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Hace frío
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Hace frío

Actualizado 31/01/2023 08:20
Raúl Izquierdo

Aquí hace menos frío que en la calle,

hay leña para un fuego, no mucha pero, bueno,

un poco de calor no viene mal (Pedro Guerra)

El hielo adorna con fino barniz las hojas de los árboles y las hierbas de jardines. El campo se pinta la cara de color gris, los labios de escarcha y humedad, con un toque de rímel de cierta soledad y frescor. La naturaleza parece dormida, como esperando, aguardando la oportunidad para estallar. Pero todavía no, todavía no es tiempo. Ella es sabia y sabe cuándo dormir y cuándo despertar. Y los seres humanos acompasamos nuestra vida a su ritmo, a veces torpemente y como podemos, y otras con ganas y previsión. Se cumple aquello que me enseñaban en la escuela de niño y que hasta ahora se viene cumpliendo con puntual periodicidad, que en invierno hace frío y en varano calor. Pero una cosa es que haga frío y otra que yo tenga frío.

Llego a casa y enseguida noto el calor de la calefacción, aunque este año limito un poco más su consumo, que los bolsillos también tiritan por el frío. Pero sobre todo, siento el calor del abrazo y los besos de los que en ella habitan y que forman mi familia, junto al calor de la mirada que acoge y te dice que te quiere. Y entonces, siento el calor del hogar del que formo parte. Sí, el hogar, ese lugar donde uno se siente querido, donde uno puede ser él mismo, donde uno se puede poner el pijama de la autenticidad y andar descalzo de prejuicios y caretas.

Hay casas y hay hogares, que no son lo mismo. Tengo amigos que viven en una gran casa, pero no tienen un hogar. Y mucha gente anda huérfana de hogar, aunque viva en una casa. ¡Hogar, dulce hogar! Vuelvo a pensar en que hay gente que pasa mucha hambre y sed de compañía, y que hace ayunos forzados de abrazos. Vivir con otros es una cosa y formar un hogar otra muy distinta.

Sí, tenemos frío y no sabemos a qué calor arrimarnos. Algunos, se arriman mucho al calor de las redes, a los “me gusta”, a los admiradores y mirones de todo pelaje exponiendo su vida, sus viajes, sus cenas. Casi siempre con una sonrisa dibujada, no sea que la gente vea que tengo frío. Pero al poco, se dan cuenta que es un calor efímero, breve, que calienta algo las manos y los pies, pero no llega al corazón.

Otros quieren pasar el frío con la hoguera de hacer o decir lo que otros quieren que hagas o digas. Vestir como los demás, escuchar la música de los demás, leer lo de los demás (a no, perdón, que casi no se lee). Pero al final, se conforman con un calor pobretón y artificial, poco resistente a los cambios de temperatura.

La gente tenemos frío y muchas veces no sabemos cómo calentarnos, a dónde acudir, a quién arrimarnos. En medio del frío, nos miramos desafiantes y desconfiados, y seguimos teniendo frío. Porque la culpa de mi frío siempre la tienen los demás, por definición. Entonces el miedo, la queja continua y el cabreo se hacen hielo en nuestra alma y el desánimo y la desesperanza se hacen iceberg agujereando sin compasión nuestros anhelos. Y seguimos teniendo frío.

Son tiempos recios. Pero busquemos calor. Busquemos motivos para juntarnos con otras personas para celebrar cualquier acontecimiento. Brindemos. Abracémonos más. Riámonos más. Mandemos por donde amargan los pepinos a las personas tóxicas o que producen en nosotros frío perenne. Busquemos el calor de los buenos amigos y hagamos nuevos. El calor de la risa. El calor de poder expresar lo que creo, lo que pienso, lo que siento sin sentirme juzgado. El calor de ser con otros, incluso para otros, que en soledad el frío es terrible. Busquemos el rescoldo del calor bueno, del que dura, del que no se compra más que con cariño y lealtad.

En breve, no tardando mucho, la primavera comenzará su melodía sutil y delicada, y a su son, la naturaleza volverá a danzar. El hielo se derretirá y el agua empapará la tierra para hacer brotar la vida en todo su esplendor. Y aún bajo las caricias de los rayos del sol que comenzarán a ser más firmes, habrá gente que tenga frío. El gris helado dará paso a mil colores y olores, pero seguirá habiendo gente que pase mucho frío.

Que nadie tenga que pasar frío físico. En España muere una persona horas víctima de la pobreza energética cada 74 horas, principalmente personas mayores y niños. El 18 % de los casas no ponen la calefacción porque no pueden pagarla. Y otros, tendrán que ajustarse y asustarse mucho cuando llegue la factura. Con el calor no se juega.

Que el invierno no dure mucho. El del ciclo de la madre tierra lo que sea menester y el otro, el de nuestro corazón, que no se prolongue demasiado o que al menos, no se enquiste en los sentidos. Que necesitamos calor y del bueno, del que dura aún en medio del frío.

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