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Resistir. Sin más
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Resistir. Sin más

Actualizado 04/11/2022 09:35
Manuel Rodríguez Fraile

No, en realidad, no queríamos cambiara nada. Si recuerdan, seguro que sí, la canción de la pandemia fue Resistiré. Eso gritábamos desde nuestros balcones, y es que nuestro deseo era únicamente eso, resistir erguidos frente a todo. Lo que anhelábamos era volver a nuestra conocida y antigua normalidad, aunque nos hacía ilusión anteponerle en adjetivo de nueva. Nueva normalidad, sí, pero sin demasiados innovaciones, porque volver a lo conocido resulta más resguardado.

Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo, del miedo al cambio. Así escribió el poeta y ensayista mexicano, Premio Nobel de Literatura en 1990, Octavio Paz. Comparto su opinión, creo que nos han inyectado ese veneno ¿junto a la vacuna?, y por eso nos resultaba casi imposible imaginar un futuro mejor, estamos cómodos y calentitos en nuestra normalidad… estamos tan agustito.

Una canción más adecuada hubiera sido Imagine, de soñador John Lennon: Imagina que no hay paraíso. Es fácil si lo intentas. No hay infierno bajo nosotros. Arriba, sólo cielo. Imagina a toda la gente, viviendo el presente. Porque él habla de imaginar y vivir el presente a un mismo tiempo, y es eso precisamente lo que nos resulta engorroso. Estamos acostumbrados a vivir del pasado, con ciertos retoques de mejora, sí, pero pasado a fin de cuentas.

El periodista y escritor argentino Martín Caparrós, en una entrevista publicada por eldiario.es, en marzo de 2020 (no dejen de leerla[1] ni su libro Sinfin) afirma que: El futuro es miedo, es la amenaza ecológica, la amenaza poblacional, la amenaza política. Y esto ocurre, básicamente, porque no hay una idea de futuro que nos interese o que queramos producir o poner en marcha. En esos momentos la pandemia de COVID19 ya estaba presente en España. ¿Qué hemos aprendido de todo eso? Pues más bien poco, en mi opinión, muy poco. Porque sólo se trataba de resistir, nada de avanzar, nada de propuestas a futuro. Futuro, esa palabra estuvo ausente durante la pandemia, transmutada en nueva normalidad, y lo sigue estando.

Ni los gestores del mundo (léase Mark Zuckerberg, Elon Musk, Jeff Bezos, Bill Gates y otros) ni nosotros mismo, que voluntariamente nos conformamos con ‘subsistir’ en las realidades virtuales y los metaversos que nos fabrican haciéndonos que creer que de eso va el futuro, queremos demasiados mudanzas. Ellos dicen que ese futuro nos lo traer al presente pero eso es precisamente lo hace que desparezca, ya no lo podemos imaginar, todo lo han ‘imaginado’ ellos.

¿Y los políticos? Pues más de lo mismo. Total carencia de imaginación. Sus argumentos, sus propuestas, sus recetas, sus palabras, son las mismas desde hace décadas. Un pequeño retoque aquí y otro allá; y no hay tiempo para más, no hay tiempo de pensar el futuro a largo plazo porque apenas tienen cuatro años hasta las próximas elecciones. Por eso tienen que alimentarse del pasado o como mucho actualizar un poco el presente. Sus propuestas de futuro son su pasado maquillado, pero sin imaginación ni novedad alguna. La inmediatez del ‘me gusta’ corre también por sus venas. Hay que resistir, eso es todo.

El caso es que todo aquello de lo que hoy nos podemos sentir orgullos, todos los cambios sociales, políticos, incluso tecnológicos; comenzaron porque alguien, en algún momento, en algún lugar (un garaje, por ejemplo) los imaginó, lo soñó. La imaginación es la única capaz de crear nuevas oportunidades, su ausencia impide el futuro. Arthur Clarke, autor de 2001 Una odisea del espacio, afirmaba que el futuro ya no es lo que solía ser.

Los psicólogos dicen que pensar en el futuro es inevitable para cualquier ser humano, que la incertidumbre es una de las emociones más difíciles de gestionar. Pero la incertidumbre está presente en múltiples acontecimientos de nuestra vida diaria, en casi todas las ocasiones en que tenemos que tomar una decisión, y parece que eso nos produce ansiedad, angustia, incluso miedo, y justamente eso es futuro, incertidumbre. Buscamos certezas, pero en el futuro no las hay, por eso es futuro. Tal vez por ello preferimos que nos dejen perpetuarnos en el presente, en nuestra nueva normalidad, aunque sea acatando las directrices de aquellos a los que hemos erigido como administradores de nuestras vidas.

Se trata de resistir o si lo prefieren, recordando a Gloria Gaynor o Mónica Naranjo, de sobrevivir, sin más o ¿tal vez no?

[1]https://www.eldiario.es/cultura/martin-caparros-imaginarnos-fin-capitalismo_128_1042390.html

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