Toda obra artística nos habla desde el silencio y desde una belleza de la cual ella es manifestación. Silencio y belleza se alían y manifiestan para revelarnos el fulgor del ser humano y el fulgor del mundo.
El arte es, por ello, una de las manifestaciones más hermosas y conseguidas del ser humano como especie. Nos manifiesta y nos revela, nos ilumina y nos humaniza, nos sosiega y nos protege.
Estos días pasados, me encontraba en Madrid y tenía ocasión de contemplar, acaso en exceso, por la abundancia de propuestas, no pocas obras artísticas, particularmente pictóricas.
Dedicamos sus ocho horas (todo el horario de un día) a recorrer todo el itinerario de ARCO 2023. Dispersión, variedad, convivencia de maestros y artistas que se van consolidando, heterogeneidad, clasicismos y vanguardismos, lienzos y propuestas más arriesgadas en formatos distintos… Toda esa diversidad de las propuestas creativas contemporáneas se nos ofrecía. La contemplación, nuestra contemplación, había de filtrar la mayor o menor validez de lo contemplado.
Picasso, Miró, Tàpies, Chillida, Palazuelo, algunos artistas de El Paso, así como posteriores (Sicilia, García Sevilla, Barceló…), esto es, los grandes nombres españoles aparecían bien representados. Así como el mítico Joaquín Torres García, con algún que otro cuadro y sus juguetes…; un artista que siempre nos fascina.
¡Ah!, y de pronto, en una galería, nos encontramos con el artista sevillano Luis Gordillo. Y tuvimos la ocasión y la fortuna de charlar con él y de sacar a relucir el nombre de uno de sus discípulos, el leonés Daniel Verbis, a quien, en su momento, editamos un libro en la colección de “Plástica & Palabra”, que en la universidad de León co-dirigiéramos.
Pero estaban también algunos maestros internacionales, como Jean Dubuffet, o el siempre fascinante Richard Serra… Y esa maravillosa constelación de mujeres, de valiosas artistas, como Carmen Laffón, Esther Ferrer, Elena Assins, Concha Jerez Carmen Calvo, Soledad Sevilla…, con propuestas siempre llenas de imaginación, de belleza y de nuevas propuestas iluminadoras.
Pero tuvimos también ocasión de contemplar, en la Fundación ICO, otra exposición de Pablo Palazuelo, con sus creaciones marcadas por una geometría tan personal como sorprendente y armoniosa, y su relación con la arquitectura y el urbanismo
Y aún pudimos acceder, en el atardecer de otro día, al Museo del Prado y ver la exposición de Fernando Zóbel y sus creaciones tan esenciales y deslumbrantes, en su relación con la pintura clásica. Uno de sus diálogos lo estableció con Zurbarán y su Santa Faz o Verónica, atesorado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, que se exponía en el Prado junto a las creaciones de Zóbel, cuyos cuadros suponen un estallido en uno de los puntos del espacio silencioso, como si fueran una suerte de ‘big bang’ de la belleza.
Toda una ebriedad de manifestaciones de la belleza, ¿al alcance de todos? En buena parte, sí. Pero hemos de acercar mucho más el arte a la sociedad y, particularmente, a nuestros escolares y estudiantes, para que luego, en sus vidas, le otorguen la importancia que tiene y, de ese modo, impregne y humanice nuestro tejido social.
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