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¡Somos mas!
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¡Somos mas!

Actualizado 02/12/2022 08:19
Manuel Rodríguez Fraile

¡Qué lejos quedan aquellos tiempos en que la política era una actividad noble relacionada con el debate de ideas, el diálogo, el acuerdo y el consenso; para logar el bien general de los ciudadanos. Hoy apenas tiene relevancia todo esto. Por eso, deberíamos recordar las palabras del poeta trágico griego, Sófocles: Un Estado donde queden impunes la insolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo.

Las palabras pronunciadas por los diputados de Vox, Onofre Miralles y Víctor Sánchez del Real, en la tribuna de ese lugar donde reside el poder ciudadano, léase Congreso de los Diputados, son además de vergonzosas, insultantes. Porque más que a personan que representan la soberanía nacional, son propias de exaltados y bravucones, de las arengas patriotera de Millán Astray frente a los tercios de la Legión antes de una batalla o del mismísimo Hitler frente a los pilotos de la Luftwaffe cuando se disponía a bombardear Londres durante la II Guerra Mundial.

El señor Miralles afirma, o mejor vocifera, que él y los suyos son superiores moralmente y cualitativamente a todo los demás, y el señor del Real dice, a voz en grito, que eso de que las mujeres de su grupo son machistas, ¡es una bomba!, con lo que no niega que sean machistas, ya que después añade, pero al menos (es decir, aun siéndolo) tienen experiencia. ¡Vaya mierda de construcción argumentativa!

Dos cosas. Primero, las palabras de Miralles, que es diputado de rebote tras la marcha de Macarena Olona y que está en política por hobby, como él mismo reconoce en una entrevista publicada el 20 de mayo de 2019 cuando se presentaba a la alcaldía de Granada[1] y publicada por Granada Hoy, son copia literal de las pronunciadas el pasado mes de octubre en nuestro país por Javier Milei, conocido líder de la ultraderecha argentina, invitado a participar en el acto VIVA 22 organizado por Vox. Digo yo que las plagiaría dada su inexperiencia en estas lides y para impresionar al ‘jefe’.

La segunda, una invitación a estos señores, y extensiva a todos los miembros de su grupo, lean ustedes a Aristóteles, tanto su obra la Política como la Retórica. Seguro que, además de aprender a argumentar, aumentaran el nivel de su discurso político, porque según el pensador griego, la oratoria solo es válida cuando el fin es convencer de la verdad a los oyentes.

Me gustaría terminar hoy con otro consejo para todos aquellos que abroncaron a la Ministra de Igualdad cuando les acuso de promover la cultura de la violación. ¡Pónganse al día, señores! No sean analfabetos funcionales.

El término ‘cultura de la violación’ viene siendo utilizado por los movimientos feministas desde los años 70 del pasado siglo, y hoy forma parte de lenguaje de las Naciones Unidas[2]. Esta perversa cultura pone el foco en las mujeres y no en sus agresores con afirmaciones del tipo ‘si es que con esa minifalda lo vas pidiendo’ o ‘es que las mujeres dicen que no, pero quieren decir sí’. Si no les queda claro le pueden preguntar al señor Feijóo, expresidente gallego, en cuya comunidad el pasado mes la Xunta realizó una campaña en la que junto a textos como Se viste con malla. Va a correr por la noche, se concluye: No debería pasar pero pasa; que fue criticada con dureza desde multitud de sectores sociales. También pueden recurrir a la Presidenta de la Comunidad de Madrid sobre la campaña contra la sumisión química en la que figuraban frases como mira lo que te sirven o vigila siempre tu copa. ¿Por qué se critican este tipo de campañas y se las califica de cultura de la violación? Pues porque cargan la responsabilidad exclusivamente en las mujeres y de los agresores no dicen se decía ni una palabra. Más formación, señores diputados, y menos pataleo.

El sociólogo alemán Max Weber, distinguía entre profesión, oficio y ocupación, y nos dejó escritas sabias palabras: No valen para la política personas que viven de la política, que hacen de ella su único y exclusivo medio de vida. Cuando ocupar un cargo público se convierte en un privilegio, el político se suele transformar en cacique. Esto, desagraciadamente, se puede aplicar a muchos cargos públicos que se presumen profesionales, cuando no saben ejercer su oficio y que ocupar su tiempo en fanfarronadas .

Yo no les diré a los diputados de Vox, ni a ningún otro, que los que no pensamos como ellos somos superiores moral y cualitativamente, peroa ustedes sí les puedo decir en voz muy alta y mal que les pese, que SOMOS MAS.

[1] https://www.granadahoy.com/elecciones-municipales-granada/Onofre-Miralles-Vox-ley-bandera-lineas-rojas-dialogar_0_1356164717.html

[2] https://www.unwomen.org/es/news/stories/2019/11/compilation-ways-you-can-stand-against-rape-culture

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