"Es importante reconocer que no estás bien, lo segundo pedir ayuda y estudiar siempre, que se formen en lo que sea"
Beatriz Marqués es una de las tantas chicas que han egresado de la Casa Escuela Pía Santiago Uno, tiene 23 años “recién cumpliditos”, sobre sí lleva una historia familiar marcada con eventos difíciles de vivir cuando se transita la adolescencia, pero que, en su caso, no la amilanaron, por el contrario, le dieron el coraje para buscar apoyo, el que ella y su hermano menor requerían. Habla con SALAMANCA AL DÍA para poner en valor el rol de la institución educativa salmantina en su proceso de construir nuevas oportunidades, ganarse la vida y sanar las heridas del pasado.
Beatriz parece este tipo de personas que, a pesar de su juventud, tiene un carácter resuelto, y sobre las dificultades toma acciones, cuenta que “veníamos de una relación familiar complicada y en un momento dado, decidí llegar a Santiago Uno y complementar mis estudios, seguir adelante. Yo entré por protección de menores, con 16 años y mi hermano con 13. En aquel momento pedí ayuda, la situación no era la más adecuada para unos menores de edad, y me ayudó el hablar con una asistenta social. Poquito a poquito entramos los dos al Centro. Nos acogieron con los brazos super abiertos, con mucho cariño. Me quedé a vivir. Mi madre se fue a Portugal. Yo sabía que la entrada a Santiago Uno era una decisión que me iba a venir bien".
La Casa Escuela Pía Santiago Uno es parte de un proyecto de reinserción de menores de edad, que trabaja de forma comprometida y solidaria por los niños, niñas y jóvenes, que han sufrido o han sido víctimas de abandono, consumo, maltrato, que cumplen medidas judicialmente impuestas o se encuentran bajo la guarda o tutela de la Junta de Castilla y León. Beatriz sigue con su relato y cuenta que cuando llegó a la Escuela sintió que “ya no estaba fuera de lugar.”
El proceso de integrarse al grupo llevó su tiempo y, además, “nos tenían tan ocupados haciendo un montón de cosas super bonitas, que entonces, no tenías tiempo de pensar en lo que habías vivido hasta aquí. Yo hacía circo, hacia baile, hacia un montón de cosas y hasta que dije, pues mira, yo estoy bien, soy feliz, he curado un montón de heridas, y pa’lante”.
Beatriz concluyó la ESO, con 18 años, y sigue estudiando el grado superior de Integración Social como una forma de mantenerse unida a la institución Sobre su situación actual dice: “trabajo aquí, en el restaurante Oro Viejo, gracias a que salí de Santiago Uno con esa formación profesional básica, hice aquí las prácticas y me ofrecieron una oportunidad de trabajo y aquí me he quedado. La formación profesional básica era de Hostelería, un año de camarero y un año de cocina. Te enseñaban las dos partes”.
"Cuando llegas a los 18 años, hay que poner en práctica lo aprendido, porque llega el momento de echar a volar", relata. La institución, a pesar de estar concentrada en menores de edad, no deja a su suerte a los que salen, sigue velando por los jóvenes. La meta en cada itinerario es que se ganen la vida. Beatriz cuenta que a los 18, fue a un piso de emancipación, bajo un régimen más flexible, mientras que se iba incorporando al mundo laboral de Salamanca. “Yo llevo trabajando desde los 17 años y la verdad que podías ya vivir como una persona normal, no tenías esos horarios estrictos. Tenías mucha libertad, salir de fiesta y esas cosas”, acota.
Sin embargo, confiesa que le “costó mucho dejar Santiago, le tengo mucho cariño a todos los educadores, a algunos compañeros también. Pero bueno es un paso que te toca dar, al fin y al cabo, te toca salir del nido, de tu zona de confort”.
En relación con su vida laboral, explica que la hostelería "es un mundo muy bonito, pero es complicado, tienes que tener tus horarios, tus emociones bajo control, se está trabajando de cara al público y no puedes venir un día enfadado y tirarlo todo; la hostelería me gusta un montón. Estoy aquí desde los 17 años, creo que a mi jefe también le parece que lo hago bien. Yo soy camarera, atiendo al cliente, saco platos, recomiendo platos, trato de que la gente lo pase bien".
Con los ojos iluminados añade que "en Oro Viejo somos un equipo que funcionamos al cien por cien, entre todos, y lo hacemos todos super bien. Hay mucha comunicación entre nosotros. Tú, por ejemplo, imagínate que he tenido un mal día, y estoy así un poco de bajón, entonces mi compañero dice, yo te cubro. Además, las condiciones son iguales tanto para chicas como para chicos. Es lo que te toca, da igual si eres mujer o hombre, si te toca sacar la terraza, pues te toca. Aquí trabajas diez horas, pues aquí te pago las mismas horas que hubiera cobrado un compañero".
Beatriz confiesa que desea seguir estudiando y sus aspiraciones apuntan hacia al trabajo social o ser una educadora social, “yo quiero algo más. Ahora pretendo sacar el grado superior con una buena nota porque me quiero presentar a la Universidad. El grado superior de Integración Social lo estudio en Santiago Uno. Me gusta la educación, me gustaría un montón ser profe. A mi me gustaría poder ayudar en un futuro a adolescentes que han pasado por mi situación”.
Reconoce que "la hostelería te llena mucho, es un mundo muy bonito, pero llega un momento en el que, pues que a lo mejor no me quiero dedicar a esto hasta que tenga 60 años y me jubile. A lo mejor quiero un trabajo más cómodo. Y al día de mañana quiero ser madre, pues no es lo mismo una compatibilización horaria, con la hostelería que con un profesorado".
"Es importante reconocer que tienen un problema, primero reconocer que no estás bien y lo segundo es pedir ayuda. De qué te sirve estar tú mal y no contárselo a nadie, al final te vas ahogar. Necesitas hablar con alguien, ya sea con un psicólogo, con tus padres, sea con quien sea, hasta con tu propio médico de cabecera, pero pedir ayuda y que te ayuden. Callarse y aislarse del mundo no sirve, yo he sido muy reservada, me ha costado mucho expresarme, pero gracias a que pedí ayuda a la persona adecuada, bueno la única persona que yo tenía como referente en ese momento, hoy he podido seguir", afirma Beatriz.
Además, destaca otro aspecto que considera vital: "estudiar siempre, que se formen en lo que sea. Intentar y buscarse la vida. Intentar salir, no quedarse quieto. Porque no te llevara a ningún lado".
Ya el ajetreo del restaurante comienza, Beatriz Marqués se prepara para su jornada, sabe que sin trabajo y compromiso personal es muy difícil superar los obstáculos, su avance no ha sido de la noche a la mañana y se despide diciendo “Qué la vida son dos días, hay que sentirse bien, hacer cosas nuevas, salirse de la zona de confort, al fin y al cabo, todos tenemos las mismas necesidades”.
Carmen Sanchis