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Espíritu de Tolerancia
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Espíritu de Tolerancia

Actualizado 15/11/2022 08:27
Juan Antonio Mateos Pérez

La tolerancia es la virtud de la democracia.

V. CAMPS

la tolerancia hace posible la diferencia; la diferencia hace necesaria la tolerancia

MICHAEL WALZER

La tolerancia debe extenderse a todos excepto aquellos que niegan la tolerancia, o más brevemente todos deben ser tolerados menos los intolerantes.

N. BOBBIO

El 16 de noviembre, desde 1996, la comunidad internacional celebra el Día Internacional de la Tolerancia con actividades dirigidas tanto a instituciones educativas como al público en general. La tolerancia no es indulgencia o indiferencia, sino el respeto a las creencias, cultura y opiniones de los otros. También es un Derecho, por lo cual es inalienable y lo que demuestra es que las personas son naturalmente diversas y solo en el marco de la tolerancia podrán convivir.

Tolerar es una virtud cívica, pero también religiosa, política, económica, epistemológica, etc., muy útil para la ciudadanía y para la convivencia de una sociedad como la nuestra tan plural y globalizada. No todas las cosas, ni todas las filosofías son del agrado de todo el mundo, hay dimensiones culturales de otros pueblos que incluso pueden ser contrarios a nuestros pensamientos y costumbres. Para ello se impone el espíritu de tolerancia, necesario para construir un mundo en convivencia y respeto. Esto no quiere decir que todo vale en este mundo, pero aquí entra la tolerancia, para mantener la difícil coexistencia entre las dos realidades, a veces muy diferentes.

Estamos subrayando una tolerancia activa, el derecho que todos tenemos a expresar nuestras opiniones, fe, creencias, costumbres y discrepar cuando nos parezca. Esta se ejerce, cuando se asume una actitud y una conducta deliberada en defensa de derechos, religiones, costumbres o creencias, o no creencias, que están sufriendo discriminación en sus derechos sociales, políticos, de culto, etc. Pero la tolerancia activa incluye, el animar a los otros a discrepar si tienen buenas razones para ello. La genuina tolerancia, siempre es activa, es un acto de libertad profunda que no puede nunca ejercerse si reconocer explícitamente la libertad del otro. Desde aquí podemos ampliar la visión de nuestra realidad, enriqueciéndonos mutuamente mediante el contacto y el intercambio.

El valor de la tolerancia va muy ligado a la modernidad, sus raíces se encuentran en Erasmo de Roterdam, Luis Vives, Francisco de Vitoria, Michel de Montaigne, aunque su elaboración más sistemática aparece por primera vez en J. Locke en su Carta sobre la tolerancia (1689), donde hace una defensa de la libertad religiosa. Casi un siglo después, en las obras de Voltaire son una lucha contra el fanatismo, aunque sus argumentos los desarrolla en su Tratado sobre la tolerancia (1763). Esta obra no es una mera disertación filosófica como la de Locke, sus ideas sobre la tolerancia, son un compromiso del propio filósofo, necesario para obtener la rehabilitación de un comerciante de tejidos, de religión protestante, acusado injustamente de matar a su hijo. Los jueces han querido complacer a una multitud ignorante y fanática. La tolerancia, antítesis del fanatismo es el respeto del otro en su diferencia.

El filósofo Reyes Mate, nos propone la obra incomparable de Natán el sabio, de Lessing. Está ambientada en Jerusalén en tiempos de las cruzadas y los protagonistas son el sultán Saladino; Nathán, un sabio judío y un Templario cristiano. Quieren la paz y acabar con las controversias religiosas y la guerra. Cada una de las religiones pretenden la verdad exclusiva, pero si se plantean las cosas en términos absolutos, la guerra está servida. Natán responde con un célebre relato, la parábola de los tres anillos, que circulaba entre los judíos medievales españoles. En ella Natán propone las dos razones de la tolerancia moderna: Antes que judíos, musulmanes o cristianos, todos somos hombres, y nadie posee la verdad en exclusiva. Es propio del hombre y también del hombre religioso, buscar la verdad, pero no poseerla. En algún sentido, todas las religiones son verdaderas. Una religión será más verdadera, cuanto más se comprometa con los derechos humanos, aunque no es el único criterio de verdad, es uno de los más esenciales. Si Dios ama al hombre y lo quiere rehabilitar para elevarlo hasta su mismo ser, es bueno empezar por su dignidad en la tierra.

Queríamos subrayar otra vía de la tolerancia, nos la proponía Mahatma Gandhi. No le gustaba la palabra, pero no encontraba otra mejor. Recordemos su lucha desde la no violencia, que nos enseñaba a respetar la fe del otro y la nuestra, reconociendo nuestras limitaciones. La búsqueda de la verdad, Gandhi la relacionaba con la ley del amor. Verdad y no violencia, son como las dos caras de la misma moneda, aunque la no violencia y el amor son el medio, la verdad es la meta. La verdad reside en el corazón y allí es donde hay que buscarla, no podemos obligar a los demás a actuar según nuestra manera de ver la verdad. Tras la estela del profeta de la no violencia se deslizó Martin Luther King, en su obra la fuerza de amar, decía que según ahondaba en el pensamiento de Gandhi, más convencido estaba de la fuerza del amor, llegando a entender en su profundidad el sentido cristiano del amor.

Con todo, la tolerancia es una exigencia ética. Un derecho que es universal: “No hagas al otro lo que no quieras que te hagan a ti”. Toda persona tiene derechos a vivir y convivir en nuestro mundo en su diferencia específica. Es un derecho anterior a todo tipo de creencias y cosmovisiones. Por otro lado, la búsqueda de la verdad que caracteriza a los seres humanos, debemos buscarla en las diferencias. Quien rechaza el propósito del otro, rebaja las dimensiones de la verdad y merma su enriquecimiento personal. Por último, la tolerancia, es la virtud esencial de las sociedades pluralistas y democráticas. La democracia solo podrá funcionar desde las diferencias partidistas, ideológicas, políticas, etc., para ello es necesario la tolerancia y la voluntad de buscar la convergencia a través del debate y el compromiso, la única forma pacífica de solucionar los conflictos y las diferencias. El diálogo con el otro, siempre lleva al respeto, todos somos portadores de verdades que reflejan la verdad.

Los límites de la tolerancia están en el delito, la omisión culposa, la comodidad, la insensibilidad social y ética. No se puede tolerar la destrucción del planeta, la producción de armas de destrucción masiva, el asesinato, el abuso de niños, el tráfico de personas y órganos, las esclavitudes modernas, los actos terroristas y fundamentalistas, las mafias que trafican con personas armas o drogas, con costumbres que no respetan los derechos mínimos de la persona. Una tolerancia sin límites, acabaría con la propia tolerancia. Tanto la libertad como la tolerancia, necesitan la protección de la ley. Pero la ley y el derecho también tienen sus límites, por lo tanto, es necesario el diálogo para solucionar los conflictos no solo locales, también planetarios. Es posible, sin abandonar nuestras creencias, a través de un lenguaje racional, con un lenguaje constructivo y no agresivo, buscar la verdad todos juntos.

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