, 05 de mayo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Ideologías contra la Ciencia. Segunda parte
X

Ideologías contra la Ciencia. Segunda parte

Actualizado 01/03/2023 07:57
Antonio Matilla

La llamada Ley trans es una ley ideológica que no muestra ningún respeto a la Ciencia. Eso me recuerda un amigo que siempre ha andado sumido en causas perdidas, un romántico de la razón, que cree estar siempre en posesión de ella. Y yo le digo: ¿Sabes una cosa? Yo también tengo razón, y más que tú, porque soy más viejo y porque he estudiado filosofía. Pero ¿sabes para qué me sirve tener razón? Para nada, porque lo importante no es tener razón, sino actuar bien, guiados por la razón. Yo me entiendo.

Claro que, en los últimos cincuenta años, las Ciencias han avanzado tanto que no está al alcance de casi nadie ni siquiera entender de qué van los avances científicos, tan complejos como son, trátese de la Astrofísica o de la búsqueda del bosón de Higgs, de la Ecología o de la inhibición de la tirosina kinasa de Bruton para embridar determinados tipos de cáncer.

No es lógico esperar que todos los ciudadanos tengamos el suficiente conocimiento científico que nos permita entender, siquiera mínimamente, los últimos descubrimientos. Es una paradoja, porque resulta que nuestra propia vida o el bienestar de toda la humanidad podrían depender de esos hallazgos. Y es también lo cierto que, en una sociedad de opinión, las decisiones de la mayoría no siempre son coherentes con los avances científicos, sociales y culturales. Una mayoría suficiente del pueblo alemán dio el poder a Hitler y muchos autócratas y dictadores actuales, Vladimir Putin por ejemplo o Daniel Ortega, comenzaron con un triunfo en las urnas. En nuestro propio patio de vecindad, las leyes que se han aprobado recientemente por mayoría democrática en el Congreso de los Diputados, se apoyan grandemente en la opinión de la mayoría, pero sin el contrapeso de los científicos, de los expertos verdaderos y de los Órganos colegiados y los Consejos previstos por nuestro ordenamiento jurídico.

Son leyes posmodernas, hijas de nuestro tiempo y época y, como tales, padecen una enfermedad grave: creyendo apoyarse en la razón de la mayoría, han nacido con una enfermedad autoinmune: el sentimiento –sentirme bien, sentirme a gusto, sentirme realizado y feliz- tiene la oportunidad de imponerse en nuestro espíritu de tal forma que corroe a la razón crítica hasta pervertirla.

Nuestro espíritu es nuestro interior, nuestra alma, decían los antiguos, donde se entrecruzan e interrelacionan todas nuestras capacidades: pensamientos, deseos, memoria, experiencia, sensibilidad, afecto, sentido común y sexto sentido. Cualquiera puede entender que el ser humano es muy complejo y no se debe reducir a una sola de sus dimensiones, sino que hay que tener, al menos, respeto a todas ellas. Pondré un solo ejemplo, muy relacionado con el “género”. En primer lugar, no debemos obviar el poder de las palabras, pues en su inmensísima mayoría son heredadas y vienen con carga de significado desde hace siglos. Por otra parte, es evidente que la condición sexual de una persona está determinada por muchas variables, entre ellas la libertad. Pero la libertad solo es plena en el terreno virtual y de la imaginación, sobre todo de los creadores y de los artistas en general; pero incluso estos tienen cuerpo y geografía y alguien les ha concebido y parido y se han educado en una familia y en una escuela imperfecta –hasta el Eton College es imperfecto- y han mamado los valores o contravalores de una sociedad también imperfecta. Y la misma Inteligencia Artificial y el metaverso, o como se diga, también son imperfectos porque sus creadores –individuos, equipos o grandes compañías, no son tampoco perfectos y han transmitido sus imperfecciones a sus criaturas.

Pero volviendo a la ley Trans y a la posibilidad legal de cambio de sexo por mero deseo subjetivo, expresado verbalmente con toda claridad hacia el exterior, o sea, la Sociedad y el Estado, debería tenerse al menos una precaución, cuyo conocimiento está al alcance de cualquiera que haya terminado la Primaria o que quiera hacer una breve consulta en internet: ¿Cuántas células tiene el cuerpo humano? Respuesta: unos treinta millones de millones de células, o sea, en español, 30 billones. Pues bien, todas esas células, salvo las seminales, o son masculinas o son femeninas. Y supongo que habrá alguna excepción porque la biología es lo suficientemente compleja, aunque no muchas, pues el individuo resultaría inviable. Inconvenientes de ser seres pluricelulares y, para más inri, mamíferos. En resumen: no parece de sentido común no tener en cuenta esos datos. O sea, es peligroso para la salud personal, afectiva, espiritual, social, económica y política ir contra la Ciencia.

Llegados a este punto, caigo en la cuenta de que soy cristiano y sacerdote, pero como esto se ha hecho largo, diré únicamente que en próximos artículos intentaré ocuparme de qué puedo hacer como cristiano y como ciudadano ante estas nuevas leyes (educación, divorcio, aborto, sí es si, trans, …). Espero poder ver, como acostumbro, la botella medio llena.

Antonio Matilla, ciudadano, cristiano, sacerdote católico.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.