Mañana no habrá repique, no habrá campanas ni golondrinas tristes,
mañana cuando te abrace Dios si de verdad existe, la luz en la pared,
de esa torre donde vives, escribira sin quererlo, por aquí paso,
un buen hombre llamado JOSÉ.
(Miguel A. Hernandez Martín)
¡Queda un espacio vacío¡…El titulo corresponde a otro tipo grande, a un poeta musico y cantante como lo fue Alberto Cortez. Hoy siento una profunda tristeza, por la muerte de un amigo, un amigo de esos que, no hace falta que te veas a menudo, que lo encuentras de vez en cuando, pero que sabes que está ahí. José, al menos para mí, era amigo desde tiempo inmemorial, desde que éramos unos chavales que fuimos a vivir al barrio Garrido, una pandilla de, aún colegiales, pero que, con la edad de los catorce, empezábamos a emplearnos en aprendices en toda variedad de comercios, talleres, o en la ayuda familiar, al mismo tiempo de acudir a clases. José era uno de ellos y en aquellos tiempos tocar el acordeón para un chaval como él, era todo un triunfo, de que aquella pandilla se sentía unida en muchas de las noches de serenata, que nos dábamos por las esquinas sentados en las aceras y portales, en otras ocasiones era en nuestro centro de la iglesia de Fátima, en el sótano de la misma, y otras en la bodega de Matías -el de las sardinas-, luego las ferias y verbenas de barrios, o en las noches de ocurrencia vecinal. Nombrarlos a todos sería cuestión de un articulo sin final… y servidor tan solo quiere evocar una pincelada de aquellos recuerdos, que teníamos de tarde en tarde cuando nos encontrábamos, - este columnista y el amigo José-.
Decir; que siempre nos vimos en cada sitio que actuaba, simplemente porque eran los lugares de alterne, de ocio y diversión, en aquella Salamanca de entonces… Y hoy una puñalada de luz, me ha devuelto a aquellos años, al conocer la luctuosa noticia de tu fallecimiento, no sé cuánto hace, pero nos vimos un día, y hablando de como iba la vida, nos contamos lo “nuestro”, las “cornadas” que arrastrábamos, y sin embargo me animabas con ese embrujo, esa alegría y ese humor que desprendías, la amistad cercana y efusivo abrazo cuando nos encontrábamos, eran de sinceridad, por aquellos años y recuerdos vividos en la mocedad.
Lamento haberme enterado tarde, de tu fallecimiento, de no haber estado presente en ese último adiós, servidor anda también en los ajetreos médicos, unos días con mejor talante, otros tal como ha ocurrido hoy, donde me embarga una profunda tristeza, que evidentemente no será comparable a la que han sentido tu familia y con mayor sentimiento tus hijos, que siempre se notó que te querían y te respetaban. Amigo José allá donde vayas, que te vaya bonito, hoy también los teclados de tus instrumentos musicales, por un día se han quedado sin notas, pero volverán a sonar para evocar los recuerdos, entre el bullicio de tu bar, y los brindis en tu honor. Que descanses en paz, a buen seguro que te lo mereces.
Fermín González salamancartvaldia.es blog taurinerías
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