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Mercedes Formica, memoria recobrada por Miguel Soler para presentar “La ciudad perdida” y “El secreto”
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Mercedes Formica, memoria recobrada por Miguel Soler para presentar “La ciudad perdida” y “El secreto”

Actualizado 27/02/2023 18:14
Charo Alonso

Será en el Centro de la Memoria Histórica junto a la profesora Maribel Fidalgo y Charo Alonso

Tiene nuestro Centro de la Memoria Histórica la reivindicación de lo perdido, la necesidad de recobrar aquello que callamos. Por eso tanto la presentación de las novelas de Mercedes Formica por parte del académico que le está dedicando su trabajo, Miguel Soler, como la proyección de la película basada en “La ciudad perdida” con el estudio y recuperación de las profesoras Maribel Fidalgo y Adriana Paíno es un gesto de justicia.

Justicia porque a la autora gaditana Mercedes Formica, como a sus compañeras de generación, mujeres que eran veinteañeras cuando estalló la guerra civil y se vieron marcadas por el desastre de la posguerra, la historia de la literatura las sepultó bajó una etiqueta “Generación del 36” y no reconoció apenas sus logros, sobre todo en la narrativa. Mujeres que, como Formica, habían participado de la apertura de la España republicana, de la Institución Libre de Enseñanza y que se veían abocadas a una España grande, libre y devuelta a los corrales por obra y gracia de la Sección Femenina de Pilar Primo de Rivera.

Para colmo, fue Mercedes Formica adelantada en todo, hasta en el hecho de pertenecer muy tempranamente a la Falange, así como el de desvincularse de ella a la muerte de José Antonio. Mercedes Formica era una muchacha bien nacida en Cádiz, que gracias a su madre logró acudir a la universidad de Sevilla donde dejó las letras por el derecho hasta que el divorcio cruento de sus padres la llevó en un Madrid donde se embestían las dos Españas. En sus espléndidas memorias, también editadas por Miguel Soler, Mercedes Formica se siente como un cronista de Indias, capaz de relatar la tragedia porque la vivió y vio. Una lucha que no solo alimentó su autobiografía, sino una obra tan capital como la que se presenta en 28 de febrero en El Centro de la Memoria Histórica, “La ciudad perdida”.

Los años cuarenta, cincuenta, nos devuelven a una mujer bien casada que, sin embargo, nada tiene que ver con el modelo imperante. Logra acabar la carrera de Derecho, publica libros, artículos, da conferencias… se convierte, en suma, en una figura que llegará a defender las ideas de Simone de Beuvoir, a ejercer como abogada en Madrid y a pelear por el sitio de la mujer… una tarea que culmina en abril de 1958 con la modificación de 66 artículos del Código Civil acerca del papel de las mujeres. Es la “Reformica” así llamada por su impulsora, que no por la pequeñez de las medidas. Medidas que le valieron una calle en el Madrid de Manuela Carmena, pero no el mantenimiento de un busto en su Cádiz de Podemos. La memoria es lo que tiene, a veces duerme un sueño que, gracias a los estudiosos, es despertar altivo.

Miguel Soler le ha dedicado años y paciencia a recordarnos no solo a una jurista excepcional y valiente, una feminista adelantada a su tiempo que tuvo en sus clientas, mujeres maltratadas, hundidas por la vida, a sus mejores maestras. Mercedes Formica fue una autora tenaz, una escritora de fuste. “La ciudad dormida” lo demuestra con creces: por primera vez, un maquis, un luchador antifranquista es protagonista de la obra… y se enfrenta a una noche de locura a través del Madrid galdosiano que le persigue porque ha secuestrado a una mujer acomodada, precisamente, una viuda de un héroe entre los vencedores de la guerra.

Tiene el Madrid de esta novela una cualidad casi de “Hijos de la ira”, una crítica nada velada a la pobreza y a la intolerancia. Sin embargo, con qué sutileza logra esquivar al censor la novelista. Y dicho trabajo, finísimo, es el que enhebra Miguel Soler en los preliminares de su libro: busca, compara, completa… el talento de la autora para sortear al censor y al mismo tiempo, decir lo que quiere, es fantástico. Y gracias al estudio previo de Soler, lo vemos abiertamente. Como también vemos la inteligencia con la que sitúa la acción de “El secreto” para alejarlo de Madrid y que nadie pueda censurar una abierta crítica al sistema jurídico que aplasta al más débil.

Era doña Mercedes una señora de exquisita elegancia, trabajadora tenaz y amante de los archivos. Fue allí donde encontró también inspiración para seguir indagando en la identidad de lo femenino que protagoniza sus obras históricas. Para Formica, la mujer en la historia es una forma de estudiar el presente de sus compañeras, silenciadas durante la época en la que vivieron, víctimas como su madre, de leyes injustas que ella, desde su trabajo de abogada y divulgadora, supo atajar. La memoria, siempre desmemoriada, olvida su papel, su importancia, y su talento… de ahí que la reedición de estas dos novelas ¿Cómo no detenerse en la recuperación de la novela breve, tan cervantina? por parte de la Editorial Renacimiento, siempre atenta a la memoria, es una necesidad. Reivindicarla, ha sido siempre el empeño de Miguel Soler, y difundir este trabajo, así como esa pluma de mujer felizmente recobrada, es también la tarea de Maribel Fidalgo y Adriana Paíno. Por ello, escucharles en El Centro de la Memoria el martes 28 a las siete de la tarde será un acto gozoso de desagravio, memoria talentosa adelantada en ese, su tiempo de silencio.