Señor Bernardos, señor Bernardos, por favor, vuelva en sí, vuelva usted a 2022, por favor.
Es cierto que tradicionalmente el alquiler en el centro de las ciudades viene siendo más caro que en el resto, lo que hace que, o eres rico, o te toca apañarte en un cuchitril pequeño y carísimo. Y la alternativa siempre ha sido irte a vivir a las afueras o a alguna ciudad-dormitorio cercana. En Madrid, y en cualquier ciudad del mundo mundial, incluida Salamanca. En eso estamos de acuerdo, por supuesto. Yo misma, siempre he vivido en el extrarradio, por esa misma razón.
Pero señor Bernardos, le recuerdo que estamos en el siglo XXI, y que en este siglo concurren otras muchas circunstancias, y ninguna de ellas es que “los hijos quieran vivir al ladito de sus papás”, porque eso no ha ocurrido nunca y sigue sin ocurrir ahora: los jóvenes que quieren independizarse, entre sus criterios de búsqueda de casa, no suelen incluir el de la cercanía a la mami.
Desde mi humilde opinión, en el problema actual de los alquileres, concurren 4 causas:
1. La que usted dice, la ley de la oferta y la demanda: a mayor demanda, los precios suben. A mayor lejanía del centro de las ciudades, menor demanda y por tanto, precios más bajos.
2. Los sueldos precarios de los jóvenes. Que sí, señor Bernardos, que todos cuando empezamos tuvimos sueldos precarios, pero lo de hoy en día supera lo de cualquier otra época con creces, no tanto por el sueldo, que también, sino por la temporalidad, los contratos a media jornada o por horas….
3. La escasez de vivienda pública, que no es cierto que se hayan construido pocas VPOs en los últimos 40 años, como usted dice, sino que lo que ocurre, es que muchas de ellas se han vendido a fondos buitre: hay estudios que indican que si no se hubieran vendido ahora tendríamos más viviendas sociales que en la mayoría de los países de Europa.
4. Pero sobre todo, la subida de los alquileres en el centro de las ciudades se debe al turismo. A ese turismo consumista que la gente suele confundir con viajar, pero que no tiene nada que ver. Viajar es abrir la mente a otras culturas, a otros paisajes, a otras gentes, a otras formas de vida, disfrutando tanto del trayecto como del destino, mientras que turismo es coleccionar selfies. A secas. Llegar lo más pronto posible (si no puede ser en avión o en ave, ya empezamos mal), y nada más llegar, ver, fotografiar y correr para no perder el transporte al siguiente lugar… o al siguiente país, que diría Gila.
Como ejemplo, puedo contar lo del día en que mi hermana y mi cuñado me enseñaron las fotos de sus últimas vacaciones: habían ido a visitar a mi sobrino a los Alpes, y mientras el hijo trabajaba, los padres se fueron a hacer turismo a un pueblecito encantador. Cuando nos enseñaron las fotos de las calles y las casas tan bonitas, las ventanas y los parterres rebosantes de flores… y la gente... en grupitos, todo el mundo con mochila, en zapatillas deportivas y con la cámara de fotos. Ni una sola persona con la bolsa de la compra o con el maletín de la oficina, ni haciendo footing, ningún niño jugando,…. Ninguna persona viviendo allí, solo gente haciendo turismo, coleccionando postales. A mí me recordó como cuando mis hijos eran pequeños y les llevé al “Portugal dos Pequenitos”, muy bonito, sí, pero sin vida. Lo de Portugal se construyó precisamente para eso, pero el pueblecito de los Alpes no, el pueblecito de los Alpes tiene ese encanto porque la gente que vivía allí (hasta hace un par de décadas, claro), se esmeraba en el cuidado de sus calles, de sus casas y sobre todo de sus ventanas, pero ahora ya, no parece que nadie viva en ese pueblo, y no me extraña, porque vivir sin panaderías, sin carnicerías, sin bar de la esquina, solo con tiendas de souvenirs, tiene que ser muy difícil, además de que los alquileres seguramente serán carísimos.
Y eso es lo que estamos haciendo con el centro de las ciudades: llenarlas de turistas, que claro que dejan mucho dinero que nos viene de perlas, de acuerdo, pero a cambio, las ciudades se quedan sin vida, se quedan como un gran resort en el que no se puede vivir, solo visitarlo durante unas horas o como mucho un par de días. Y con los alquileres carísimos.
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