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Una salmantina víctima del 11-M recuerda el horror que vivió: "Intentábamos avanzar por el andén buscando una salida…Ya había gente en el suelo"
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EN MARZO DE 2004

Una salmantina víctima del 11-M recuerda el horror que vivió: "Intentábamos avanzar por el andén buscando una salida…Ya había gente en el suelo"

Actualizado 10/03/2023 09:24
Vanesa Martins

Estaba en el tren que cogía a diario para ir a trabajar. Mismo vagón y mismo horario. Se encontraba leyendo un libro cuando de repente una explosión convirtió todo en silencio y oscuridad

Han pasado 19 años. 228 meses desde aquel fatídico 11 de marzo de 2004. Un atentado terrorista que paralizó Madrid, España y el resto del mundo. Cuatro explosiones en diferentes trenes y vías que dejaron en silencio a Madrid en silencio. Un doloroso silencio solamente roto por los gritos de las personas y el sonido de las ambulancias. Miles y miles de personas afectadas. De vidas rotas. De respiros por última vez. Miles de víctimas mortales. Miles de víctimas psicológicas que viven con un recuerdo, unas imágenes imposibles de olvidar.

Una de esas personas es Francisca, una salmantina que vivía en Madrid. Allí vivía, trabajaba y tenía su familia. Nació y creció en un pueblo cerca de la capital del Tormes, donde todavía viven miembros de su familia y amigos.

Aquel 11 de marzo de 2004 se encontraba en la estación de Atocha. En el vagón que cada mañana cogía, a la misma hora, para ir su trabajo. “El mismo vagón de siempre, el quinto, porque era el que mejor me dejaba en la salida”, recuerda al otro lado del teléfono.

Se encontraba leyendo un libro cuando de repente sintió, igual que el resto de pasajeros, una explosión. Su vagón no explotó, pero todo se quedó a oscuras. El miedo y la incertidumbre se apoderaron de ella. “Esos días ya se estaba hablando de terrorismo, por lo cual no dudé en que se trataba de un atentado terrorista. No lo dudé, en ningún momento”, explica, mientras empieza a resquebrajarse su voz.

“Intentábamos avanzar por el andén buscando una salida… Ahí ya vimos gente en el suelo... "

Consiguió salir del vagón, como el resto de personas que se encontraban en él. “Intentábamos avanzar por el andén buscando una salida… Ahí ya vimos gente en el suelo... A ellos les había afectado más”, relata. En ese momento, buscando una salida, explotó otro vagón. “Salieron las ventanas, subían por encima de nosotros”, explica. “Ya no sabíamos si avanzar o no porque las ventanas volaban”.

En ese momento, dice que tuvo “la suerte” de ver a una persona que conocía del trabajo. “Iba subiendo una escalera mecánica al final de Atocha. La llamé y me vio. Nunca lo olvidará, ni yo tampoco”, dice. “Conseguí llegar hasta ella y nos abrazamos”. Desde ese momento no se separaron, solo querían salir de aquel horror, huir y consiguieron.

Al salir de Atocha y otro golpe de realidad. “Solo se oían ambulancias y policías”. Llegaron hasta una calle donde había una cabina de teléfono, y esta salmantina lo primero que hizo fue llamar a su casa. “Mi marido siempre, todos los días, escucha la radio y ya sabía que había pasado. Él sabía que por la hora yo estaba en el tren. Descolgó y me preguntaba que dónde estaba”. Su marido ya había llamado a su trabajo. Sabía que Francisca no había llegado. “Imagínate cómo estaba”, recuerda.

Desde ese día la vida de esta salmantina cambió radicalmente, para siempre. Al día siguiente fue igual o más duro. “No podía ni levantarme de la cama, me absorbía el colchón”.

Perdió a mucha gente conocida: madres de compañeras del colegio de su hija, a un amigo de su otra hija que iba a cumplir 19 años, muchos vecinos de su barrio….

Ella es una de las tantas víctimas psicológicas de aquel acontecimiento. “Físicamente no tuve ni tengo secuelas. Psicológicas sí. Muchas. Nunca se pasan”, explica. “Yo fui a terapia, y me ha ayudado mucho. Aprendes a vivir con ello, pero no lo olvidas”.

Días después, su hija de 5 años le decía "¿Mamá, por qué no sonríes? ¿Mamá por qué no te ríes como antes?"

Francisca fue una víctima y también es una valiente. “El psiquiatra me decía que era una maestra de la vida". Y lo es. "Yo lo intentaba y lo he intentado siempre”. El apoyo de su familia fue fundamental, de todos y cada uno de sus hermanos, de su marido y de sus hijas. “Hay una cosa que se me ha quedado grabada”, explica entre lágrimas. “Mi hija, que tenía 5 años en aquel momento, días después del atentado se acercaba a mí y me decía ¿Mamá, por qué no sonríes? ¿Mamá por qué no te ríes como antes?”.

Con el paso del tiempo volvió a coger ese mismo tren. Pero de forma progresiva. Poco a poco. “El primer día que volví a comenzar a hacerlo iba solo una parada y en otro horario. Lo hacía en horas que no me recordaban a lo vivido, poco a poco, y al principio lo pasaba mal. Me sudaban muchísimo las manos, lo recuerdo como ahora”, explica.

Un duro golpe, imágenes que están grabadas en su memoria. “Los primeros días todos me decían que era una afortunada por estar aquí. Yo no me sentía así. Pensaba que tenía que estar muerta, que no tenía derecho a estar viva”, explica. Con ayuda ha salido adelante.

Ahora quiere vivir cada momento. Francisca es una de las muchas víctimas que dejó aquel 11-M de hace ya 19 años. Pero también es una valiente, una luchadora y, como ella misma dice, una maestra de la vida.