Son esculturas, pinturas, grabados originales, cartelería, fotos y audiovisuales sobre el papel de la mujer durante y después de la Primera Guerra Mundial
El Museo Art Nouveau y Art Déco - Casa Lis de Salamanca ha inaugurado hoy la exposición temporal “Las hijas del Jazz”, una muestra patrocinada por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Castilla y León sobre la transformación del papel de la mujer en la sociedad de los años 20, cuando surgen las denominadas “flappers”.
El Museo Art Nouveau y Art Déco - Casa Lis de Salamanca narra a través de la exposición “Las hijas del Jazz” el papel de la mujer durante la Primera Guerra Mundial y la situación que ocupó después de la contienda. El conflicto bélico supuso una oportunidad para la emancipación de muchas mujeres, que vieron en su incorporación al mundo laboral, la ocasión de liberarse del rol tradicional que la sociedad decimonónica les había asignado. No ocurrió de forma general en todas las capas sociales ni en todos los países. Así, Francia y Estados Unidos con una sociedad liberal facilitaron esta emancipación. Al contrario, Alemania e Inglaterra, con una sociedad más conservadora dificultaron este cambio.
La exposición está estructurada en cinco espacios en los que se muestran a través de esculturas, grabados originales, cartelería, reproducciones fotográficas y audiovisuales el protagonismo de la mujer durante y después de la guerra, la actividad social y laboral y el espacio privado de estas mujeres. A “Las hijas del jazz” las unen, como leitmotiv, las melodías y ritmos afronorteamericanos que, procedentes de Estados Unidos, escuchan estas mujeres.
Sin duda, la guerra transformó el papel de la mujer en la sociedad. Ante la ausencia del marido, a la mujer le correspondió asumir el papel de jefa del hogar. Al término de la contienda y con la vuelta de los hombres a casa muchas mujeres volvieron a ocupar el rol que habían tenido antes de la guerra. Pero no siempre fue así. En Francia, quedaron 600.000 viudas de guerra que tuvieron que seguir trabajando para subsistir. Los 1,3 millones de muertos en combate obligaron a fomentar políticas natalistas y de nuevo la mujer vio limitada su emancipación. Estas contradicciones, generadas por las consecuencias de la guerra, hicieron que la supuesta liberación de la mujer con respecto al hombre fuera muy limitada.
En definitiva, la guerra permitió a la mujer demostrar su eficacia en muchos sectores del mundo del trabajo. Con la misma eficacia y menor sueldo que el hombre, se generalizó su presencia en los centros de producción. Esto no impidió que tuvieran que seguir haciéndose cargo de la responsabilidad del hogar. Tras la guerra, las mujeres deciden salir de casa y tomar las calles: trabajan, hacen deporte, salen a bailar, conducen automóviles y hasta deciden sus conductas sexuales.
Este nuevo estilo de mujer necesita una forma de vestir más simple y ligera, de modo que desaparecen los corsés y se imponen los vestidos más cortos dejando a la vista las piernas. Por el día, la sencillez de los vestidos está orientada en función del trabajo con cortes rectos y tejidos de punto más resistentes. Por la noche y como contraste, las mujeres se visten con lentejuelas y bordados, se adornan con complementos como tocados y redecillas y fuman con largas boquillas: son las mujeres denominadas flappers por su rebeldía. El peinado adquiere connotaciones masculinas. El resultado es el corte de pelo garçone por debajo de las orejas y el bob formado por ondas.
Los comportamientos sociales de un grupo de mujeres cambiaron después de la guerra. Estas mujeres ya no estaban dispuestas a quedarse en casa ocupándose de sus maridos y pariendo hijos hasta perder su salud. Por primera vez, tenían derecho a votar y su trabajo les permitía una cierta independencia. Practicaban deporte, bailaban, conducían automóviles y mantenían relaciones sexuales con total libertad.
No era igual para todas las mujeres ni en todos los países, pero estas mujeres, las flappers, consiguieron un espacio de libertad que hasta entonces había estado reservado solo para los hombres.
Zelda Fitzgerlad marcó la personalidad de la mujer de la época con su creatividad e independencia. Y con ella, Gloria Swanson, Louise Brooks, Greta Garbo y Coco Chanel. Y de fondo, la música que llegaba de América con los nuevos bailes. El jazz terminó siendo la banda sonora de los “locos años veinte” y el “charlestón” el ritmo que hacía bailar a esta nueva sociedad.
El acto inaugural celebrado hoy a las 11:30 horas en la Casa Lis ha contado con la participación del Alcalde de Salamanca y Presidente de la Fundación Manuel Ramos Andrade, Carlos García Carbayo, la Viceconsejera de Acción Cultural de la Junta de Castilla y León, Mar Sancho Sanz, y el Director del Museo Casa Lis, Pedro Pérez Castro, así como numerosas personalidades, invitados y representantes de diversas instituciones salmantinas como la subdelegada de Gobierno, Encarnación Álvarez; la teniente de Alcalde y concejala de Familia, Igualdad de Oportunidades y Oficina de Bienestar Animal, Ana Suárez Otero; la patrona de la Fundación Manuel Ramos Andrade, María Jesús Mancho; la gerente del Palacio de Monterrey, Jennifer de Castro; el Director del Centro Documental de la Memoria Histórica, Manuel Melgar y varios miembros de la Junta directiva de la Asociación de Amigos del Museo, entre otros.
Fotos de David Sañudo