Para ella, fundadora de un puesto desde hace 15 años, estas fechas son algo más que especial, algo que traspasa lo meramente económico
María Ángeles Barrera González es la protagonista de una tradición, que hoy se sigue perpetuando en el tiempo gracias a ella y el empeño de su familia, los ¨”Fernández” en el empleo de los y las castañas que, como en Peñaranda, se multiplican por multitud de localidades de la provincia de Salamanca.
Hoy trabajan dentro de una tradición, que se vive más allá del reloj y el calendario, y que para Mari Ángeles, a sus 54 años, ya tiene más que consolidada su presencia en las plazas de Peñaranda. “Llevamos 15 años cada festividad de los Santos. Nosotros solo estamos el mes de noviembre, que es cuando la castaña realmente es buena”.
“Aquí en el pueblo y en el medio rural la verdad es que nos interesa ofrecer calidad a cada cliente. El púbico generalmente es el mismo, por eso nos interesa ofrecer buen producto, sino no interesa. No quiero ofrecer algo de mala calidad a mis clientes. Es mejor menos tiempo y hacer las cosas bien que jugar con la calidad” asegura.
Sobre el origen de ofrecer este producto tan tradicional en estas fechas, Mari Ángeles lo tiene claro…”si te lo cuento te vas a reír…”yo estaba todo el día en casa mientras mi marido se dedicaba a organizar en la nave las diferentes atracciones de feria que tenemos…empecé a pedirle que me pusiera un puesto de castañas…empezó poniéndome una sola sartén…pero gustaron y desde ahí empezamos a colocar un puesto más amplio, incluyendo almendras ya y sin parar”.
Una tradición, sobre la que están luchando cada año, y que nuevamente este próximo uno de noviembre volverá a encontrarse a las puertas del cementerio municipal de Peñaranda, día clave, aunque antes y después se pueden conseguir en su ubicación en la Plaza de España.
La crisis también ha hecho mella en este sector, ya que explican que “se nota la crisis. Nos han subido el precio de las castañas o el gas…es una pasada el aumento de todo pero no hemos subido mucho los precios, no creo que sea bueno”.
“Yo creo que la tradición de los y las castañeras puede perdurar y continuar a lo largo de los años. Nosotros tenemos otra generación, que ya están dispuestos a continuar con ello. En mi casa mis nietos y mis hijas se llevan una sartén cada vez que vienen a casa. Son los peores clientes jajaja”.
“Vender castañas es una forma de ganarnos la vida. Que nadie piense nada raro…y creo que es una tradición que podemos mantener. Yo estoy muy cómoda, hablando con los clientes, encontrándome con gente que no ves en el año y sabiendo que vienen a vernos con cariño y de manera sincera. Eso es lo más importante”