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Educación emocional
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Educación emocional

Actualizado 01/03/2023 07:56
Juan Antonio Mateos Pérez

“Quién tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”

NIETZSCHE

“… Y esperaré la muerte –Amiga muerte–, mientras afuera llueve…”. Mientras llueve

FERNANDO SOTO APARICIO

La adolescencia es uno de los momentos más críticos de un ser humano, es un momento de transición y de cambio, deberá enfrentarse a nuevos desafíos en el difícil tránsito a la edad adulta. En una sociedad organizada, vigilada y comercializada, el adolescente quiere buscar su identidad, su lugar en el mundo. Se pregunta quién es y a dónde va, pero a veces se le pide la obediencia del niño y otras la autosuficiencia e independencia del adulto.

Nuestras sociedades están viviendo cambios acelerados, se están produciendo fuertes transformaciones que afectan a la comprensión del mundo, a los valores éticos y a las creencias políticas y religiosas. La visión del mundo del adolescente ha dado un salto cuantitativo y cualitativo respecto a su generación precedente en un corto espacio de tiempo, provocando ambigüedad de estatus y la pérdida de confianza en la familia, todo ello puede provocar diferentes problemas psicológicos.

En la adolescencia se manifiesta una gran ansiedad y oscilación emocional debido a las transformaciones que se producen. Es el momento en que los jóvenes comienzan a desarrollar un pensamiento más elaborado iniciándose al pensamiento por el sentido de la vida, por lo tanto, también de la muerte. Es un periodo asociado al neurodesarrollo que atribuye una particular vulnerabilidad con mayor riesgo de trastornos emocionales y comportamientos de riesgo, como el consumo de alcohol y drogas. También pueden ser más susceptibles a los estímulos sociales negativos, como el ostracismo y las altas expectativas de los demás.

A veces, el joven es incapaz de enfrentarse y afrontar con éxito todos los retos que la vida le va planteando y este desfase puede llevar a algunos individuos al intento de suicidio. En esta situación se aprecia en el individuo un fallo de desarrollo, a nivel individual, familiar y social que le puede producir una visión negativa de sí mismo, que puede ya venir desde la infancia, pero irrumpe en la edad del ruido, que es también un tiempo de silencio.

Según un informe de Naciones Unidas, se calcula que más del 13% de los y las adolescentes de 10 a 19 años padecen un trastorno mental. También según este informe, la ansiedad y la depresión representan alrededor del 40% de estos problemas de salud mental, y a esto hay que sumar el malestar psicosocial de niñas, niños y jóvenes que no alcanza el nivel de trastorno mental, pero que perturba su vida, su salud y sus expectativas de futuro.

Pero lo más preocupante son los datos sobre los suicidios en adolescentes y menores. De los fallecimientos por causas externas, 4.003 fallecimientos corresponden a casos de suicidio, una cifra que se ha incrementado durante el último año en un 1,6% y sitúa nuevamente este grave problema de salud pública como la principal causa de muerte externa en nuestro país. De los datos globales, el mayor crecimiento se produce entre adolescentes, donde estamos asistiendo a una situación totalmente nueva y preocupante. La evolución de los datos muestra un salto muy significativo en 2020, coincidiendo con el confinamiento y los toques de queda. Esta problemática es más evidente en las menores, la brecha de género se ha ampliado en los últimos cuatro años.

El suicidio se encuentra entre las principales causas de muerte en los adolescentes y las tasas aumentan más rápidamente entre los jóvenes que en cualquier otro grupo de edad. La tasa de suicidios en España es cerca de la mitad de la media de los 27 países pertenecientes a la Unión Europea. Mientras que hay una reducción de las tasas de suicidio en esos países desde 2011, en España en cambio se detecta un ligero aumento paulatino a lo largo de los años, llegando a su mayor pico en 2022.

Según el psiquiatra Néstor Szerman (entrevista en El Confidencial), afirma que estamos ante una situación totalmente nueva y enormemente preocupante de aumento de la demanda asistencial de adolescentes por conductas autolesivas, ideaciones suicidas y alteraciones conductuales importantes. El psiquiatra del Gregorio Marañón, no solo apunta a los efectos de la pandemia, sobre todo a la excesiva dependencia de las redes sociales que actúan como un “disparador” de la intención suicida. La organización Save The Children apunta que algunas de las causas principales de los suicidios entre adolescentes son el acoso escolar o el ciberbullying. Según datos de la organización, los menores que son víctimas de bullying tienen 2,23 veces más riesgo de sufrir ideaciones suicidas, esto se dispara en el caso del ciberacoso.

Ante esta situación tan preocupante, el informe de las Naciones Unidas sobre la salud mental del adolescente afirma, que la educación emocional es una de las piezas clave para fomentar la salud mental desde las primeras etapas de la vida. Pero, además, existen una serie de factores de riesgo que influyen en la salud mental de niñas, niños, adolescentes y jóvenes como son haber sido víctima de abusos sexuales, de acoso escolar o ciberbullying, el género, las expectativas sobre el empleo o el cambio climático, las adicciones con o sin sustancia, la soledad no deseada, ser migrante o haber sobrevivido a un conflicto bélico.

Para afrontar el suicidio, no solo son suficientes los programas de prevención y políticas de los gobiernos. En diciembre el Consejo de Ministros aprobó la nueva Estrategia de Salud Mental, que cuenta con un nuevo enfoque basado, entre otros aspectos, en la prevención de la conducta suicida y la interacción con el entorno familiar, poniendo énfasis en los derechos y autonomía del paciente. Siendo muy importantes los programas de prevención, urge también la creación redes de apoyo de la familia, escolares o laborales. Desde la escuela, además de la prevención y posible ayuda, parece necesario el desarrollo de esa educación emocional, antes mencionada.

La educación tradicionalmente se ha centrado en el desarrollo del intelecto, con un marcado olvido de lo emocional. Creemos que es necesario una educación integral y desarrollar todas las capacidades del individuo. Sin despreciar lo cognitivo, debe completarse con lo emocional, ambos elementos son necesarios para el desarrollo de la personalidad. Para reconciliar en el aula la emoción y la cognición (Goleman), la educación debe incluir en sus programas la enseñanza de habilidades tan esencialmente humanas como el autoconocimiento, el autocontrol, la empatía y el arte de escuchar, así como el resolver conflictos y la colaboración con los demás. Para poder gestionar adecuada y eficazmente esa esencia que somos, hay que aprenderlo.

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