Uno de Vox, saliéndose por peteneras, el Gobierno buscando votos rabiosamente, el Partido Popular con miedo a perderlos y Podemos como siempre.
La extrema derecha y la extrema izquierda son incapaces de razonar sobre este tema, porque su pensamiento es dogmático, con una radicalidad irracional. Están convencidos de tener la verdad y quieren imponerla a toda la población.
Una pena de país.
En primer lugar, todos debería reconocer y afrontar el grave problema de las prácticas sexuales de riesgo y los embarazos no deseados. España es un desastre (otros muchos países también) porque no somos capaces, las familias, los educadores y los sanitarios, de hacer adecuada educación sexual. Problema agravado porque cada gobierno quiere tener su ley de educación y, más aún, convertir la educación sexual en adoctrinamiento, con modelos gravemente equivocados, que venimos denunciando desde hace varias décadas. Pretender gobernar la intimidad sexual y amorosa desde la izquierda o la derecha es no haber entendido nada de la educación sexual. Cada persona o pareja, si están de acuerdo, debe ser dueña de su biografía sexual y amorosa.
Ofrecer conocimientos, condiciones personales y sociales para la libertad y principios de ética sexual y amorosa, en el marco de los derechos humanos, es lo que podemos y debemos hacer . Es decir, formar para la autonomía responsable (que evite las prácticas de riesgo, y el daño hecho a los demás) y promover el bienestar sexual y amoroso.
Los adolescentes y jóvenes (y no tan jóvenes) usan la pornografía como principal fuente de información, tienen formas de ocio asociadas al alcohol y otras drogas y asimilan los valores dominantes de una sociedad de libre merccado ¿Qué podemos esperar?ado.
Mientras, las familias, los educadores y los sanitarios (con excepciones personales y autonómicas) guardan silencio, los embarazos no deseados y otros riesgos no dejan de aumentar.
Producido el embarazo, este problema no tiene buena solución ¿Y cuál es la menos mala?
a. No debemos obligar a ninguna mujer o pareja, si fuera el caso, a tener un hijo o hija no deseados.
b. No podemos aceptar que el aborto libre sea un derecho de la mujer, sin más. Todo país democrático debe hacer lo posible para evitar los embarazos no deseados y , una vez consumados, regular legalmente la respuesta de la sociedad.
c. Los partidos políticos tendrían que consensuar una ley del aborto, no en función de intereses electorales o al dictado de radicalismos impuestos por mayorías cambiantes, sino por mayorías estables, en las que las posturas radicales, legítimas pero muy minoritarias, no puedan imponernos “su verdad”, como si hubiera una solución perfecta para este problema.
Estamos lejos de conseguirlo.
La ley que se propone en este momento, sin entrar en otros aspectos, tiende a comete tres graves errores, que también se repiten en otras leyes recientes:
a) Manifiesta una desconfianza en las familias. Las familias, no sin sufrimiento, reaccionan en su inmensa mayoría de manera incondicional. Y son las que más pueden apoyar a la hija embaraza, con una u otra decisión, sin imponérsela.
En los casos extremos de familias que obliguen a las hijas menores a no abortar, cosa que ocurre pocas veces, bastaría definir como maltrato a la hija, si la familia le imponerle la decisión.
¿Por qué parte de la izquierda no confía en las familias? Es un error antropológico, etológico y psicológico grave.
b) Desconfía de los profesionales que aceptan las buenas prácticas que defina la administración sanitaria.
c) Permite y fomenta que las adolescentes puedan ocultar su embarazo y su aborto. Un aspecto de la ley irresponsable por varias razones:
En primer lugar, porque las chicas embarazadas pierden la ayuda más eficaz, que es la puede ofrecerle la familia.
En segundo lugar, porque la ley no puede favorecer que la hija oculte un suceso tan importante a su familia. No se puede hacer educación sexual sin la familia o contra la familia.
En tercer lugar, porque banaliza un problema, como si no tuviera importancia. Entre otras cosas, fomenta que el embarazo se repita, al intentar que pase desapercibido.
También fomenta que aquellos casos en los que la relación sexual no fue consentida (por violación, por ejemplo) no se denuncien.
En cuarto lugar, los profesionales y la familia, además de apoyar incondicionalmente a la menor, tienen que aprovechar estos sucesos para hacer una buena educación sexual, para que no se repita otro embarazo.
Ya en los años 80-90 aprendí en Canadá que los menores de edad tienen que distinguir entre un buen secreto (algo que pueden ocultar, porque no es malo en ningún sentido) y un mal secreto, un problema que no deben afrontar solos o salas siendo menores.
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