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“Quería morir y casi lo logro”, el testimonio de una residente de la Casa de Acogida de Cáritas Salamanca
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“Quería morir y casi lo logro”, el testimonio de una residente de la Casa de Acogida de Cáritas Salamanca

Actualizado 01/12/2022 10:34
Redacción

Entró a Casa Samuel pesando poco más de 27 kilos, siendo paciente diabética y con VIH. Hoy tiene la fuerza para contar una parte de su historia

La mirada es directa, apenas comienza a hablar, saltan las cicatrices del alma, es menuda y pequeña, ha recuperado peso, según cuenta llegó a la Casa de Acogida Samuel de Cáritas Diocesana de Salamanca en marzo de 2020. Sobre la marcha habla de su vida y en su relato salta una de esas verdades que golpean a quien escucha: “quería morir y casi lo logro”.

María Montserrat Peramato Ildefonso comparte con SALAMANCA AL DÍA su experiencia, animada por la posibilidad de visibilizar una realidad que, a veces pasa desapercibida, y es que más allá de su caso personal, hubo un gesto que otros tuvieron con ella y que agradecerá siempre, “la voluntad de no dejarla marchar al otro mundo”.

Su llegada a Casa Samuel estuvo precedida por un paso rápido por una institución de cuidado a mayores. Entró a Casa Samuel pesando poco más de 27 kg, siendo paciente diabética y con VIH. Hoy tiene la fuerza para contar una parte de su historia, que le partió la vida en dos; puede ver un paisaje más alentador y concienciar a otros, que quizás pudieran ayudar a un familiar o a un amigo, a que lo hagan. Esta es nuestra entrevista con Montse.

¿Por qué llegaste a Casa Samuel?

Yo llegué a Casa Samuel porque murió mi marido, entré en una depresión muy fuerte, me llevaron al hospital y luego, para que yo me recuperara, me mandaron aquí, a Casa Samuel. Desde entonces, han estado muy atentos, la verdad, me han ayudado mucho.

En marzo hará dos años que ocurrió lo de mi marido, el 15 de marzo. Yo, desde allí, caí muy enferma a cuenta de esa muerte, y es cuando fueron por mí, estuve en una residencia de ancianos en Beleña, y luego me dejaron entrar aquí”.

Siempre han estado ayudándome incluso a ducharme, a peinarme, atarme los zapatos, porque cuando entré, llegué muy mal, o sea muy delgada; llegué horriblemente, tengo el VIH y la diabetes. Me tenían que ayudar a vestirme… y a todo eso.

¿Qué recuerdas de aquellos días?

Pues estar en la habitación, ellos intentaban darme ánimos, pero claro la depresión no se pasó. No se pasa así de golpe y porrazo, por estar aquí. Yo al estar aquí, todavía tenía mucha depresión.

Entraban a la habitación sin tocar la puerta, los días pasaron así, hasta que empecé a ir al psicólogo del Centro de Día, porque yo al principio no comía mucho. Luego, llegué a estar en silla de ruedas.

¿Cómo va la vida ahora?

Ahora no necesito ayuda para vestirme o peinarme, con 50 años empecé a estudiar la ESO y la vida es diferente. Estoy bien porque están al tanto tuyo, si tienes algún problema lo puedes hablar con ellos.

¿Cómo te planteas tu futuro?

No hago planes a largo plazo, vivo cada día, sin embargo, me gustaría recuperar mi propio espacio, en cuanto ellos me vean bien y pueda estar en una habitación o en un piso.

Carmen Sanchis