Los profesionales sanitarios y el estudiantado de Enfermería que han participado en el mismo a través de entrevistas en profundidad
Una de cada cuatro mujeres ha sufrido violencia obstétrica en España durante el período comprendido entre marzo de 2020 y abril de 2021, según las conclusiones de un estudio sobre lactancia materna realizado a más de seis mil pacientes españolas por el Departamento Enfermería de la Universitat Jaume I de Castellón y la colaboración del Departamento de Obstetricia del Hospital de Salnés de Villagarcía de Arousa en Pontevedra, aunque la cifra podría ser mayor, en opinión del equipo investigador.
Actualmente existe una falta de consenso a nivel internacional en la definición y la medición de la violencia obstétrica. Sin embargo, el estudio 'Experiences with obstetric violence among healthcare professionals and students in Spain' realizado por este mismo equipo de la UJI en colaboración la Universidad de Almería y el Departamento de Salud de Xàtiva-Ontinyent (Valencia) y publicado en la revista Women and Birth ha concluido que violencia obstétrica sería el término más preciso, en el contexto español, para describir un tipo de violencia que supone la violación de los derechos humanos y un grave problema de salud pública y que tiene consecuencias sobre la salud física, mental y sexual de las mujeres.
Los profesionales sanitarios y el estudiantado de Enfermería que han participado en el mismo a través de entrevistas en profundidad -9 matronas, 3 pediatras, 1 enfermera, 1 ginecólogo y 6 estudiantes de Enfermería, el 80 por ciento mujeres y entre los 22 y los 70 años de edad- han coincidido en que el término de violencia obstétrica es el más preciso, aunque algunas de las personas han reconocido su incomodidad frente a él, pero también han comentado que "cuanto más aprendo, más me doy cuenta de que fui testigo de violencia al impulsar intervenciones que no eran apropiadas".
De acuerdo con lo manifestado por las personas participantes, la violencia obstétrica se percibe como una faceta del abuso sistemático por razón de género, derivada del sistema patriarcal, que engloba intervenciones rutinarias, innecesarias o sin consentimiento, medicalización de la madre o criatura, maltrato verbal, humillación o falta de recursos o instalaciones adecuadas. Por ello, han propuesto una serie de estrategias para ayudar a erradicar este problema, entre las que destaca la formación de los profesionales, por un lado, y la necesaria implicación política, por el otro.
En opinión del equipo investigador, la definición de este término "contribuye a la concienciación permanente sobre la violencia contra las mujeres, lo que puede ayudar a su regulación a través de la política y la legislación nacionales". Su propósito ha sido desarrollar un modelo teórico basado en experiencias de profesionales sanitarios y estudiantado para mejorar su comprensión y facilitar su medición. Además, han constatado la importancia de prevenirla a través de la capacitación y la educación a los profesionales de la salud y futuros profesionales.
Por otro lado, según el estudio 'Breastfeeding and Obstetric Violence during the SARS-CoV-2 Pandemic in Spain: Maternal Perceptions' publicado en la revista Journal of Environmental Research and Public Health, una de cada cuatro participantes ha indicado que se les ofreció leche artificial durante su estancia en el hospital y una de cada tres ha declarado que no se sintió apoyada eficazmente para resolver sus dudas o dificultades en el entorno hospitalario.
Además, las encuestadas han comentado que en los casos que han sufrido violencia obstétrica o que dieron positivo en Covid recibieron menos apoyo para la lactancia e incluso les plantearon su abandono para vacunarse, cuando la ciencia ha demostrado la "robusta" respuesta inmunológica del cuerpo femenino a la Covid-19 y el paso de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 a través de la leche materna con la vacunación.
La muestra ha estado formada por mujeres que dieron a luz en España entre marzo de 2020 y abril de 2021, con una edad media de 34 años, de las que el 73% estaban empleadas, 78,2% tenían educación universitaria y casi todas eran caucásicas. El 3,3% fueron diagnosticadas con SARS-CoV-2 durante el embarazo y el 1% fue diagnosticado durante el parto.
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