Comienzo esta corta reflexión expresando mi convicción de que el hecho de que el Himno Nacional de España no tenga ningún texto apropiado a su música, no es un tema de poca importancia, sino de gran significación en dos campos: en el del sentimiento de identidad de los españoles y en las ocasiones de nuestra presentación en las relaciones internacionales.
Hoy, martes, 6 de diciembre, Día de la Constitución, de nuevo presenciaremos al comienzo de la ceremonia del partido España- Marruecos de este Mundial de Fútbol, a nuestros jugadores ( y a los espectadores españoles en el estadio) en silencio, mientras suenan las notas de nuestro Himno. Previamente, o a continuación, el equipo de Marruecos cantará en voz alta la letra de su Himno, como hacen la inmensa mayoría de las naciones del mundo.
Por mucho que algunos repitan que ya nos hemos acostumbrado y ya no sorprende a nadie este hecho que, según ellos, tiene poca importancia, la realidad es que, sin prejuicios, esta ausencia de letra es una clara anomalía: la falta de una letra consensuada en el Himno Nacional revela que existe en la actualidad una incapacidad colectiva de consensuar un texto que dé cuento del sentir unánime de toda una Nación hacia alguna dirección. Solamente otros dos países en el mundo, además de España, carecen de letra en su himno, San Marino y Bosnia-Herzegobina.
Sin que nadie nos lo haya enseñado y quizás no esté en ningún manual de política práctica, todo el mundo sabe que en la creación de la letra de un himno nacional no se trata de lograr altos niveles poéticos o literarios, ni de expresar un concreto ideario de posibles objetivos políticos, sino de expresar el deseo y la voluntad de un pueblo de vivir en torno a los valores esenciales de una sociedad, esos valores que están al servicio del conjunto de los ciudadanos; y secundariamente, quizás, señalar alguna característica diferenciadora de ese país, de esa Nación.
La negociación para aprobar colectivamente la letra de un Himno es, obviamente, muchísimo más sencilla que la redacción, por ejemplo, de la Constitución que hoy celebramos, aunque tampoco está exenta de dificultades. Lo importante es que todos los ciudadanos, de todas las edades, tendencias y creencias, se sientan reconocidos en esas breves pero precisas palabras consensuadas.
No lograr consensuar y aprobar un texto de un himno nacional, revela, aunque no creamos ver esta realidad, que no hay una cohesión suficiente en la población para, sin dudarlo, sentir que todos los que vivimos en el mismo país, formamos un mismo colectivo, seamos del Norte o del Sur, mujeres u hombres, niños o ancianos, pobres o ricos. Quizás la medida para la aprobación de un nuevo himno tendría que pasar por un referéndum, para garantizar que tiene absoluto respaldo. Aunque no es necesario.
En el fortalecimiento de la unidad de nuestra Nación, todas las medidas que tiendan a unir, deben ser prioritarias a aquellas que, quizás sean útiles, pero pueden ir en la dirección de separar; como por ejemplo muchas competencias otorgadas a las Comunidades Autónomas.
En cualquier caso, la letra de nuestro Himno Nacional será siempre un símbolo de unión y de afianzamiento de nuestra identidad nacional. No podemos negar la evidencia y seguir retrasando una tarea poco compleja y muy útil para incrementar el sentimiento de identidad de España, el mismo que sentimos cuando el equipo de España vence deportivamente a cualquier rival. Como deseamos todos que lo haga en todos los partidos de este Mundial de Fútbol.
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