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La evolución del Ateneo de Salamanca
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LA MOSCA COJONERA

La evolución del Ateneo de Salamanca

Actualizado 30/01/2023 09:27
Luis Gutiérrez Barrio

El 23 de enero de 1916, hace más de cien años, Unamuno publicó en el diario La Nación de Buenos Aires un artículo que llevaba por título “La evolución del Ateneo de Madrid”.

Al principio de ese artículo Unamuno dice: No creo tener que decir a mis lectores lo que es el Ateneo de Madrid, la institución de cultura más famosa de España; más que cualquiera de sus universidades.

A lo largo del artículo, Unamuno, nos descubre las muchas cualidades del viejo Ateneo de Madrid, el de la calle Montera, que conoció siendo un chaval. Nos habla, también, del traslado a su actual sede en la calle Prado, de la importancia que tuvo en el desarrollo de la historia de nuestro país, de la libertad que se gozaba, de lo que en él, y sólo en él, se podía decir...

No pretendo, ni mucho menos, comparar el Ateneo de Madrid con el de Salamanca, sólo quiero recordar que en Salamanca también tenemos un Ateneo, muy modesto, pero Ateneo. Un Ateneo tristemente olvidado. No quiero ser mal pensado, pero me temo que ese olvido es premeditado y querido por las instituciones que pudiendo echar una mano y ponerle al nivel que el Ateneo y Salamanca merecen, no mueven un dedo por hacerlo.

Un Ateneo que tiene una larga e interesante historia desde que naciera allá a finales de 1957 en un local propiedad de la Delegación Provincial del Ministerio de Información y Turismo situado en la antigua calle España, hoy Gran Vía. Un Ateneo que a lo largo de esos más de sesenta años de existencia ha ofrecido a nuestra ciudad miles de actividades de todo tipo, un Ateneo en el que buscaban y encontraban refugió numerosos grupo con inquietudes culturales y sociales a los que se les negaba el pan y la sal en otras instituciones.

Mucho me temo que al contrario de lo que Unamuno nos dice en su artículo, en nuestra culta Salamanca sí se hace necesario decir qué es un Ateneo, no ya a los lectores, también a los responsables de nuestras instituciones.

Un Ateneo no es una asociación cultural más. Las asociaciones culturales, que cumplen un papel importante en nuestra sociedad, se limitan a ofrecer actividades casi siempre relacionadas con un tema, personalidad o hecho histórico concreto. Las instituciones que cuentan con un departamento o una Fundación dedicada a cultura, ofrecen actividades y espectáculos variados: conferencias, presentaciones de libro, conciertos, teatro… Actividades en las que en no pocas ocasiones se invierte grandes cantidades de dinero, a las que el ciudadano acude a “consumir” cultura. Y está muy bien. Pero un Ateneo es mucho más. En un Ateneo no se consume cultura, al menos no sólo, sino que se hace cultura.

Un Ateneo está formado por socios de muy diversas procedencias, con aficiones diferentes pero con un fin común: hacer que la cultura, en sus diversas vertientes, llegue al ciudadano y que el ciudadano pueda hacer cultura.

Un Ateneo necesita tener una sede en la que los ateneístas y amigos del Ateneo se reúnan para hacer tertulia, para jugar al ajedrez (juego-deporte este muy vinculado al Ateneo salmantino), para tomar un café, debatir de temas de actualidad, culturales, sociales o deportivos ¿por qué no? Es decir, para relacionarse e intercambiar ideas y opiniones, de las que saldrán actividades a realizar en esa misma sede.

En el Ateneo cualquier persona con inquietudes culturales puede acercarse, hablar con los responsables, exponerles su proyecto y el Ateneo pondrá los medios a su alcance para que ese proyecto se pueda llevar a cabo. Pero no sólo una persona, a título individual, sino que cualquier organización o asociación con fines culturales, puede encontrar cobijo en el Ateneo para llevar a cabo sus actuaciones o manifestaciones artísticas.

A lo largo de los años en que el Ateneo de Salamanca ha tenido sede propia se han desarrollado infinidad de actividades, siempre abiertas al público en general. Actividades como conferencias, presentación de libros, torneos de ajedrez, exposiciones de todo tipo, teatro, conciertos musicales, mercadillos benéficos, certámenes de postales navideñas, certámenes y recitales poéticos…

Allí acudían los alumnos de Bellas Artes para hacer su primera exposición, los alumnos de los conservatorios para dar conciertos e ir cogiendo tablas, el pintor aficionado al que le negaban exponer sus obras en las pocas salas de exposiciones que en Salamanca van quedando.

En conclusión, en Salamanca se hace necesaria la existencia de un Ateneo, al igual que lo hay en otras capitales y ciudades de España. Un Ateneo en el que se haga cultura de base, que servirá de catapulta para alcanzar más altas empresas.

A lo largo de estos ocho años en los que el Ateneo de Salamanca fue desalojado por cuestiones económica de su llorada sede de la calle Zamora, 64, local que por cierto aún sigue incomprensiblemente cerrado. Los propietarios prefieren perder dinero año tras año, antes que cederlo para una actividad tan noble como es la de albergar un Ateneo.

Decía que a lo largo de estos ocho años, el Ayuntamiento ha ofrecido en varias ocasiones otros tantos locales para su ubicación. Ofrecimientos que uno tras otro han ido quedando en agua de borrajas, prometiendo que el siguiente sería el bueno.

El último de esos locales prometidos y que en su día se nos invitó a visitar y ver sus posibilidades, es la planta primera de la Fonda Veracruz que después del parón de varios años, parece que van a retomar las obras.

No sé si habrá espacio en la “nueva Dubai” para un Ateneo, pero mucho me temo que el telesilla vuele tan alto que se pierda de vista a los ciudadanos.

Tal vez sea preciso vestirse de turbante y chilaba para ser recibido por el Alcalde y que tenga en consideración esta humilde petición.

¡Y pensar que con las migajas que se caigan de la mesa en la que estos jeques celebran sus banquetes, tendríamos más que suficiente para dedicar a Salamanca un Ateneo!

Esperemos que en esta ocasión las promesas se hagan realidad y que por fin tengamos en Salamanca un Ateneo acorde con nuestra ciudad.

¡Nunca es tarde si la dicha es buena!

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