Las primeras personas han ido llegando antes de las 5:00 de la mañana hasta las inmediaciones de la plaza de San Pedro donde las masivas colas se han ido subdividiendo para llegar hasta las dos entradas principales de la plaza de San Pedro
Miles de personas han esperado hasta tres horas de fila para rendir un último homenaje a Benedicto XVI en el primer día de capilla ardiente en la basílica de San Pedro antes del funeral del próximo jueves, cuando será enterrado en las Grutas Vaticanas.
Las primeras personas han ido llegando antes de las 5:00 de la mañana hasta las inmediaciones de la plaza de San Pedro donde las masivas colas se han ido subdividiendo para llegar hasta las dos entradas principales de la plaza de San Pedro. Con paciencia y tranquilidad, han ido pasando los controles de seguridad de la policía.
Los restos mortales de Benedicto XVI han sido trasladados a las 7:00 horas hasta la basílica de San Pedro con un rito privado oficiado por el cardenal Mauro Gambetti, vicario de su Santidad y, por tanto, sin cámaras ni periodistas presentes, desde la capilla privada del monasterio Mater Ecclesiae donde falleció el pasado sábado. En el breve rito de despedida, antes de preparar la instalación para la veneración pública, que ha durado 40 minutos, no estaba presente el Papa Francisco.
El difunto Benedicto XVI descansa sobre un catafalco, cubierto por una tela de terciopelo rojo y sostenido por dos almohadillas, con una casulla roja, y lleva en la cabeza una mitra blanca adornada. Además ,en sus manos entrelaza un rosario en sus manos.
A diferencia de sus predecesores, no lleva el palio papal, la cinta de lana con cruces que se pone sobre los hombros y que simboliza la potestad de gobierno en una determinada jurisdicción. De hecho, será enterrado sin vestir el palio, que se colocará en el ataúd como se hace para los obispos eméritos, según han informado los medios italianos.
El cuerpo de Benedicto XVI está situado justo delante del monumental baldaquino, obra del italiano Gian Lorenzo Bernini, situado en la zona central de la basílica de San Pedro. Está flanqueado por dos guardias suizos y rodeado por unas vallas de protección que lo separan de las personas que han querido venerarlo en estos momentos.
En las inmediaciones está su secretario, Monseñor Georg Gänswein, que ha consolado a algunos de los asistentes, sobre todo, grupos de religiosos y de fieles procedentes tanto de Roma como de otros lugares del mundo, que quieren despedirse del papa emérito por última vez. Se espera que solo este lunes, 2 de enero, pasen por la basílica de San Pedro del Vaticano cerca de 30.000 fieles.