El comienzo político de 2023 no ha sido muy diferente a la finalización del pasado año y la oposición política sigue en la misma línea de descalificaciones e insultos hacia el gobierno, falseando la realidad e intoxicando sistemáticamente la convivencia. El ejemplo más clarividente lo ha protagonizado Cuca Gamarra, portavoz del PP en el Congreso, que en las dos declaraciones públicas que ha hecho en lo que va de año, ha mentido descaradamente. La primera, cuando no reconoció la buena marcha del empleo; ya que, gracias a la reforma laboral a la que se opuso el PP, se han creado cerca de medio millón de puestos de trabajo en 2022, la mayoría indefinidos, aunque muchos de ellos sean fijos discontinuos, que no computan como parados en los porcentajes de desempleo desde hace casi cuatro décadas porque la ley así lo establece; y, la segunda, cuando manifestó que el grave asalto a las instituciones de gobierno de Brasil sólo serían desórdenes públicos en España por la reforma del delito de sedición que recientemente ha aprobado el Legislativo.
La señora Gamarra debería saber que cuando una chusma alimentada por el fascismo decide asaltar violentamente las instituciones democráticas: sedes del poder legislativo, del ejecutivo y del poder judicial brasileño con la finalidad de que el ejército sustituya con violencia y por la fuerza un gobierno legítimamente constituido era y es en nuestra legislación un delito de Rebelión en toda regla. Señora Gamarra, pase otra vez por la Facultad de Derecho y léase los artículos 472 a 484 del CP. En lugar de condenar enérgicamente a los seguidores de Bolsonaro que han protagonizado estos actos gravísimos y, de paso, apoyar sin fisuras al legítimo presidente, elegido democráticamente por el pueblo brasileño, Lula Da Silva, Gamarra se limita a atacar al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, como si éste fuera el origen de todos los males sociales. Y su jefe de filas, Feijóo –que como siempre se pronuncia tarde y mal- en otro mensaje de twitter ha apoyado al pueblo de Brasil, pero no ha hecho ninguna referencia a la principal víctima de los golpistas brasileños, al presidente Lula y, a continuación manifestó lo siguiente: “no se puede ceder ante los populismos y la radicalidad, que intentan socavar el respeto a las instituciones, la democracia y las libertades públicas”. ¿Cómo puede profesar tanta hipocresía política el señor Feijóo? ¿No es incoherente e insensato manifestar que no se puede ceder ante los populismos y la radicalidad y, en cambio, seguir avalando el pacto de gobierno de PP y Vox en Castilla y León, cuando Vox es íntimo amigo político de Bolsonaro, de Trump y de los partidos de la ultra derecha que no reconocen la legitimidad de las urnas cuando no les son favorables a sus intereses y que, además, no condenaron los hechos el domingo 8 de enero cuando se produjeron, como tampoco lo hicieron con el asalto al Capitolio los enfervorizados seguidores de Trump? ¿No es indecente condenar los hechos de Brasil y, en cambio, mantenerse en un discurso semejante en España cuando la derecha y la ultra derecha insisten en que Sánchez es un presidente ilegítimo y un “okupa” de la Moncloa?
La derecha y la ultra derecha española (política, económica y mediática) está actuando bajo la misma filosofía política que las huestes de Trump en USA y de Bolsonaro en Brasil. Estamos acostumbrados a que Ayuso y muchos de los líderes ultras de nuestro país, insulten, descalifiquen y escupan odio hacia quienes no piensan como ellos, les acusan peyorativamente de rojos y comunistas y, algunas veces también incluyen el calificativo de asesinos –léase García Gallardo, vicepresidente de la Junta de Castilla y León cuando dijo que los socialistas son una banda criminal asesina-, golpistas y terroristas.
Hace unos días en una cadena de televisión entrevistaban a Víctor Yangüez, un joven de 19 años de San Fernando de Henares, afectado por las obras que acometió el gobierno de Esperanza Aguirre en la línea 7 del metro –y que terminó a toda velocidad, dado que coincidía con la campaña de las elecciones autonómicas de 2007- Este chico manifestó que a su familia la desalojaron de su vivienda en junio de 2021 para derribarla, les alojaron en un hotel con malas condiciones higiénicas y sanitarias, hacinados en una pequeña habitación. Un año más tarde les obligaron a salir del hotel y tuvieron que alquilar otra vivienda y que actualmente estaban pagando la hipoteca del piso derribado porque tenía grietas por todos los sitios (como le ocurre a cientos de vecinos de la zona) y el alquiler de la nueva vivienda sin que la Comunidad de Madrid les esté abonando nada. El joven comentaba que, aprovechando que los militantes del PP de Coslada celebraban la cena de Navidad, se manifestaron a las puertas del restaurante para protestar por los incumplimientos de la Comunidad de Madrid con los afectados. Al salir de la cena, los militantes “peperos” acusaron a los manifestantes de “rojos comunistas de mierda y muertos de hambre”, además de decirles que trabajaran para comprarse su vivienda como todo el mundo. Así se las gastan estos señoritos de la derecha y la ultra derecha española, instigados, como no podía ser de otra manera, por sus maestros Ayuso, Aznar o Aguirre o Cuca Gamarra y ante la inacción y la no condena del jefe de filas, Feijóo.
Así se las gastan los líderes de la derecha y la ultraderecha y sus aduladores mediáticos. Utilizan sin escrúpulos todos los medios a su alcance (legítimos o no) con tal de conseguir el objetivo final, que no es otro que el poder y un poder absoluto e ilimitado más propio del Antiguo Régimen que de un Estado Social y Democrático de Derecho Constitucional que sólo respetan cuando les interesa y una prueba evidente es la negativa del PP a renovar el CGPJ, que lleva varios años caducado. ¿No es eso desobedecer miserablemente el mandato constitucional?
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