, 26 de mayo de 2024
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El Centro Documental de la Memoria Histórica reivindica a la escritora Mercedes Formica a través de Miguel Soler Gallo
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El Centro Documental de la Memoria Histórica reivindica a la escritora Mercedes Formica a través de Miguel Soler Gallo

Actualizado 01/03/2023 12:17
Charo Alonso

Dos novelas de la escritora gaditana fueron presentadas por Miguel Soler Gallo, Maribel Fidalgo y Charo Alonso.

Hay empeños académicos que se convierten en el ejercicio de una vida entera. Cuando al gaditano Miguel Soler Gallo le propusieron un tema de tesis, nadie apostaba por su elección: Mercedes Formica era una personalidad políticamente compleja y su obra parecía haber quedado en el olvido. Sin embargo, el empeño, el coraje, la tenacidad y sí, la valentía del investigador convirtieron su sujeto de tesis en un proyecto vital que suma cuatro libros publicados y el título de el mayor experto en una autora a la que hay que reivindicar, como así se hizo esta tarde de martes frío en el Centro Documental de la Memoria Histórica.

De la mano de la profesora de comunicación audiovisual de la USAL, Maribel Fidalgo, que llevó el acto con su particular pasión y rigor, el acto, tras agradecer la generosidad del espacio representado en Manuel Melgar y Marta Marcos Orejudo, fue un repaso a la vida de la autora, nacida en 1913, una figura indispensable para entender el desarrollo de las leyes a favor de la mujer en los años cincuenta. Narradora y una de las pocas abogadas en ejercicio en esa España, la obra y persona de Formica se ha sumido, por los vaivenes de la historia, en “un silencio escuchado”, como afirma Maribel Fidalgo, ya que la tarea de edición de Miguel Soler Gallo en la muy cuidada edición de la Editorial Renacimiento, está dando al público la oportunidad de conocer títulos tan importantes como la novela La ciudad perdida, y la más breve El secreto, presentadas en el mismo volumen.

Obras que, en los años cincuenta, sufrían la censura –muy ilustrativo resulta el que Miguel Soler Gallo muestre al público los cuatro finales posibles de la novela exigidos para su publicación- y que suponían un avance. Es la primera novela –como recuerda Maribel Fidalgo- en la que aparece un maquis, un personaje contrario a los vencedores al que la autora no juzga, e incluso, con gran escándalo del censor, consigue hacer cercano a un lector que se enfrenta a una novela en la que se trata con dignidad tanto a vencedores –la protagonista es viuda de un héroe de guerra- como a vencidos.

Acusada de ultracatólica, esta novela de Formica, cuya pertenencia durante tres años a la primera Falange Española fue como una mancha indeleble en su imagen pública, ha sido denostada por la crítica. Sin embargo, se trata de una obra que se adelanta a su tiempo por el tratamiento formal, como se adelantaron las ideas feministas de una abogada defensora de las mujeres maltratadas por un sistema injusto y que, según Miguel Soler “Tenía un gran afán social y va a dar voz a personajes destrozados por una guerra en la que todos pierden”. Orteguiana en sus planteamientos, sumamente culta, dedicada a la edición y muy hábil a la hora de enfrentarse a la censura en los sucesivos finales que el editor ha sabido interpretar muy bien, Formica, a quien ahora van a homenajear como jurista, defensora de las leyes que en la España Franquista cambiaron el Código Penal hacia la mujer, se nos descubre como una autora excepcional, cuya obra, poco a poco, Miguel Soler rescata del olvido.

Acto ágil, entregado a la defensa de un legado personal, jurídico y sobre todo, literario que no puede quedar en el olvido silenciado, nos devolvió, a través del trabajo inmenso de Miguel Soler, el recuerdo de un tiempo que nos retrata. Un tiempo de silencio en el que se alzan voces combativas que deben sortear la censura y que preconizan la tolerancia y el entendimiento entre esas dos Españas enfrentadas. La ciudad perdida, plena de valores literarios, es un canto a ese entendimiento; El secreto, en la mejor tradición de la novela breve cervantina, es una crítica feroz a un sistema jurídico que aplasta al débil y le condena sin paliativos. Una voz atrevida, la de Mercedes Formica, quien, recuerda Maribel Fidalgo, era la editora de una colección de novela breve La novela del sábado, que se vendía a 6 pesetas y que tenía tiradas de 10.000 ejemplares, un espacio para la lectura y para sacudir en cierto modo las conciencias de los lectores, siempre en manos de la más cerrada y cerril de las censuras.

Esa Formica, universitaria antes de la guerra, idealista, llena de dones, a quienes los exiliados políticos escribían pidiéndole que no dejara de pelear, ya fuera desde su bufete, desde sus novelas o desde las páginas del ABC donde escribió siempre. Recuperar su persona, su obra, su legado, es la tarea titánica de Miguel Soler, un empeño que no solo conjura un olvido y maltrato injusto, sino que nos devuelve la fe en esta memoria a veces tan sesgada. Una memoria que tiene su casa en este Centro Documental, donde mañana miércoles, se estudiará, de la mano de Maribel Fidalgo y Adriana Paíno la versión cinematográfica de la novela La ciudad perdida, todo un alarde de libertad de una autora que amaba el neorrealismo italiano. No se lo pierdan.

Charo Alonso.

Fotografías: Fernando Sánchez Gómez.