Viernes, 29 de marzo de 2024
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A España le queda muy pequeño Sánchez
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A España le queda muy pequeño Sánchez

Actualizado 07/11/2022 09:23
Francisco López Celador

Ya había olvidado una de las características de la política. Es el arte de aparentar lo contrario de lo que se piensa. Ante el adversario, vale todo menos mostrar debilidad o darse por vencido antes de tiempo. Lo peor que le puede suceder a un político es comprobar el éxito del adversario. Cuando el superado es el que gobierna, el causante ya se convierte poco menos que en reo de insubordinación ¡Hasta ahí podíamos llegar; hay que cortar por lo sano y aplicar el correspondiente antídoto!

Urge buscar un desencadenante, algo negativo del adversario que pueda ser convenientemente magnificado para lanzarlo a los cuatro vientos. Por supuesto, que parezca espontaneo, pero preparado concienzudamente. No sé qué más desatinos debe cometer Sánchez para que los sindicatos, en lugar de manifestarse contra los empresarios, lo hagan contra el gobierno. Con el actual estado de la situación, si estuviera gobernando la derecha, no quedaría sano ni un contenedor, más de un turismo estaría en el desguace y más de un comercio habría visto desaparecer parte de sus existencias.

A la hora de maquinar una campaña contra el oponente, reconozcámoslo, la izquierda siempre le ha comido la merienda a la derecha. Suele ser más decidida, entre otras razones, porque nunca tiene prejuicios. Si hay que mentir, se miente. Si hay que endeudarse, alguien vendrá después para pagar la deuda. Si está mal visto infringir la ley, se bordea con disimulo, pero se arrima el ascua a la propia sardina.

Llegar Feijoo a la presidencia del PP y comenzar los nervios en La Moncloa fue instantáneo. A pesar del programa Master Chef de Tezanos, las encuestas se dispararon. Entre la hecatombe andaluza, el auge económico de Madrid y la brusca caída de nuestra economía, los estados de opinión eran un verdadero cataclismo. Saltaron todas las alarmas porque estaban en peligro muchos sillones. El gobierno y todos los que le sostienen ya no podían disimular ¿Quién era el valiente que se arriesgaba a adelantar las elecciones? ¡A maquinar, ya!

No se puede calificar de bisoño al actual presidente del PP. Sí de demasiado confiado. Después de varias mayorías absolutas en su autonomía de procedencia, y su acertado paso por organismos nada fáciles de dirigir como el Insalud y Correos, todo parecía indicar que no resultaría fácil dejarse embaucar por los adversarios. De hecho, sus primeras declaraciones como máximo responsable del PP parecían indicarlo. Pero no; sucumbió con demasiada facilidad a la facilidad para embaucar que tiene Sánchez y, cuando quiso reaccionar, ya había picado el anzuelo ¡Ahí estaba lo que buscaba Sánchez! De nuevo, los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz (Lc 16,8)

Desde que estamos en democracia, el artículo 122 de nuestra Constitución ha sido demasiado “manoseado”, y no siempre para reafirmar la consagrada independencia del Poder Judicial. El tira y afloja del nombramiento de sus miembros radica en la coletilla de la “mayoría de tres quintos”. Esa es la palanca que debería mover el bloqueo actual. Con la actual composición de ambas cámaras, se podrán alcanzar mayorías simples, pero muy difícil llegar a los tres quintos.

Ignoro lo que trataron Sánchez y Feióoo en La Moncloa para que se dejara entrever la luz al final del túnel. Caben varias posibilidades: que Feijoo no entendiera bien la propuesta de Sánchez, o que le hubiera vuelto a “llevar al huerto”. También, aunque más difícil de creer, que ante la reacción de las redes sociales, Feijoo se diera cuenta del engaño nada más salir del encuentro y decidiera dar por roto el posible preacuerdo. En cualquier caso, es de suponer que el gallego haga más honor a la fama de sus paisanos y le sirva de escarmiento.

Ese resbalón de Feijóo fue el detonante de la campaña de desprestigio que puso en marcha La Moncloa. Primero asistimos al rasgado de vestiduras de Sánchez y todos sus ministros. Empleando literalmente la misma fórmula, había que dejar clara la incapacidad de Feijóo para dirigir el PP y aspirar a la presidencia del gobierno por la falta de liderazgo y autonomía dentro de su partido. Vamos, que le viene grande el cargo. Esa muletilla fue repetida hasta la saciedad por los miembros del gobierno y los medios de comunicación a su servicio.

Faltaba la guinda en el menú de Tezanos. Poco ha tardado en emplatar otra encuesta que deja pequeños los resultados de Felipe en el 82 ¡La derecha será barrida en las municipales y en las generales! Nada nuevo en la hoja de ruta que se edita en el complejo monclovita. Para conseguir una publicidad más amplia, también se han aprovechado los frecuentes viajes al extranjero para repetir la proclama. Que todo el mundo se entere de la excelencia del gobierno español y la ineptitud de una oposición que se niega a cumplir la Constitución.

Si no se tratara de algo tan serio como poner en peligro la prosperidad de nuestra nación, podríamos decir que estábamos asistiendo a una broma de mal gusto. A los españoles ya no nos puede engañar este gobierno. Las próximas elecciones van a poner a cada uno en su sitio. Dentro de la Unión Europea, también conocen suficientemente a Sánchez como para llamarle la atención en más de una ocasión, hasta llegar a verdaderas amenazas, que presume de no acatarlas. Cuando ha proclamado tener las palancas suficientes para mejorar nuestra economía con los fondos de la UE, se le advierte que, hasta la fecha, no han querido “escarbar” demasiado en la falta de justificación de lo recibido hasta hoy, pero que no siempre será así. Que se lo pregunten a Polonia o a Hungría.

Cuando se le echa en cara a Feijóo un pretendido olvido de lo que manda la Constitución, Sánchez se está olvidando de las veces que él la ha bordeado y de lo poco que se preocupa de que algunos gobiernos autonómicos no se den por enterados de lo que en ella se ordena. En realidad, Sánchez no se olvida de nada, simplemente no hace más que repetir la conducta que ha seguido desde que accedió al poder: imitar a Maquiavelo para conseguir un fin sin reparar en los medios.

Es de suponer que este primer “revés” sufrido por Feijóo le sirva para no volver a ser tan confiado. Como líder de la oposición, debe ejercerla en todo lo que choque con sus ideales, sin complejos y sin titubeos. Al gobierno se le debe apoyar en todas las medidas, conformes con la legalidad, que sirvan para evitar situaciones de peligro. En todo lo demás, cada uno debe jugar sus cartas, para que el pueblo sepa quién está más cerca de él.

Lo que sí debe hacer la derecha es unir fuerzas, sin perder la propia identidad, para sacarnos de este atolladero. No es de recibo que en temas trascendentes se pisen mutuamente la cuerda. No hay mayor aberración que la composición de nuestro gobierno. Cualquier alianza de fuerzas conservadores sería más lógica y nadie debería rasgarse las vestiduras, Bueno, nadie que no sea nuestra izquierda.

Cuando se efectúen los recuentos de votos, veremos si a Feijóo le cae grande el gobierno de España- De lo que ya tenemos suficiente constancia es que estamos gobernados por alguien que ha demostrado ser muy pequeño para España.

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