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Judas
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Judas

Actualizado 15/02/2023 08:07
Raúl Izquierdo

Judas Iscariote, uno de los doce, fue a los sumos sacerdotes para entregárselo. Al oírlo, se alegraron y le prometieron darle dinero. Él andaba buscando ocasión propicia para entregarlo (Mc 14, 10)

Los cuatro evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) dejan claro que Judas traicionó a Jesús y le vendió por dinero a los sumos sacerdotes. Sí, traidor con nombre y apellido: Judas Iscariote. Parece que había sido de los Doce, es decir, del círculo más próximo a Jesús, de la crème de la crème, de los de más confianza del maestro. Dicen los evangelios que Judas llevaba tiempo rumiando cómo entregarlo. Al final, parece que después de culminar su traición, se suicidó.

Tras esta historia y durante siglos, la palabra “Judas” ha quedado como un sinónimo de “traidor”, como alguien que traiciona la confianza y te vende, te apuñala por la espalda. Además, Judas ya quedó estigmatizado durante la historia después de Cristo como malo malísimo, sin escrúpulos y objeto de odios y repulsas de todo el personal que se cree que no ha roto un plato en su vida, que haberlos los hay.

Bellido Dolfos asesinó al rey Sancho II de Castilla en las murallas de Zamora sin que el Cid pudiera impedirlo. Brutus fue uno de los organizadores y ejecutores del asesinato de su tío Julio César en el senado romano y la Malinche fue clave en la conquista de Hernán Cortés del imperio Azteca, ayudando a éste en las traducciones y otros menesteres. Para muchos de sus compatriotas, una traidora.

Lo cierto es que una traición duele mucho, porque para que se produzca, primero tienes que ganarte la confianza y el afecto de la víctima para después, cometer el hachazo traicionero en modo asesinato (en el peor de los casos) o simplemente contando secretos y desvelando conversaciones privadas. Hay personas hoy que han sido víctimas de traición cuando su ex ha publicado videos íntimos, que fueron realizados en un contexto de absoluta confianza.

Si hiciéremos una encuesta, la mayoría admitiríamos haber sido víctimas de traición incluso en varias ocasiones, aunque nos costaría más reconocer que nosotros hayamos participado en traición alguna. Eso es de libro de la naturaleza humana, que los demás son malos malísimos y que nosotros, si no somos angelitas poco nos falta. La culpa de lo que me pasa siempre es de los otros y del gobierno, si llega el caso.

Por eso siempre me ha parecido que Judas nosotros no somos muy diferentes de Judas. Es verdad que necesitamos un punching ball con identidad humana para ejecutar golpes de castigo a los culpables de nuestros mismos crímenes y pecados. Ese maniqueísmo simplón e infantil de buenos y malos, en los que yo, por supuesto estoy siempre entre los buenos.

Puedo imaginar (cada uno imagina lo que quiere), que Judas amó a Jesús. Puedo pensar que por lo que sea, se sintió defraudado por su mensaje, quizá demasiado pacífico para su gusto, quizá poco radical para sus ideas. Judas tuvo todo el derecho a decepcionarse y a sentir frustración. También ese derecho lo tenemos todos y todas. No justifico el hecho de una traición, pero intento entender su proceso para luego descubrir que yo no soy tan diferente.

Quizá en algún momento de su historia, Judas se arrepintió de su traición. Pero ya era tarde para enmendar la plana y se quitó la vida. Culpabilidad extrema que no deja otra salida que quitarse de en medio. Lo que he hecho es tan grave y tan injusto que no hay rincón en este mundo para ocultar mi vergüenza. Mejor desaparecer y para siempre.

Y quizá, solo quizá, si se hubiera acercado a Jesús a pedirle perdón y hubiera cruzado sus ojos llenos de miedo con los de su maestro, habría entendido que Jesús le seguía amando. Y entonces, la historia se hubiera escrito de otra manera y la culpabilidad hubiera dejado paso a la esperanza. Siempre hay opciones para cambiar, para seguir de otra forma…

¿Cuántas personas que hoy tienen ideas de suicidio se lo plantearían si encontraran alguien que les escuchara desde lo profundo de su corazón? Es una estadística que no conviene airear porque llama a otros, dicen algunos, pero lo cierto es que los índices de suicidio en España y en Europa son más altos de lo que nos pensamos. Es una lacra, un problema que necesita ser afrontado y trabajar con más determinación y conciencia social la realidad de las enfermedades mentales y la soledad de las personas. También tiene mucho que ver con el tipo de sociedad que construimos, con los valores y con la escasa capacidad para el diálogo, la empatía y la asertividad.

A punto de ahorcarse, Judas miró al cielo con los ojos llenos de lágrimas y el corazón desbordado de pena y culpa. Había traicionado a aquel que tanto había amado. En el fondo de su alma, deseaba un abrazo, un nueva oportunidad… Pero ya era demasiado tarde, o al menos, eso pensó él…

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