Obispo de Salamanca, año uno

El pasado día 9, el obispo de Salamanca D. José Luis Retana, celebraba con una eucaristía de acción de gracias en la Casa de la Iglesia, junto con algunos familiares y amigos, y con los acogidos a la residencia diocesana, el primer aniversario de su pontificado episcopal en Salamanca. En la tarde anterior había hecho lo propio en su diócesis de Ciudad Rodrigo.

D. José Luis Retana comenzó echando una mirada atrás y pidiendo disculpas por las posibles deficiencias de este primer año, fruto en parte de la novedad y el desconocimiento de la nueva situación, complicada, además, por tener que compartir su tarea pastoral con la diócesis de Ciudad Rodrigo.

Y, por supuesto, dio gracias por la acogida de los diocesanos de Salamanca, y especialmente por la colaboración del equipo de gobierno que lo ha acompañado en el trabajo pastoral, después que el obispo los confirmó en su responsabilidad y cargo tan pronto como llegó, y que le han sido muy útiles al mostrarle las tareas y costumbres de la diócesis, y ayudándole a simultanear las acciones pastorales de las dos diócesis y orientándole para ir descubriendo el nuevo trabajo.

En Plasencia, su anterior diócesis, ya se había hecho a la actividad pastoral y al modo de ser y hacer de sus colaboradores. Aquí todo es nuevo y ha de hacer un esfuerzo mayor, incluso por la sobrecarga de la carretera, que le obliga a ir y venir continuamente para estar presente en todos los momentos de las acciones litúrgicas más solemnes de las dos diócesis, y en el esfuerzo de ir conociendo a las comunidades y a las personas de los sacerdotes, de las religiosas o gente consagrada y de los laicos más presentes y comprometidos.

Por eso, aparte de dar gracias a Dios, quiso manifestar su agradecimiento a todos los colaboradores. A él le es muy fácil congeniar con espíritu sencillo con todo tipo de personas, y quiso resaltar especialmente toda la cercanía de la gente, lo que, según dice, es lo que más le gusta y lo que le ha hecho feliz en este primer año. Dio también gracias a todos los presentes y les rogó que le sigan ayudando, especialmente encomendándolo continuamente en sus oraciones.

La mirada del obispo se dirige también hacia las tareas que tiene por delante y que, fundamentalmente, son las que ya estaban en marcha como es la tardía incorporación al año jubilar teresiano, el compromiso de participación en el proceso del Sínodo de la sinodalidad y las conclusiones de la Asamblea Diocesana, algunas de las cuales ya están en marcha pero hay que animarlas; además, hay que poner en marcha el resto de las conclusiones, discerniendo sobre la prioridad de las mismas por su importancia y por su urgencia.

La actividad diocesana supone designar previamente a las personas que van a estar al frente de cada acción y conclusión de las ya iniciadas y de las nuevas que hayan de suscitarse, para coordinarlas y dirigirlas. El obispo ha puesto ya al día el Consejo Presbiteral (el de los sacerdotes) y el Consejo de Pastoral, que incluye a sacerdotes, religiosas, consagrados y representantes de los diversos grupos de laicos, que aconsejarán al obispo sobre las acciones más urgentes que hay que llevar a cabo y sobre el modo concreto y conveniente de realizarlas, y transmite a los grupos representados los compromisos asumidos por dicho Consejo para que los hagan suyos.

Don José Luis se ha comprometido a hacer cuanto antes, a ser posible en este mes de enero, los nombramientos de sus colaboradores más íntimos, como son el vicario general y los demás vicarios, así como los delegados diocesanos y directores de las demás áreas pastorales, y el rector del Seminario. Para ello ha pedido a los sacerdotes de la diócesis que le aconsejen los nombres de las personas más adecuadas.

Como tareas más urgentes, el obispo señala algunas, como la pastoral de la familia, el acompañamiento de los jóvenes (a los que anima a participar en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa el próximo verano, acompañados de sus sacerdotes y responsables del caminar juvenil) y el compromiso de todos de participar en la pastoral vocacional.

El reto de hacer funcionar la acción pastoral de la diócesis de Salamanca es muy grande, pero también es muy estimulante. Que Santa María, San Juan de Sahagún y Santa Teresa nos acompañen.