A lo largo de los últimos años, con asombro, lo que se escucha a los políticos y en la política nos deja obnubilados. Y baste un ejemplo: “…el presidente del Gobierno ha puesto a todos los españoles de rodillas”. Qué cosas, me valgan los dioses, será a usted, el que suscribe estas líneas como de soslayo anda de pie, con la cabeza muy alta tocada a veces con una gorra, en esos excelentes paseos que se da cada mañana con el ánimo de descubrir nuevas hermosuras en esta ciudad de doradas piedras. Por lo tanto, no le permito que me incluya en sus desvaríos. Y ya que se pone usted así (ignoro si debería de llamarle señoría) se me ocurrió algo la otra mañana “a propósito de los despropósitos” tan grandes que se escuchan: he pensado en ofrecerme al ejecutivo para encarar al “relator” que, aunque suene a ciencia ficción, es una figura contemplada en el Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas; una palabra con un significado tan simple que no sé a qué viene montar esta película. Relator, que relata o refiere una cosa y letrado que hace relación de asuntos varios.
Con toda la humildad, muy consciente de mis limitaciones y de mis muchas carencias, espero cumplir con los requisitos para desempeñas dicha tarea. Soy letrado porque, mejor o peor, junto letras desde hace medio siglo; tengo una estupenda libreta de alambre enrollada para anotar todo aquello que escuche y se diga en esa reunión entre partidos enfrentados. Si se crea una mesa de partidos en Cataluña para debatir un problema que viene de muy atrás; si es un problema al que ningún presidente de Gobierno se atrevió a enfrentar (ni Felipe González, ni Aznar, ni Zapatero y que el señor Rajoy tuvo escondido en un cajón durante seis años); si todos los que han gobernado desde 1978 se han juntado con ellos para gobernar… no sé a cuento de qué viene tamaño alboroto, rechinar de dientes y rasgado de vestiduras. Tal vez los modos y maneras, las formas hayan sido erráticas y ha faltado información, pero un camino parecido, con una charla a tiempo, puede llevarnos a solucionar un problema grave.
Más grave me parece, peor, absurdo y preocupante, que el líder de la oposición centre única y exclusivamente su discurso en ataques constantes, fuera de tono al señor Sánchez, que se dirija a los españoles con el lenguaje de los tiempos pasados, echando por tierra logros importantes (entre algún patinazo, sí) como la lucha por la igualdad, los salarios, las pensiones, la lacra del machismo, la salida lenta y continuada de las numerosas crisis padecidas estos difíciles años, nuestra cada vez más fuerte presencia internacional… Aunque peor son los de su lado derecho, los ultras, los de ese partido que me pregunto por qué dejamos nacer y crecer, xenófobo y retrógrado.
Nuestros males vienen por esa parte y su partido. Y por ese su líder que llama mentiroso compulsivo al presidente y presidente ilegítimo, insulto acaso de juzgado de guardia; si así le parece (afortunadamente nadie le cree), nos quiere dar argumentos suficientes para pensar que el Parlamento Español (donde reside la voluntad del pueblo soberano) del mismo modo lo es (a ilegítimo me refiero) pese a ser elegido por sus representantes legítimos y con los votos suficientes. Por mal camino andamos, o malos vientos soplan en la derecha española, tan necesaria e imprescindible para nuestra democracia tan castigada. Mediocre, incompetente, mentiroso, okupa, felón, el mayor traidor de la historia, desleal, ególatra, ¿chovinista?, irresponsable, cómplice de golpe de Estado… repite a cada paso. Lastimosa pena, señor mío, desconozco si ha hecho el camino de Santiago, o si de vez en cuando se asoma al diccionario donde aparecen palabras muy hermosas. Para aprender algo. En especial respeto.
Jotamar, [email protected]
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