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Decimonónicos ergo médicos
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Decimonónicos ergo médicos

Actualizado 02/03/2023 08:17
Tomás González Blázquez

Los miércoles en mi centro de salud tenemos un rato de formación al comenzar la jornada. Los diferentes miembros del equipo de atención primaria (médicos, enfermeras, fisioterapeuta, técnico de radiodiagnóstico...) revisamos algún tema de interés y lo presentamos. Hace poco estaba hablando Paco de cuidados paliativos, con nombre propio obviamente porque hay pacientes inolvidables, y recordó la respuesta del gran Gregorio Marañón cuando un periodista le preguntó acerca del avance más importante de la Medicina: "La silla". "¿Por qué la silla, doctor?". "Porque lo más importante, y no ha habido avance que se le aproxime, es lo que cuenta el paciente".

Han pasado varias décadas desde esa certera contestación y todavía quedamos muchos médicos, no sé si ya minoritarios pero quiero creer que muy combativos y convencidos, que pensamos lo mismo. En la silla donde se sienta el paciente, en la cercanía y en la empatía, en la compasión verdadera, en la habilidad para preguntar y la paciencia para escuchar, en la agilidad para pensar y la destreza para explorar, está el mayor avance de la Medicina. Porque con esos argumentos, sin necesidad de ningún artilugio extraordinario ni de ninguna técnica deslumbrante, se resuelven la gran mayoría de los problemas que una persona plantea a un médico. Otros habrá que nunca se resolverán ni recurriendo a los más extraordinarios de los artilugios ni gracias a las más deslumbrantes de las técnicas. Ante esos, sin embargo, también servirá, día tras día, la silla. Porque entonces se tratará sencillamente de estar junto al que sufre.

Viene a cuento todo esto porque hace unas semanas leí a un insigne compañero responder a las preguntas de la prensa en dirección opuesta. Si Marañón reivindicaba la silla, Villarig reniega de los consultorios locales, de sus pobres sillas, de sus desperdigadas sillas, de sus frías sillas porque se sientan pocos en ellas y cada vez menos. Se lo leí a este veterano colega, que preside el Consejo Autonómico de Colegios Oficiales de Médicos de Castilla y León y simultáneamente el sindicato CESM (¿acaso es comprensible esta mezcolanza entre la institución colegial y una fuerza sindical?), pero añadía, en dicha entrevista, que su postura es también la de las sociedades científicas de Atención Primaria. Todos ellos, como era la intención original de la consejera Casado y no sabemos aún si será la decisión final del consejero Vázquez, aspiran a resumir la organización de la asistencia a través de los centros de salud, limitando a lo imprescindible la presencia de los médicos en los consultorios locales. De ello he escrito antes y seguiré escribiendo, por lo que no diré más.

Pero sí rescato las palabras recientes del bi-presidente: "Creemos que debe priorizarse la calidad asistencial a los ciudadanos, con un desarrollo profesional de los médicos con centros de salud resolutivos. Los consultorios no son resolutivos. Es la medicina que se hacía en el siglo XlX hasta mediados del siglo XX, no la que se hace ahora en Europa. No decimos lo que se tiene que hacer, decimos que de la manera que se está haciendo no es de calidad" (Diario de León, 4 febrero 2023). Alerta al ciudadano-paciente sobre una falta de calidad en el servicio, e insiste en señalar al consultorio, a la silla, a lo rural, como ausencia de desarrollo profesional. Lo llevamos viendo años desde dentro aunque apenas afloraba a la palestra mediática general. La crisis de la Atención Primaria obedece, en buena parte, a motivos más profesionales que políticos. Y no digamos la de la Medicina Rural, vocación apenas propuesta a los estudiantes y graduados. ¿Pero qué puede esperarse si estamos colegiados por obligación y desde nuestros colegios lanzan mensajes de este tipo mientras adoptan, salvo honrosas excepciones, una actitud pastueña y cobarde ante los ataques frontales a la deontología médica? ¿Les puede sorprender, ante estos posicionamientos tan ajenos a nuestra forma de entender la profesión, que los médicos de la silla, los del consultorio rural, los de la anamnesis y la exploración general, ni nos asociemos ni nos sindiquemos?

La calidad de cada acto médico y el desarrollo profesional de un médico a lo largo de su vida pueden intentar medirse, plasmarse en informes estadísticos, encajarse en pancartas y politizarse hasta la náusea, sí, como todo, pero será una medición imprecisa, una plasmación incompleta, un encaje imposible, una politización en vano. Allí dentro, en el consultorio, o más intensamente aún en la habitación de casa, se da un encuentro entre dos personas que son alguien más que un cliente en busca de un producto y que un profesional que aspira a no sé qué desarrollo. Hay una silla y hay verdad. Como hace veinticuatro siglos, cuando Hipócrates. Como en el XIX. Como toda la vida.

En la fotografía, mis consultorios alistanos: Mahide, Boya, La Torre y Pobladura.

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