Existen diferentes tipos de glaucoma, por lo que es importante conocer cómo prevenirlo y qué conseguir seguir si lo padecemos
El glaucoma es una enfermedad que afecta a la vista. Concretamente al nervio óptico del ojo y que generalmente se produce cuando en la parte delantera del ojo se acumula fluido, lo que da lugar a aun aumento en la presión del ojo que daña al nervio. Hoy es su Día Mundial y mañana arranca la Semana del Glaucoma con el objetivo de sensibilizar y concienciar a la sociedad sobre esta enfermedad.
Es un ladrón silencioso que al principio de la enfermedad pasa desapercibido pero que es la principal causa de ceguera en las personas mayores de 60 años. Los expertos explican que existen dos formas de contraer el glaucoma: crónico de ángulo abierto o de ángulo cerrado.
El glaucoma de ángulo abierto es el más común y se suele producir de forma gradual, cuando el ojo no drena el fluido como debería. En ese momento la presión aumenta y empieza a dañar el nervio. No es doloroso, pero es importante controlarse y realizar exámenes oculares.
Por su parte, el glaucoma de ángulo cerrado se produce cuando el iris de una persona está muy cerca del ángulo de drenaje del ojo, que puede llegar a bloquear. Si esto llega a ocurrir se produce lo que se denomina ataque agudo, y hay que visitar con urgencia al oftalmólogo; de lo contrario, se podría llegar a la ceguera.
El glaucoma es un ladrón silencioso, por lo que los cuidados son fundamentales. La única forma de diagnosticarlo es a través de un examen ocultar completo que el oftalmólogo realizará, a través de diferentes exámenes.
El tratamiento varía dependiendo de cada caso. Se puede controlar por gotas o realizar una cirugía. En todo caso, el oftalmólogo aconsejará en función de cada paciente.