Por estas fechas, pero hace ya unos cuantos años, me enteré a la distancia del fallecimiento de uno de esos maestros que dejan huella y del que no hace mucho hablé en una conversación de esas nostálgicas; hoy me apeteció retomar ese texto, reescribirlo. Será el otoño.
Una peculiaridad de vivir en México es que muchas noticias de allá me llegan pronto… o tarde; sin embargo, como dice “El rey”, de José Alfredo Jiménez, lo importante es saber llegar, no hacerlo antes.
Tarde me enteré de la muerte de un gran profesor, una muy buena persona, uno de esos machadianos “en el buen sentido de la palabra, bueno”; tarde porque ya había mandado mi artículo –en aquel entonces, a El Adelanto– y por eso mi recuerdo quedó algo extemporáneo. Esta reescritura, aún más extemporánea, intenta recuperar la memoria, tal vez la extemporaneidad actual conjure aquella.
César era el profesor de una asignatura que, para la mayoría en aquel Cuarto de Hispánicas, era… dejémoslo ahí; sin embargo, él, como Emilio de Miguel o Julio Vélez, aprovechaban el hecho de enseñarte sobre la literatura de una determinada época –el Neoclásico, en su caso− para, en realidad, ayudarte a entender la tuya, o lo que es mejor, ayudarte a entender a ti mismo. José Antonio Pascual, que enseñaba Gramática Histórica, lo hacía citando al inspector Maigret, no les digo más.
O sea, la literatura del XVIII era un rollo, un siglo considerado “menor” –duraba lo mismo claro, pero no era tan “de Oro” como los siglos que lo antecedían; ay, los prejuicios, sobre todo cuando uno es joven–; y encima, César era serio, monótono, aburrido, vamos…
Lo bueno es que más de uno tardamos poco en darnos cuenta de que la seriedad de César, hieratismo aparente incluso, era pura fachada; alguna copa tomamos juntos, pocas para lo que nos hubiera gustado, y ahí apareció un César afable, cercano, simpático, irónico… Un tipazo que nos enseñó que los que leían, en su época, a Cadalso, o veían obras de Fernández de Moratín no eran peores que nosotros, ni más tontos, ni… Como eran exactamente iguales, nos trasmitió lo fundamental que es contextualizar: si eso no es una enseñanza aplicable a la España de inicios de los 90, cuando yo estudié, o al mundo actual, díganmelo, porque yo sigo creyendo que es la gran enseñanza.
Gracias, César, como agradezco a tantos otros maestros, por hacerme releer aquellas obras que me habían parecido aburridas la primera vez; gracias por demostrarme que no lo eran; gracias por descubrirme tantas otras; ah, y por los carteles de teatro antiguos.
Gracias, César, por ser ese profesor serio, tan poco “glamuroso” y tan buen profesor, es decir, tan maestro; gracias, César, por esas copichuelas que nos tomamos. Gracias, César, por arañar el hoy, y un poco del mañana, desde dentro de los recuerdos.
@ignacio_martins
https://www.facebook.com/ignaciomartinescritor
www.ignaciomartin.com
nachomartins (Instagram)
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.