La salmantina comarca de Las Villas es un reducto que aún conserva algún artesano de la mimbre. Los que procedemos de esa zona, recordamos la cantidad de objetos de mimbre que servían para varias tareas, desde sillas y sillones a cunas para bebés, pasando por arcones, cestas y cestos. Los hechos actualmente con mimbre suelen ser más bien adornos que cosas útiles. La técnica avanza y los antiguos trabajos manuales ahora los realizan máquinas. Son más modernos y, en ocasiones, más baratos.
Pues bien, conozco una anécdota que encaja muy bien con la actualidad. En el siglo pasado, en un pueblo de esa comarca, un ganadero le encargó a su cestero preferido que le confeccionara un cesto, porque tenía bastante ganado vacuno al que había que acompañar con pienso por la escasez de pastos en tiempo de invierno. Le advirtió encarecidamente que el cesto fuera bastante grande para hacer más fácil y rápida la tarea de repartir a cada res su correspondiente ración de paja y pienso.
Dicho y hecho; el honrado artesano se puso manos a la obra y, todo lo rápido que pudo, terminó su cesto y le faltó tiempo para comunicar al futuro usuario del recipiente que ya podía pasar a recogerlo. Llegó el momento de la entrega, pero hete aquí algo con lo que nuestro amigo el cestero no había contado: el cesto era mayor que la puerta de su humilde taller ¡y no se pudo sacar! Ignoro qué fue de aquel cesto. Si sé que no cobró su obra -unas pocas pesetas- y hubo de confeccionar otro menor que la puerta. Puedo asegurar que la anécdota es cierta y podrán atestiguarla muchos de los vecinos mayores del pueblo en cuestión.
El cestero de Las Villas, que hacía sus encargos con diligencia y esmero, tenía la cultura adquirida en una exigua asistencia a la escuela, trabajaba mecánicamente, y es perdonable que sólo tuviera in mente cumplir el deseo de su cliente, sin pararse a pensar en otros requisitos que nunca le habían exigido.
Por aquello de que en todos los sitios cuecen habas, acabamos de enterarnos de que, en la cornisa cantábrica, hemos asistido a un desaguisado mucho más escandaloso que el de nuestro cestero; algo que representa muchos millones de euros a las arcas del Estado y cuyo culpable –veremos a quién se le carga el muerto- puede que tenga la titulación necesaria para desarrollar un proyecto, pero de lo que sí estamos seguros es de que tendrá una nómina con muchos ceros a la derecha.
Como ya sabrán todos los lectores, se trataba de modernizar los antiguos trenes FEVE de la cornisa cantábrica por otros más modernos y rápidos. Todos conocemos al actual Presidente de Cantabria que, latita a latita, ha conseguido confraternizar con Sánchez hasta llegar a convencerle por aburrimiento. Así, en 2020, Renfe encargó a la empresa vasca CAF nuevos trenes para ese corredor. Ahora son los nuevos trenes los que no caben por los túneles. En el caso que nos ocupa, si no tuviera ninguna trascendencia, sería para tomárselo a broma. ¡Qué delito habremos cometido los españoles para tener que soportar las chapuzas de este gobierno! No salimos de una y aparece otra mayor. Qué mala suerte tiene este pobre gobierno! No da ni una a derechas. En plena debacle por las graves consecuencias del capricho de una cajera con derecho a escolta, bajo un feminismo populista y excluyente se ha querido ocultar un progresismo cargado de revanchismo recalcitrante cuya primera consecuencia ha sido la salida a la calle a más de una treintena de violadores y reducido la pena a otros quinientos –de momento-. La inquina del equipo feminista podemita es tal que no reconocerá nunca las aberraciones que encierran sus nefastas leyes.
Pues bien, ahora nos acabamos de enterar del numerito de los trenes de Revilla y Barbón. De toda la información que se facilita desde La Moncloa –hasta ahora, muy poca-, lo único que parece estar claro es que los datos que llegaron a CAF no eran los correctos porque, de lo contrario, lo habríamos sabido desde el primer momento. Pero no; el gobierno sí que lo sabía desde hace más de un año y se ha cuidado de no divulgarlo. Después del cataclismo de la pandemia, donde Sánchez buscó apropiarse de los pírricos aciertos que se inventó y de cargar el muerto -nunca mejor dicho- en hombros ajenos, otro desastre más era tensar una cuerda que ya estaba a punto de romperse.
Muy mal se habrán puesto las cosas para que nadie haya dimitido voluntariamente. Los que lo han hecho, “han sido dimitidos”. Cualquier medida que no empeore los negros presagios de las encuestas, será bienvenida. Al gobierno, ni tocarlo. Si la ministra de igual-da ha salido indemne de su despropósito, no se va a ensuciar la imagen de Sánchez con algo tan ridículo como unos trenes de vía estrecha. Además, este gobierno no tiene la culpa de que Franco hiciera los túneles tan pequeños. Los medios apesebrados repiten machaconamente que el error no le ha costado nada a las arcas del Estado. Dos pequeños detalles: uno, una empresa ha tenido todo su equipo técnico trabajando dos años por amor al arte, y hasta es posible que haya empleado parte de los materiales confeccionando componentes que ahora no valen; y dos, parece ser que hay un montón de millones de la Unión Europea destinados a ese proyecto. ¿De verdad, nos va a salir todo gratis?
De todas formas, no hay que preocuparse. A última hora, el comité de expertos ha dado a luz la solución. Reunida la coral bajo la batuta de Bolaños, el Comité de Sabios en Inteligencia Artificial (CSIA), tras un pormenorizado estudio, ha comunicado a la empresa CAF que el proyecto se desarrollará obligatoriamente empleando el “Método Comparativo” (MC). Ni más ni menos, y, ¿en qué consiste el MC?. Muy sencillo. Se trata de comparar las medidas de los túneles con las de los trenes. Será condición indispensable que las primeras sean mayores que las segundas ¡Cómo no se le habrá ocurrido a nadie! Si lo hubiera sabido el pobre cestero de Las Villas, se habría ahorrado el sofocón.
Después de las leyes de la eutanasia y del aborto –ese terremoto que causará más muertes que cualquier catástrofe de la naturaleza-, ante tanto contratiempo, el mismo comité de expertos que tantos éxitos le ha deparado a Sánchez se ha puesto manos a la obra intentando encontrar un culpable ajeno al gobierno. Hasta la fecha, no ha encontrado ninguno. Peligro a la vista. Sánchez nunca ha sabido perder.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.