz de concebir el universo entero como algo humanamente significativo. La religión no sólo es un hecho cultural, sino que en muchos aspectos la cultura es un hecho religioso.

Después de una época de silencio sobre Dios, de desinterés desde el pensamiento, parece que vuelve a estar en la mesa de las novedades culturales, vuelve a ser objeto de Debate. Nietzsche vio con lucidez que no podemos liquidar a Dios de la construcción social de sentido, ya que Dios aparece con otros nombres, incluso allí donde se reniega de Él. Pero en la pregunta sobre Dios, no podemos responder del todo a ella, nos transciende y nos supera. Sólo queremos pensar en alto, crear un diálogo entre la razón y el corazón. Es un camino de búsqueda, es en parte cuestionar, en parte preguntar y preguntarse, nunca un monólogo. En esa posibilidad de la pregunta, del diálogo, se puede ir ascendiendo desde la doxa a la episteme, desde la mera opinión al conocimiento, desde la razón al corazón.

Debemos ser conscientes que, nuestras imágenes de Dios nacen de nuestras interpretaciones acerca de Él. Frecuentemente interpretaciones de otros, o de otra época histórica, que a veces las asumimos sin mucha o ninguna reflexión. Se nos olvida muy a menudo, que la Biblia, los Evangelios, el Corán, las Upanishads, etc., son libros donde Dios habla a los hombres con palabras humanas. Martín Velasco, se refiere a un rasgo constitutivo de ser persona, el encuentro del hombre con el Misterio. El encuentro interpersonal entre el tú humano, con el Tú absoluto, siendo el lugar donde se deja percibir y desvelar en esa realidad simbólica. J. M. Mardones, nos insiste que tenemos que esforzarnos por una buena representación de Dios, rechazar imágenes que desvirtúan, perversas e idólatras.

Debemos descartar el mal del providencialismo, la de un Dios que dirige todo. Es aquel que afirma que todo lo que ocurre en el mundo lo ha querido Dios, desde una enfermedad, hasta una catástrofe natural, ganar un partido de futbol o encontrar trabajo. En la mentalidad popular tenemos expresiones como “gracias a Dios”, “Dios mediante”, “Dios me lo arrebató”, etc. Así, nada se escapa al control o acción de Dios, interviene de manera directa, universal y total. Todo sucede porque Dios quiere, la consecuencia es el determinismo y el fatalismo. Esta visión de Dios educa en la resignación, y también, en la evasión de la realidad. El velo de Dios intervencionista encubre no ver las realidades económicas, sociales y políticas de las enfermedades y muertes de nuestro mundo, como la pobreza y el hambre. Por otro lado, legitima estructuras de la realidad injustas, o al menos, profundamente desiguales. Así, esta visión providencialista de Dios es una visión injusta y arbitraria.

En el origen de esta visión de Dios, donde nada sucede sin que Dios lo permita, se saca fuera de contexto ciertos pasajes bíblicos, como “Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados” (Lc 12,7), y también, en esa visión de pensamiento de Occidente que absolutiza la razón. Ahí está la grandilocuente concepción de la historia hegeliana, para el hombre occidental, la historia es la historia del Espíritu. Una historia dialéctica, pero que camina hacia cotas de mayor realización, dirigido por la razón que domina al mundo. De alguna manera identifica la razón o el Espíritu, con la providencia divina, así el proceso histórico es concebido como la realización del reino de Dios. Compagina esas dos realidades, con lo que él llama, la “astucia de la razón”, que actúa en las pasiones e intereses de los hombres. Siguiendo los instintos, los grandes hombres y los pueblos, son instrumentos del plan divino superior. Así, el cristianismo para Hegel es el punto culminante de la historia, donde convierte la filosofía de la historia en una teodicea. Por eso afirma Hegel que “la historia del mundo era el juicio del mundo”.

Estas formas de entender a Dios y su providencia, fueron denunciadas por lo el filósofo francés Paul Ricoeur, que habló de los "maestros de la sospecha": Marx, Nietzsche y Freud. Encontrando en su pensamiento novedades que permitían "arrancar las máscaras", señalando su capacidad para revelar los significados ocultos tras la insuficiencia de la noción moderna de "sujeto". Se intenta sustituir a Dios por otras realidades, haciendo de éstas el tribunal supremo desde donde se juzga la vida del hombre. La religión es la alienación del hombre, la adormidera de la sociedad, un ideal creado para resolver los problemas de la sociedad, pero no los resuelve. En palabras de Freud, es una alteración de la conciencia que desboca en una neurosis colectiva, que sirve a las sociedades para superar el terror de la historia, el destino y la muerte.

Para no caer en proyecciones del propio ser o en ídolos adquiridos, es importante referirnos a Dios desde el misterio, con gestos de respeto y silencio, incluso con temor y temblor. De anonadamiento ante alguien que nos supera y que no se deja atrapar en nuestros esquemas. Esto no quiere decir que sea una realidad impenetrable, sino que supera todas nuestras expectativas. Es una realidad inagotable, nunca decible, ni explicable del todo, sino siempre nuevo y por explorar. Desde ese misterio inasible, tiene sentido mi vida, ya que ensancha y enciende mi interior, es más íntimo que mi intimidad y me colma con su presencia. Su realidad misteriosa se funde en mi interior desde la libertad y el amor, me enriquece y me hace más humano e ilumina el misterio de mi existencia.

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