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“Un accidente de tráfico cambió mi vida para siempre; es muy difícil recomponerse a eso”
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Ángel de Propios Sáez / Presidente de ASPAYM

“Un accidente de tráfico cambió mi vida para siempre; es muy difícil recomponerse a eso”

Actualizado 06/11/2022 11:21
María Fuentes

En una carretera secundaria, perdió el control de su vehículo y sufrió una grave lesión medular cuando solo tenía 21 años

Ángel de Propios Sáez tiene cuarenta y dos años. “Media vida con sillas de ruedas y media sin ella”, manifiesta. Sufrió un gravísimo accidente de tráfico cuando sólo tenía 21 años. Una lesión medular cambió su rumbo.

Llega a las oficinas de SALAMANCA AL DÍA con una sonrisa. Es abulense, preside ASPAYM (Asociación de Personas con Lesión Medular y otras Discapacidades Físicas de Castilla y León). Acompaña en esta visita a Enrique Rodríguez, delegado de esta Asociación en Salamanca que acaba de aterrizar en la ciudad con la apertura de su sede en la Casa de las Asociaciones; su misión es promover y fomentar toda clase de acciones y actividades destinadas a mejorar la calidad de vida de las personas con lesión medular y gran discapacidad física.

Ángel quiere que su historia sirva para concienciar a la sociedad de la importancia de una conducción segura. No pierde su sonrisa en ningún momento. Sus sueños se truncaron en ese accidente, pero su vida siguió a pesar de los miedos, el sufrimiento y la rabia que le ha acompañado durante tantos momentos.

¿Cómo se recompone uno a un accidente tan grave?

Con muchísima fuerza de voluntad. Yo era muy joven, iba a trabajar, no cometí ninguna infracción. Conducía mi coche por una carretera secundaria y me quedé dormido porque tenía la calefacción muy alta. En cuestión de segundos perdí el control del vehículo, choqué contra una piedra y no pude frenarlo. Noté muy rápido la pérdida de sensibilidad, sabía que era grave. Me partí dos vértebras, llegó la ambulancia 112, me sacaron del vehículo y hasta más de siete horas después no dieron con el diagnóstico: tenía una lesión medular. Rápidamente me trasladaron al Hospital Virgen de la Vega de aquí de Salamanca para operarme, y a los quince días me trasladaron al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. Ahí pensaba que mi vida se acababa, al menos como la entendía hasta ese momento.

Mi sueño era ser camionero, mi familia siempre se ha dedicado a ese sector, y en ese momento me estaba sacando el carnet de camión. Nada más que llegué a Toledo me conciencié de la realidad, todos esos proyectos se frenaron, tuve que mentalizarme de que a partir de ahí mi vida iba a estar marcada por una silla de ruedas, y eso es muy duro. El proceso de asimilación tanto para mí como para mi familia fue largo. Al principio fue un shock increíble, mis ojos estaban llenos de lágrimas, mi hermano y mis padres estaban destrozados. Estuvimos allí más de seis meses, es algo durísimo que requiere mucho coraje y fuerza mental para recomponerse.

¿Qué fue lo más duro de estos meses allí en Toledo?

Todo. El simple hecho de verte allí ingresado, ver como mi familia sufría… me desesperé, lo reconozco. Llegué a pedir la alta voluntaria a los pocos días de llegar, no podía soportarlo. Con mucho trabajo de psicólogos logré concienciarme y volver a tener ganas de luchar, pero me costó mucho. Al final soy un afortunado, porque con los días me fui dando cuenta de que la vida me había dado otra oportunidad; al final he podido tener una vida más o menos autónoma, pero cuesta mucho llegar a esa conclusión.

¿Y cómo fue la vuelta a casa?

Fue horrible, ahí vino lo duro de verdad. Llegas a tu vida de antes, pero todo ha cambiado. En el Hospital está todo preparado para personas con mi lesión, pero mi casa no. Yo vivía con mis padres, en una casa con escaleras, a dos alturas, y tuvimos que adaptar la casa entera para que yo pudiera vivir allí. Al principio todo el mundo está cerca, te ayudan, los amigos se vuelcan, los familiares… pero una lesión medular no es como la rotura de un brazo; esto no es un periodo transitorio, esto es para siempre… y al final la gente tiene su vida. Yo vivía además en un pueblo, con lo cual aún hay más obstáculos. Con 21 años mi vida se resumía en los paseos que me daban mi madre y mi abuelo. Reconozco que fue durísima esa etapa.

¿Cómo llega a ASPAYM?

Me habían hablado de la Asociación estando ya ingresado en Toledo. Por esas circunstancias de falta de accesibilidad que te comentaba me tuve que trasladar a Ávila, y eso hizo que poco a poco fuera mejorando mi calidad de vida. Empecé como socio allí para acceder a todos esos servicios, y después me propusieron ser delegado de la Asociación de allí de Ávila, acepté, y luego ya accedí ocho años después a la presidencia regional, hasta el día de hoy. No hemos parado de trabajar para facilitar la vida a todas las personas que sufren este tipo de lesión, y lo logramos gracias a la colaboración de muchas entidades, principalmente a la ayuda económica que recibimos de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta de Castilla y León y de la Consejería de Sanidad con las que sufragamos todos los servicios médicos.

Una de nuestras principales líneas de trabajo y que marca la seña de identidad de nuestra organización es la rehabilitación e investigación. Desde los inicios de esta Asociación en Castilla y León en 1996 se apuesta por una rehabilitación integral, por lo que la mayor demanda entre nuestros socios son los tratamientos de fisioterapia y tratamientos a través de nuestra unidad de prevención y unidad de rehabilitación neurológica a todas aquellas personas que lo requieran, siempre pensando en mejorar su calidad de vida. Para mí esto fue fundamental en mi mejoría.

¿Cuál es vuestra principal reivindicación?

Por un lado, el tema de la accesibilidad, es sin duda todavía una tarea pendiente para la sociedad. Nosotros demandamos que todos los productos, bienes, entornos y servicios no tengan ninguna barrera arquitectónica; reivindicamos también un turismo accesible. El objetivo no es solo la eliminación de barreras tanto físicas como de comunicación, sino garantizar a las personas con discapacidad el disfrute de los entornos y servicios turísticos en igualdad de condiciones que el resto de la población.

Por otro lado, en lo referente a los accidentes de tráfico, revindicamos una mayor concienciación de la importancia de una conducción segura. Yo en primera persona acudo a muchos institutos a dar charlas a los jóvenes, y es verdad que cuando me ven en la silla, y les cuento mi historia, les asusta, pero en realidad todos creen que eso a ellos no les va a pasar. La ciudadanía no es lo realmente consciente de los riesgos a los que nos exponemos cuando cogemos un coche: cuando un conductor usa el móvil, o se excede en la velocidad, o cambiar la música, o conducir bajo los efectos del alcohol…

Un mensaje final.

Uso siempre este eslogan: “No corras, no bebas, no cambies de ruedas”. Es un lema que siempre llevo por bandera, no se pueden cometer imprudencias en la carretera, porque la vida es muy frágil, y se puede perder todo en unas milésimas de segundos.