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Elogio de la docencia
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Elogio de la docencia

Actualizado 05/10/2022 08:13
Juan Antonio Mateos Pérez

No se puede enseñar hoy de la misma manera que ayer para preparar a los alumnos para el mañana

JON DEWEY

Estamos viendo un número sin precedentes de docentes que abandonan la profesión y un descenso significativo del número de personas que estudian para ser docentes.

AUDREY AZOULAY

En nuestras sociedades líquidas e invertebradas la educación no se libra de los cambios y embates de estos tiempos, volviéndose cada vez más compleja. El papel del docente también está cambiando, se ve obligado a asumir un mayor cúmulo de responsabilidades, por el aumento de las exigencias a las que se encuentra sometido. Desde la delegación de responsabilidades que debería asumir la familia, hasta la aparición de las nuevas tecnologías, pasando por el creciente multiculturalismo de las aulas. Todos estos cambios están suponiendo un reto al profesor para su puesta al día en estas nuevas realidades.

Cada 5 de octubre se celebra el Día Mundial de las y los docentes. Un día para recordar cómo los profesores están transformando la educación, también para reflexionar sobre el apoyo que necesitan para desplegar plenamente su talento y vocación, y repensar el camino que queda por delante con respecto a la profesión a nivel mundial. Comenta Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, que el COVID-19 puso de manifiesto que los docentes son el motor de nuestros sistemas educativos. Sin su trabajo, resulta imposible ofrecer una educación inclusiva, equitativa y de calidad a cada educando. Los docentes también son esenciales para la recuperación pospandémica y para preparar a los alumnos para el futuro. La temática para el Día mundial de las y los docentes 2022: “La transformación de la educación comienza con las y los docentes”.

Como docente creo que es necesario un día para valorar la difícil tarea de ser profesor. Después de tantas palabras y en medio de una sociedad que abruma con los discursos, tal vez lo mejor sea un largo silencio. Pero el lenguaje es nuestro esfuerzo, tenemos la obligación de buscar y de navegar hacia Ítaca, es posible que vengamos, como el navegante, con las manos vacías. Pero el ser humano se manifiesta en la lengua, con ella organiza su estructura mental y es posiblemente la esencia de su ser.

El lenguaje es una realidad bifacial, el otro y yo. No existe mi verdad, existe nuestra verdad y de este estante arranca todo. Decía Antonio Machado, que los “ojos en que me veo son los ojos que me miran”. Ver la realidad y también enseñar, es ese doble latido del corazón, ese juego de espejos como decía Jorge Luis Borges. Desde esta doble realidad, permitirnos que os hablemos de algunos “otros”, como diría el pensador E. Levinas.

No sin temor, quisiera hablar de ese otro de lo humano, de las personas que principalmente formamos el proceso educativo, del profesor y del alumno. Ser profesor es una relación que va más allá de enseñar conocimientos, destrezas o habilidades. ¿Cómo ser profesor en una época teñida de individualismo y aislamiento, de competencia alentada y desorientación intencional?, es difícil. Sabemos que hay una relación más radical y originaria, es un “hacerse cargo de…”, donde interviene la acogida y el compromiso, en el fondo la relación entre profesor y alumno es una relación ética.

Para muchos pensadores el mero conocimiento no es más que un “arrojarse en la nada y en la muerte vacía”. Pero somos conscientes los profesores que la única pedagogía válida es la que tiene un rostro humano. Como no recordar aquí a Ortega y Gasset cuando decía que las raíces de la cabeza están en el corazón. No sólo pensamos en los conocimientos de cada alumno, también en su libertad, tolerancia y solidaridad.

Ser profesor, como también ser alumno, es lanzarse a navegar a lo desconocido, al misterio, es una aventura esencial. “Porque navegar es necesario, vivir no es necesario”. Esta paradoja que parece una brutalidad, tiene una larga historia. En sus Vidas Paralelas, Plutarco se la atribuye a Pompeyo. La frase, ya en su contexto de nacimiento apunta a una idea general, más allá de su situación particular. Por eso se convertirá en lema de instituciones y de empresas: desde la Liga Hanseática, que la grabó en el puerto de Bremen, a la marina de Castilla, y de no pocas instituciones educativas.

Señal de que en ella se adivinaba una doble realidad en la vida del hombre: primero atiende a lo material, a lo inmediato en la subsistencia, a la vez que al anhelo profundo por lanzarse a otro universo de realidad que, a pesar de ser menos evidente y menos urgente en el orden de la subsistencia, sin embargo, es más esencial en el orden de sentido y de la dignidad de la vida humana. Así estando lejos como una posibilidad, siendo invisible a sus ojos, como diría el Principito, requiere no poco riesgo y valor. Asumir ciertos riesgos es posiblemente lo más esencial en la travesía de la vida, también en la enseñanza.

Con todo esto queremos decir que entre los numerosos factores que determinan la calidad de la educación y los resultados del aprendizaje, el factor más importante es el de tener a un profesorado cualificado y motivado en el aula. La carencia de profesores, tanto cuantitativa como cualitativa, es el desafío más notable al que se enfrenta hoy el mundo en lo que respecta a los docentes y a la docencia. No solo existe una insuficiencia de docentes en muchos países, sino que, además hay un gran número de ellos que no ha recibido una formación adecuada.

La Unesco nos recuerda en este día del docente, que la educación es un derecho humano fundamental y no una mercancía. La educación debería ser pública, equitativa y accesible para todos. Asimismo, debería mantener su función preparatoria de los alumnos para el mundo del trabajo, pero, por encima de todo, su finalidad principal debería ser el desarrollo físico, espiritual, moral e intelectual de las personas.

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