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Sánchez, MIR R-5 de cirugía
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Sánchez, MIR R-5 de cirugía

Actualizado 20/11/2022 14:55

Por culpa de la pandemia, los españoles hemos comenzado a familiarizarnos con expresiones relativas a la sanidad, y hasta nos permitimos opinar de aspectos para los que no siempre estamos preparados. Todo nace de la particularidad de nuestra Sanidad Pública. Los españoles llevamos muchos años disfrutando gratuitamente de asistencia médica, hospitalaria y, en muchos colectivos, con grandes descuentos en las medicinas. Es algo que vemos normal porque nuestros antepasados ya lo disfrutaban. Esta gratuidad no es universal. Ciudadanos de países con mayores recursos que el nuestro deben costearse su sanidad, total o parcialmente. Desde que formamos parte de la UE, existe reciprocidad de trato y, cuando nos visitan, gozan de esa ganga, aunque, en algunos casos, haya gobiernos que no se fían y exigen el pago anticipado de cualquier atención prestada. De todos es sabida la picaresca de más de un europeo que aprovecha su visita o residencia en España para tratamientos que no reciben en su país. A ese colectivo foráneo debemos añadir todos los inmigrantes que tengan aquí su residencia oficial, que también tienen derecho a asistencia sanitaria. He ahí la razón del montante dedicado para este capítulo en nuestros PGE.

Pues bien, a pesar de estos antecedentes, y a pesar de que la Comunidad de Madrid tiene la mejor sanidad pública de toda España, el gobierno sigue empeñado en hacernos comulgar con ruedas de molino. Billetes de autobús, bocadillos y propinas aparte, en la manifestación del día 13, además del despliegue de pancartas -alguna, muy oportuna, decía ¡Juzgar ya a los corruptos!- y en medio de la complacencia de responsables del gobierno se escucharon consignas tan progresistas como ¡Ayuso, asesina! ¿Dónde están esas “progres” cuando se homenajea a un terrorista que vuelve a su hogar? Siendo cierto que faltan médicos ¿quién permite tener congelado el número de plazas que se convocan cada año en las facultades de medicina?

La respuesta a todas esas preguntas la tiene un personaje de moda, el responsable de la cadena de despropósitos que amenazan la integridad de la nación, su sistema de gobierno y, por supuesto, la Constitución. Se ha convertido en el Influencer de La Moncloa. Con el agravante de que, en lugar de las redes sociales, utiliza descaradamente los medios de comunicación –la gran mayoría- que se someten a su dictadura. Ya estamos en la segunda etapa de su asalto al poder. La primera fue la formación del primer gobierno. Esa fue la base en la que cimentó su andamiaje para ir levantando los pilares de un nuevo edificio que en nada se parezca al actual.

Ha mentido desde el primer momento sin sufrir las consecuencias y está convencido de que tiene vía libre para seguir pasando por encima de todo y de todos. Ya no tiene suficiente con menospreciar nuestro ordenamiento jurídico y se permite desdeñar las directrices de Bruselas. Acude a todas las reuniones de líderes internacionales por su excesivo egocentrismo, pero tiene a una legión de colectivos compatriotas en una lista de espera que deja en ridículo a las de los centros sanitarios. Más que en lista de espera, lo están en la de malditos y nunca serán recibidos porque no son progresistas, no entienden de memorias excluyentes ni están dispuestos a trapichear.

En un principio, muchos españoles normales estaban convencidos de que Sánchez “sacaba tajada” de sus leyes, obligado por los socios que le apoyan. El “toma y daca”. Así han visto la luz numerosas disposiciones que van en contra de toda lógica, en contra delos usos de la democracia y en contra de la Constitución. Las últimas gotas, por ahora, que han colmado el vaso -léase la de la Memoria Democrática Asimétrica, la del Sí es Sí para unos y No para otros, la de la anulación del delito de sedición, o la del indulto a los golpistas, entre otras- le han proporcionado una cierta tranquilidad hasta que lleguen las próximas elecciones. Ante la proximidad de la entrada en prisión de los “abnegados socialistas” andaluces, que con tanta dedicación y mimo fueron capaces de hacer desaparecer más de cien mil millones de las antiguas pesetas, el humanitario Sánchez está maquinando la forma de sacarse de la manga una varita mágica que pueda indultarlos antes de que pisen la mazmorra

A la hora de pedir, los independentistas no se ven hartos. Los catalanes –la pela es la pela- ahora están pidiendo árnica para que sea abolido el delito de malversación. Lo que se gastaron para dar el golpe de estado, que lo pague Rita. Sánchez ya está buscando la venda antes de recibir la pedrada, y el orador Rufián acaba de encontrarle una. Le aconseja que la futura ley sea “quirúrgica” y deje bien claro que solamente será aplicada si el malversador no es de derechas. Por la teoría de los vasos comunicantes, los independentistas vascos no quieren ser menos y piden trocar su apoyo en más beneficios para los presos de ETA y más inversiones.

En uno y otro caso, Sánchez está dinamitando los resortes que tiene el Estado para sancionar cualquiera de los delitos que figuran en nuestros códigos. Esos que le están apoyando, lo mejor de cada casa, quieren evitar nuevos quebraderos de cabeza y proponen lo de “muerto el perro, se acabó la rabia”. Si no están de acuerdo –y no lo están- con lo que significa España y la mayoría de españoles, pretenden lograr romper de nuevo la baraja sin necesidad de jugarse el tipo.

Ahora bien, no seamos demasiado ingenuos. Por desgracia, conocemos ya cuáles son los excesos y debilidades de nuestro Presidente. Ahora debemos presuponer que su conducta no se debe solamente al deseo de prolongar su estancia en La Moncloa. La más que probada ineptitud de algunos ministros, y sobre todo ministras, está consiguiendo acabar con la paciencia de las personas claramente perjudicadas. Son tan obtusas que persisten en su desatino. Me recuerdan el caso de aquella madre que, contemplando el desfile de la Unidad en que servía su hijo –que iba con el paso cambiado- exclamó: ¡El único que lleva el paso bien es mi hijo!. Por cierto, la experiencia me demostró que esos soldados, una vez cambiado el paso, mantenían el error con verdadero tesón. Lo mismo que hacen alguno de los/as ministros/as.

Dada la trayectoria de Sánchez, con el rechazo que está encontrando dentro y fuera de sus propias filas, tal vez tenga en mente que todas esas reformas en las leyes consigan su propio amparo, caso de ser él mismo el beneficiado por un futuro cambio de forma de gobierno. Ni el Jefe del Estado, ni la Constitución son dignos de su devoción, y se le hace la boca agua cada vez que mienta la Segunda República. De momento, Rufián ya le ha dado la herramienta: nada de vendajes, cortar por lo sano, pero teniendo especial cuidado en no perjudicar a los suyos. A juzgar por su trayectoria, diríase que el doctor Sánchez ya es un MIR, R-5 en cirugía. Por eso, ¡cuidado con los trasplantes!

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