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Monleras rinde homenaje a Arcadio Vicente
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Recibió una placa conmemorativa del acto

Monleras rinde homenaje a Arcadio Vicente

Actualizado 01/11/2022 19:29
Redacción

El tamborilero de Barreras lleva vinculado a Monleras desde hace más de treinta años, en los que ha puesto música a las fiestas tradicionales y ha acompañado al grupo de bailes charros

La Asociación Cultural Las Mestas, canalizando el sentir del pueblo, organizó días atrás en Monleras un sencillo y entrañable acto de homenaje a Arcadio Vicente, apreciado como tamborilero y como persona, en reconocimiento del legado transmitido como genuino intérprete de la tradición musical del Noroeste salmantino y como gesto de gratitud por la generosidad y entusiasmo con que ha acompañado al grupo de danzas a lo largo de tres décadas.

El acto de tributo, que congregó a un importante número de vecinos de la localidad, así como a familiares y amigos del homenajeado procedentes en su mayoría de la comarca de Vitigudino, tuvo lugar en el Centro de Interpretación de Monleras el pasado 29 de octubre. Se inició con una semblanza de la vida y trayectoria de Arcadio Vicente, redactada con sensibilidad y cariño por Elena Delgado, presidenta de la Asociación Cultural, a la que siguió la proyección del vídeo documental 'Arcadio: y llega la música', realizado por Víctor Casas por encargo de la Asociación Escuelas Campesinas de Salamanca como parte del proyecto de sistematización del patrimonio cultural inmaterial. Por último, se hizo entrega a Arcadio de una placa conmemorativa, realizada para la ocasión por la artesana Nuria Martín (Numa) en su taller de Gamones, en la que aparece grabado este texto:

Arcadio, la fiesta de Monleras
suena a tu tamboril.
¡Aire y que viva el tamborilero!

Prosiguió la jornada con un pequeño convite y un rato de fiesta, amenizada, como no podía ser de otro modo, por los sones de la gaita y el tamboril de Arcadio y los bailes de jotas, charros, charradas y “agarraos” que fueron encadenándose unos tras otros, hasta que llegó el momento de la despedida al caer la tarde.

Semblanza

HOMENAJE A ARCADIO VICENTE HERNÁNDEZ

A son de tamboril

Si el hombre de campo se caracteriza por su sentido común, Arcadio es un hombre de campo de arriba abajo. Si un buen tamborilero debe disfrutar y hacer disfrutar de cada momento de fiesta, Arcadio es un tamborilero auténtico.

Nació en Picones en el año 34. Pasó su infancia como pastor en el campo, solo, sin apenas posibilidad de acudir a la escuela. Criado con austeridad, aplicó lo aprendido para sacar adelante a diez hijos. Nunca se queja más de la cuenta y considera que “lo único que se puede pedir a Dios es la salud”.

De niño, las horas que pasaba junto a las ovejas le permitieron practicar con una flauta que no estaba destinada a él, sino a un hermano. Hasta que consiguió sacar de oído La permanente, canción de moda entonces que había aprendido de unos cómicos que pasaban por el pueblo. De tamboril usaba una lata de escabeche preparada con una piel de cordero.

Con once años, el señor Urbano, tamborilero de Yecla, lo llevó a la feria de Salamanca. No sin motivo Arcadio lo considera, junto con el señor Andrés de Guadramiro, su padre de oficio. Allí fue el niño con su bilbaína y sus pantalones cortos y un tamboril prestado, que le costaba soplar Gran Vía arriba. Desde entonces todo fue crecer en compromisos.

Primero llegó el baile de los domingos en Cerralbo, por el que le daban tres pesetas. Iba en burra y recuerda que el tamboril con el movimiento del animal le hería en los labios. Luego vino Bogajo y no hizo falta mucho para que se viera poniendo la música a fiestas a lo largo de todo el año en gran número de pueblos y fincas. Siguieron los grupos de bailes de la comarca, más de una docena. Tampoco ha dejado de ir a Salamanca a lo largo de sesenta años y allí ha dejado huella, tanto en la escuela de la Diputación como en las ferias y en todos aquellos que, domingo tras domingo, se juntaban a bailar espontáneamente, seguros de que el tamborilero no dejaría de tocar mientras uno solo siguiera disfrutando.

Arcadio es un hombre con gran sentido de la realidad, que sabe distinguir dónde hay una buena persona, porque él lo es. Y hombre sincero y de palabra donde los haya. El gesto de su cara denota una alegría de verdad que logra extender por la fiesta, como un contagio que alcanza a todos. «Al que no le guste la fiesta, no es tamborilero». «A la gente hay que darle lo suyo». Y eso se lo ha dado y se lo sigue dando a manos llenas.

Lleva con orgullo su repertorio y su toque, consciente de que es único. Sabe que hoy en día la mayoría de los tamborileros lo son de escuela, mientras que él todavía es de los auténticos, de los que han aprendido de otros aportando su propio estilo. No solo se trata de tener sones suyos, como el charro, el pasacalles o el ofertorio, sino de tocarlos con un estilo personal, a la vez asentado y ligero. Que le pregunten a los buenos bailarines cómo se baila con Arcadio. También ellos saben que no hay otro igual. «Yo he sido Arcadio, soy Arcadio y seré Arcadio».

En Monleras hemos perdido la memoria de la primera vez que vino. Pero fue hace más de treinta años. Sin tomar nota, solo en su cabeza, nunca a lo largo de estos años nos ha fallado. Puntual y generoso, si eran necesarios más ensayos con el grupo no ha escatimado jamás su tiempo.

Arcadio: ¿cómo no vamos a estarte agradecidos? Los últimos años hemos sido conscientes del privilegio de tenerte aquí. Ahora nos toca poner en práctica lo aprendido: ante todo, el respeto a la música tradicional y al espíritu de la fiesta más genuina. ¡Aire y que viva el tamborilero!

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