Sábado, 20 de abril de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Historia de la locura (I parte)
X
Detectar sintomas tempranos

Historia de la locura (I parte)

Actualizado 16/11/2022 08:29
Isaura Díaz Figueiredo

Nota:

Las Nuevas Tecnologías, a veces juegan malas pasadas, por lo cual he retomado la HISTORIA DE LA LOCURA desde los comienzos.

La locura es definida y tratada en cada cultura y en cada época histórica, de forma particular, de acuerdo con las ideas hegemónicas de la época. La locura no es un dato objetivo, sino un dato histórico y social. A finales del s. XIX se abandona el término locura, al ser considerado despectivo, y se usa el término enfermo mental o ya más en la actualidad el de trastorno mental, así se separa el trastorno de la persona, de su carácter y sus vivencias propias.

En la Antigüedad

Los antiguos creían que la locura era sagrada, que era obra de los dioses o demonios. Las divinidades enviaban la locura, como castigo o como venganza. En ésta época, las personas no eran culpabilizadas por su trastorno; sino que eran consideradas víctimas inocentes de fuerzas sobre las que no tenían control alguno.

En Mesopotamia, Israel y Persia, se consideraban los trastornos mentales como posesiones demoniacas.

En Egipto, antes que los griegos, reconocieron al cerebro como «localización de las funciones mentales». Describieron el trastorno emocional, denominado luego como «histeria» por los griegos, atribuyéndolo a una mal posición del útero, por lo cual fumigaban la vagina como tratamiento, con la intención de devolverlo a su posición original.

En India, la meditación budista se utilizaba y se utiliza como una forma de psicoterapia para trastornos mentales así como ayuda para superar las dificultades de la vida diaria.

En Grecia, los griegos fueron los primeros en estudiar los trastornos mentales desde un punto de vista científico, separando el estudio de la mente de la religión, fueron los más avanzados en aplicar técnicas que se desarrollarían más adelante como el diálogo con el paciente, o la interpretación de los sueños. La medicina griega buscó leyes universales que pudieran constituir la base de una ciencia real de la enfermedad, investigando a fondo las leyes que gobiernan las enfermedades y buscando la conexión entre cada parte y el todo, la causa y el efecto. Además de los tratamientos somáticos de la escuela hipocrática, los griegos emplearon tres tratamientos psicológicos: inducción del sueño, interpretación de los sueños (a cargo de sacerdotes) y el diálogo con el paciente. Hipócrates sostuvo que las enfermedades se producían por un desbalance de los cuatro humores esenciales: flema, bilis amarilla, bilis negra y sangre. Pequeños excesos de estos tres humores y de sangre daban lugar a personalidades flemáticas, coléricas y sanguíneas. Hipócrates ubicó en el cerebro la capacidad para pensar, sentir o soñar. Fue el primero en proponer que los sueños son expresión de nuestros deseos que acceden hacia el conocimiento cuando se eliminan las demandas de la realidad. También fue el primero en describir y clasificar racionalmente enfermedades como epilepsia, manía, paranoia, delirio tóxico, psicosis puerperal, fobias e histeria.

En Roma, siguieron las filosofías griegas estoica y epicúrea, que postularon que las pasiones y deseos insatisfechos actúan sobre el alma produciendo enfermedades mentales, que pueden controlarse alcanzando un estado mental sin perturbaciones o ataraxia (de donde deriva el término atráctico utilizado para los sedantes).

Celso, dividió las enfermedades en locales y generales, dentro de estas últimas incluyó las enfermedades mentales, que a su vez las dividió en febriles (delirios) y no febriles (locura). Consideró necesario el confinamiento y los procedimientos restrictivos (hambre, cadenas y grillos) para el control de la violencia, recomendando los sustos súbitos como tratamiento.

Galeno, a su muerte comenzó la era del oscurantismo religioso medieval. Consideró que el cerebro es el centro de las sensaciones y movimientos, y que el alma es inseparable de los centros nerviosos. Describió dos tipos de almas: animal o racional (en el cerebro) e irracionales (en el corazón e hígado). Dijo que el clima influye en las características psicológicas.

Edad Media

Con el advenimiento del cristianismo, la locura fue conceptualizada como sinónimo de pecado y defecto mortal. Se consideró la locura como el resultado de una posesión o un pacto con el diablo, como un efecto de la brujería. El loco era alguien considerado controlado por las fuerzas del mal, se utilizó el exorcismo para extirpar el diablo del cuerpo de las personas presuntamente poseídas.

En la Edad Media el loco no puede hacer promesas, ni tener palabra, ni testimoniar. A nivel jurídico no puede disponer de sus bienes, estos pertenecen a sus familiares o tutores. No puede testificar ante tribunales, ni hacer contratos. A cambio los parientes del loco deben asegurar su subsistencia y su guarda. Los locos extranjeros son expulsados, a veces después de haber sido azotados.

En la alta Edad Media surge un enfoque «médico», de la locura. Con la creencia que los locos tienen una piedra en la cabeza (la piedra de la locura), que origina su mal. Realizan pues, operaciones quirúrgicas, para extraerla.

Renacimiento

Con la llegada del renacimiento, se acaban los exorcismos y las trepanaciones de cráneos. Se opta para erradicar a los locos directamente, sacándolos de la ciudad, de las calles, del espacio público. Se les deja en campos apartados y otros son puestos en un barco sin timón en medio del mar. Aunque también se pide a los gobernantes que provean de medios para gestionar a los pobres, dementes y enfermos, es el caso del franciscano Francesc Eiximenis que en 1385 escribió un Regiment de la cosa pública destinado a los Jurats de la Ciudad de Valencia en la que se establecía la responsabilidad de los gobernantes para proveer los medios para gestionar a pobres, dementes y enfermos. En la Corona de Aragón, en el Norte de Italia y en la Europa Católica, muchas de estas instituciones eran ya en el XV civiles y controladas por los municipios.

En 1567 Bernardino Álvarez, soldado retirado, inaugura el primer centro de estas características de América, en México. También por Europa se extiende esta política de confinamiento: en Inglaterra Enrique VIII inaugura el primer hospital para locos, el Bethlem Royal Hospital.

Para este cambio, será clave la figura de Joan Lluís Vives i March, humanista, filósofo y pedagogo valenciano de origen judío, autor del tratado De anima et vita (Basileae, 1538) en el que apunta varios aspectos de psicología y psicopatología y niega categóricamente el origen sobrenatural de la locura.

A los de Vives hay que añadir los estudios de Jean François Fernel (1485-1558), quien describe varias capacidades de la mente como la memoria, la inteligencia, o el sentido común, y que se reafirma en el origen natural de la enfermedad mental. Johann Weyer (1515- 1588), médico y humanista, y algunos otros médicos como Cornelio Agripa, Girolamo Cardano, Arnau de Vilanova (1238 – 1311), Andrés Laguna, Amato Lusitano o Lavinio Lemnio, todos se oponen a que los locos sean quemados en la hoguera y reivindican el origen médico de la locura. Aunque en muchos de estos autores se continua mezclando la locura con el demonio, la brujería o la alquimia.

En 1511 Erasmo de Rotterdam, publica el Elogio de la locura, un ensayo escrito en forma de sátira en el que crítica las supersticiones y las prácticas piadosas de la Iglesia Católica, así como de la propia locura. Pese a ser más una crítica sobre las prácticas del catolicismo contra la locura, ejerció una gran influencia en la visión de la enfermedad mental durante buena parte del renacimiento.

Edad Moderna

Foucault señala que desde el siglo XV el loco era considerado como portador de cierta sabiduría, hasta el momento en que tanto el loco, como el delincuente y todos los marginados de la sociedad van a ocupar el espacio de los leprosos, de los apestados sociales, llevando al aumento de las prisiones en la Francia del siglo XVII

Existían muchos lugares reservados sólo para los «tontos» como el Hotel Dieu que acogía solamente los «locos», o el Londres Bethlem donde aceptaban una única serie de «locos». Cuando se internaban tan solo los «locos», es de hecho una prueba de que se realizaba una determinación médica, cosa que ocurría en otros lugares.

Aumentaron los encierros en los asilos y los hospitales generales. Los médicos contaban con pocos conocimientos acerca de la locura y los espacios institucionales especializados no existen. Los «locos» deben compartir espacio con delincuentes, desertores, prostitutas, borrachos, etc.

En la Edad Moderna se clasifica a los locos en tres grupos: furiosos, deprimidos y tranquilos. A los furiosos se les intenta calmar con ayunos, palos y duchas de agua fría. De no resultar se les instala en el cepo. Como última medida, se les fija a un muro, mediante una cadena corta.

Los deprimidos son aislados en habitaciones del domicilio familiar, separados del resto de miembros y a menudo se los oculta de las relaciones sociales. Los «más tranquilos» alternan con la familia y las amistades, al no constituir peligro.

Época de la Ilustración

En el s. XVIII comienza a darse un trato teóricamente más humano a los enfermos mentales. En París, Philippe Pinel, director del asilo de La Salpetrière, libera de las cadenas a los enfermos aherrojados y confinados. Pinel, es considerado el padre de la psiquiatría moderna, explica el origen de las enfermedades mentales por la herencia y las influencias ambientales, en su Tratado de la locura clasificó las enfermedades mentales en cuatro tipos: manía (delirio generalizado con agitación), melancolía (simple, delirio parcial, de mano con la depresión), mutismo (no hablan, tendencia a quitarse la vida) y demencia (perdida de las funciones mentales). Pinel pese a dar un trato más moral a los enfermos mentales, como la supresión de las cadenas, continua usando las camisas de fuerza y las duchas heladas para «tratar» a los «alienados». Otro psiquiatra, Samuel Tuke metía los locos en asilos y les aplicaba castigos hasta que aprendieran a actuar con normalidad, es decir de manera sumisa y ajustada a lo que la sociedad consideraba «normal». Eso si, empiezan a investigarse y comienzan a darse avances en el conocimiento de las enfermedades mentales.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.