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Tengamos la fiesta en Paz
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AL CABO DE LA CALLE

Tengamos la fiesta en Paz

Actualizado 26/12/2022 11:51
Francisco Aguadero

Es Navidad, el mejor momento para repetirnos, todos, aquel dicho popular de “tengamos la fiesta en paz”. Paz en las familias, en las comunidades, en los países, paz internacional. Ese es el mensaje que nos trae la luz de la Navidad. Es un momento propicio para que hablemos de paz. Aunque siempre debería ser buen momento para hablar de la Paz que necesita este alocado mundo, cargado de intereses, guerras o conflictos violentos, promovidos por la ausencia o la baja equidad, las injusticias y el desarrollo desequilibrado, tanto económico como humano, en muchas partes del globo terráqueo.

No es fácil hablar de paz cuando en los propios parlamentos, donde reside la soberanía nacional, proliferan los insultos, las mentiras y las barbaridades más insospechadas. O cuando se mantiene bloqueada la renovación de las instituciones democráticas, de manera persistente y en pro de intereses partidistas alejados del bien común, degradando así la democracia y la convivencia.

No es fácil hablar de paz cuando algunos políticos se olvidan de aquella afirmación de Thomas Jefferson de que “Cuando alguien asume un cargo público debe considerarse a sí mismo como propiedad pública” y no al revés, como ocurre en muchos casos en los que los cargos públicos se piensan que la cosa pública les pertenece a ellos y que llegan a la política para forrarse y no para prestar un servicio público, para el bien común.

No es fácil hablar de paz con una trentena de guerras abiertas en las que se envía a la juventud a morir como corderos, como si esas vidas humanas se crearan y se desarrollaran por arte de magia y no con el sacrificio, el amor y el esfuerzo que hacen los padres para sacar adelante a sus hijos, con la intención de que tengan una vida feliz y de aportación a la sociedad.

La violencia, ya sea física o verbal, es la antítesis de la paz. Mahatma Gandhi decía que “No hay camino para la paz, la paz es el camino”. Un camino cuyo sustrato ha de estar forjado por una serie de valores fundamentales para el desarrollo humano, como son el amor, la libertad, el respeto, la justicia, la equidad, la igualdad, la responsabilidad, la honestidad, la tolerancia, la solidaridad. Valores que deberían formar parte de la educación de todo ser humano, añadiendo el espíritu crítico, el compromiso, la participación y el diálogo.

Además de la formación del individuo en valores que promuevan la Paz, esta requiere de actitudes, instituciones, voluntad política y estructuras sólidas que forjen, construyan y sostengan las condiciones de paz para que aquellas se retroalimenten y faciliten una paz duradera. Las personas somos seres diversos, pensamos de formas distintas, tenemos creencias o preferencias diferentes. Con frecuencia, esa diversidad crea fricciones y nos hace difícil la convivencia. Pero también, por naturaleza, somos seres sociales y la presencia de aquellos valores y estructuras, debieran permitirnos procesar y resolver los conflictos mediante procesos pacíficos y democráticos.

Para que podamos entender los entresijos, el ADN de la Paz, en un sentido que va más allá de la guerra o la ausencia de violencia, es preciso que nos fijemos y estudiemos las actitudes y sociedades pacíficas, el entorno en el que se desarrollan y el tipo de relaciones virtuosas que las producen. La corrupción y la desigualdad, tienen una alta correlación con la violencia. Cuanto más corruptas y desiguales son las sociedades, más probabilidades hay de que éstas experimenten violencia y ausencia de paz.

Para reducir la violencia no basta con llevar a cabo acciones puramente punitivas, de castigo. La conducción hacia la paz requiere la transformación en sociedades menos corruptas y más equitativas. Fomentar el desarrollo económico sostenible y el desarrollo humano, incrementar el bienestar social, el empleo, la salud, la educación. Fortalecer la democracia, el respeto a los derechos humanos, la transparencia, la rendición de cuentas. Facilitar el acceso a la información, el respeto al estado de derecho y una eficiente impartición de justicia. Todos ellos elementos necesarios para que se dé una cultura de paz.

En síntesis, todo aquello que integra a las sociedades podemos considerarlo constructores de paz. Por el contrario, todo lo que divide y desintegra a las sociedades y a la convivencia, puede ser considerado un elemento destructor de la paz. Consecuentemente, la paz se compone de aquellos elementos políticos, sociales, culturales, éticos, psicológicos y económicos que promuevan la cohesión, integración, articulación y colaboración dentro de los grupos y las sociedades. Estamos con Franklin D. Roosevelt cuando decía que “No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla”.

En aras de la Paz, es urgente recuperar, no solo en España, el espíritu de concordia, tolerancia, respeto y fraternidad que trajo la democracia. Es preciso tomar, con absoluta seriedad, la construcción y el sostenimiento de la Paz. Cosa que desde aquí reclamamos en esta Navidad, para que podamos “tener la fiesta en paz”.

Que el sustento del pasado, el valor del presente y la esperanza del futuro, permitan que nuestros corazones rebosen de felicidad, y que el camino que elijamos nos lleve a la Paz.

¡Feliz Navidad! ¡Paz y Bien, hoy y siempre!

Cantemos, desde nuestros sentimientos, Noche de Paz.

https://www.youtube.com/watch?v=SZAjQuOzYU4&ab_channel=Codiscos

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© Francisco Aguadero Fernández, 23 de diciembre de 2022

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