Martes, 23 de abril de 2024
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'XII Trofeo RAN' Marruecos- España
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'XII Trofeo RAN' Marruecos- España

Actualizado 05/02/2023 23:58
Francisco López Celador

No hace muchos años, existía un torneo de fútbol, llamado Copa Intercontinental, que enfrentaba al vencedor de la Liga de Campeones de la UEFA con el ganador de la Copa Libertadores; es decir, un enfrentamiento Europa-América. Por razones de patrocinio -léase dinero-, pasó a llamarse Copa Toyota y, últimamente, Mundial de Clubes. Aunque no pretendo hablar de fútbol, me voy a tomar la libertad de establecer un símil entre fútbol y política, por ser dos artes que no dejan de tener lugares comunes.

La pasada semana, se ha celebrado en Rabat la XII Reunión de Alto Nivel (RAN) España-Marruecos. En argot futbolero, podíamos definirla como el XII Trofeo Europa-África entre las selecciones de España y Marruecos. El seleccionador español, Pedro Sánchez, alineó a: Calviño-Ribera, Albares, Marlaska, Maroto- Raquel, Escrivá, Planas- Alegría, Iceta, Morant. No fue sencillo elaborar la lista porque hubo jugadores que, estando seleccionados, se negaron a lucir la camiseta de España por estar disconformes con la táctica anunciada. No renuncian a sueldo ni dietas, pero son partidarios de otro sistema, otro reglamento e, incluso, otro terreno de juego. Se aprecia un claro 4-3-3, pero, en esta clase de encuentros de marcado interés económico, es imprescindible la presencia de asistencias técnicas. España cuenta con magníficos especialistas en obras públicas, energía, locomoción, telecomunicaciones, industria pesquera, etc., para apoyar el juego, aconsejar posibles cambios y repasar las jugadas con el imprescindible VAR. Para no descubrir la táctica antes de tiempo, el seleccionador marroquí, Aziz Ajanuch, no quiso facilitar su alineación.

Finalizado el último entrenamiento en los campos de La Moncloa, y antes de embarcar la expedición, Sánchez recibió la noticia de que al encuentro no asistiría el máximo responsable alauita por encontrarse de viaje oficial en Gabón. No obstante, tuvo la atención de comunicárselo telefónicamente, a la vez que le invitaba a una próxima visita oficial. A pesar del claro plantón, Sánchez aceptó. No quería sufrir otro desdén tan bochornoso como el soportado ante Biden. Albares, capitán/portavoz del equipo español, vio frustrada la ocasión de colocar en la prensa española la foto de nuestro seleccionador junto a la regia persona marroquí. Cabe señala que en la anterior eliminatoria que jugábamos en casa –XI RAN España- Marruecos, siendo seleccionador Mariano Rajoy- celebrada en 2015, la delegación marroquí sí que fue recibida por nuestro máximo responsable Felipe VI.

En este partido, la iniciativa siempre ha estado del lado marroquí. Lo que se había vendido como un histórico encuentro, no pasó de ser un intento cargado de buenas intenciones, pero sin lograr puntuar. En jugadas clave, como la apertura de las aduanas de Ceuta y Melilla, no se pasó de apuntar la posibilidad de hacerlo en un futuro. Del comercio mutuo o la soberanía de las dos ciudades autónomas ni se habló; el Sáhara, ni tocarlo, “para no ofender a la otra parte”. Como sucede en esta clase de encuentros, el juego resultó deslucido porque ambas escuadras carecieron de juego ofensivo, y querían evitar, a todo trance, cualquier contraataque. Con jugadores sin experiencia y escasa preparación física –de la mental, no hablamos- los nuestros abusaron del juego horizontal. En ningún momento quisieron meter la pierna –había que evitar que algún periodista puntilloso se equivocara señalando quién había metido la pata- para conseguir que la prensa hablara de un encuentro limpio, sin amonestaciones y con exquisita deportividad.

Los buenos seleccionadores estudian previamente al equipo contrario para buscar sus líneas débiles y, sobre todo, la forma de contrarrestar el juego de sus figuras. Marruecos, tradicionalmente, no ha sido una seria potencia en este juego - aunque en el último mundial nos mojaran la oreja-. No obstante, las cosas han cambiado. De ser una humilde formación a la que siempre se desestimó –y más de una vez nos salió muy cara la equivocación-, Marruecos ha sabido cobijarse a la sombra de frondosos y esbeltos árboles (EE.UU. e Israel, entre otros) hasta convertirse en una de las naciones con mayor proyección del continente africano. Su apuesta por la agricultura extensiva, la nada despreciable flota pesquera, su firmeza a la hora de combatir el terrorismo, la clara mejora de infraestructuras, entre otras razones, han atraído no poca inversión extranjera que ve el ese país un polo de desarrollo estable, accesible y con efectivas ventajas económicas.

Algo que no es menos importante: Marruecos cuenta con unas FAS dotadas de armamento moderno. Mientras España se ha mostrado siempre muy reticente a la hora de aumentar su dotación anual en el presupuesto de Defensa, Marruecos lleva algún decenio haciendo lo contrario. Las estadísticas aseguran que España tiene un poder adquisitivo seis veces mayor que nuestros vecinos del sur, pero Marruecos lleva varios años invirtiendo en Defensa algo más de la mitad que España. El poder militar de una nación no se mide por la cantidad de medios que posee sino por la efectividad de los mismos y, en ese aspecto no se debe minimizar a Marruecos-Y más, sabiendo la buena sintonía que mantiene con dos grandes potencias armamentísticas como EE.UU. e Israel.

Desde que Sánchez alcanzó el poder, nunca había mantenido una especial relación con el Reino de Marruecos. Comenzó rompiendo la costumbre de viajar a Rabat como primera visita oficial, y continuó introduciendo de tapadillo al líder del Polisario. Nuestro equipo cuenta con jugadores tan bien preparados que, cuando quieren esconder el balón, siempre acaban enseñando sus vergüenzas –recuérdese el sainete de las maletas de Delcy-. La experiencia nos dice que el gobierno marroquí no suele olvidar las afrentas. Ahí están los conflictos con nuestra flota pesquera, o los apoyos, encubiertos o no, que recibe la entrada ilegal de inmigrantes.

En los últimos tiempos, el volantazo dado por Sánchez en nuestra política exterior referida al Sáhara Occidental, bien merecía una explicación para todo el pueblo español. Alguna razón muy importante –falta saber para quién- tuvo que mover a Sánchez a tomar decisión tan importante. De momento, lo que ha mejorado nuestra balanza económica con Marruecos, lo hemos perdido. -multiplicado por 3- con la de Argelia-. Por coincidir con el momento en que se conoció el “hackeo” que sufrieron, entre otros, los teléfonos de Sánchez y su ministra de Defensa –las malas lenguas creen que esta operación se pudo hacer desde Marruecos-, cabe imaginar cualquier especie de chantaje que justificara el brusco viraje de Sánchez. Difícil será que algún día podamos conocer la verdad.

Así pues, el partido careció de interés y los equipos se dedicaron a perder tiempo y echar balones fuera. Todo hace recordar experiencias recientes, en las que nuestra selección no dejó muy buen sabor de boca y, ante el clamor popular, hubo que cambiar de seleccionador. El público asistente a este espectáculo no es el responsable del mal juego, pero es el único que paga la entrada. Es lógico que, en lo sucesivo, quiera ver a otro equipo.

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